sábado, 7 de mayo de 2011

La cuestión conciliar abierta y reformable


Hubo concilios celebrados en pacifica sesión y clausurados en armónica comunión, algo no tan corriente ni tan frecuente como se supone, ya que algunos concilios tuvieron sus momentos de tensión, de colisión, de agresión y hasta de tumulto. Y no fueron los peores ni los menos importantes, al contrario.

Recuerdo como una estupenda, aprovechada y divertida temporada de estudios el curso que dediqué a estudiar los Concilios de los siglos IV-V y sus secuelas, toda una parte fascinante y fundamental de la Historia de la Iglesia y el Dogma Cristiano. Y recuerdo las trifulcas de los Padres Conciliares, unas veces agarrados a las barbas (los unos de las de los otros), otras a baculazo limpio (unos en las cabezas de otros), y otras dictando doctrina sacratísima entre vociferaciones, sentencias, anatemas y contra-anatemas. Fascinante. Y el Espíritu Santo activo como nunca, iluminando la mente de los Santos y dejando sin luces los entendimientos de los malos. Así se celebraron y desenvolvieron los Concilios de la antigüedad.

A veces, el tsunami sobrevenía post-concilium, con episodios violentos que eran la consecuencia de lo que no se trató bien, debidamente, en el aula conciliar, y luego estallaba, como cuando se digiere mal una comida defectuosa y rompe al dia siguiente en cólico violento. Algo parecido.

Pues en esas estamos, diría yo, con el Vaticano IIº, en pleno cólico entripado por la apresurada y mala digestión de productos en mal estado, defectuosos. Y van saliendo, aflorando, eructos cada vez más incontenibles. Supongo que es por la proximidad de los 50 años, que se cumplirán pronto, y se están cargando las baterías para la conmemoración.

¿Un concilio intocable? No. ¿Un concilio inerrante? No. ¿Un concilio irreformable? No. Por todos sitios (sitios serios, católicos, conscientes, creyentes) se urge la reconversión del Vat.2º en el sentido de la tradición de la que depende sine qua non. Absolutamente.

Ayer y anteayer fue noticia en los medios católicos italianos la proclama del ilustre profesor Roberto de Mattei, en el sentido de que la infalibilidad pertenece a la Iglesia propiamente, no al concilio, y que el concilio puede errar, equivocarse. Y ahora ha sido el Papa Benedicto quien insiste en la ya abierta polémica aportando nuevas tesis/sentencias al caso:

- la relación correcta y constante entre sana traditio y legitima progressio

- el vínculo estrechísimo y orgánico entre la renovación de la Liturgia y la renovación de toda la vida de la Iglesia

- la Liturgia de la Iglesia va más allá de la propia 'reforma conciliar' cuyo objetivo no era principalmente el de cambiar los ritos y los gestos, sino más bien renovar las mentalidades y poner en el centro de la vida cristiana y de la pastoral la celebración



Son extractos del discurso del Santo Padre a los liturgistas de la Facultad de San Anselmo, el centro académico-litúrgico romano por antonomasia, al recibirlos en audiencia con motivo del 50 aniversario de la erección del Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo, justo en los prolegómenos del Vaticano IIº.

Algunas palabras del Papa, pronunciadas en ese ámbito, tienen una gravedad importante; por ejemplo estas:

“Por desgracia, quizás, también por nosotros Pastores y expertos, la Liturgia fue tomada más como un objeto que reformar que no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana”

¿No está claro? ¿No se entiende? ¿O no quieren entender? Citas como esta, con el precedente del motu proprio Summorum Pontificum plantando un puntal referencial, tienen en sí y adquieren en proporción un valor especial, en cuanto suponen, de hecho, una crítica del máximo nivel al Vaticano IIº, su obra y sus consecuencias. Una crítica hecha por la única y privilegiada instancia que puede, por autoridad ex sese, reconvertir lo mal hecho y rectificar lo desviado.

Algunos se preguntan ¿por qué no más contundencia, entonces? La respuesta es tan evidente como dolorosa: Por la cerrilidad contumaz de gran parte del episcopado y ciertos sectores de la Iglesia, que se han instalado en el innovacionismo vaticanosecundista de forma, paradójicamente, inmovilista.

Un inmovilismo en el sentido de marcar una línea de no retroceso, porque en otro sentido aceleran el progresismo ideológico sin freno postulando una especie de perpetuo ensayismo creativista, ya en la liturgia, ya en la doctrina, ya en la moral.

Para todos los comentaristas del Vaticano IIº, la controversia litúrgica fue el primer capítulo de la polémica conciliar. No sería de extrañar que ese particular mal elaborada fuera, a cincuenta años de distancia, la causa-motor de la necesaria y urgente reconversión.

n.b. Un extracto del discurso del Papa en zenit
Y el original en italiano en Messa in Latino


p.s. Confieso, sin embargo, que la charanga juanpablista que nos invade facilita muy poco la seriedad católico-ambiental que debería acompañar una oportunidad tan esperanzadora como la que parece haber abierto el pontificado de Benedicto XVI (curador de las llagas dejadas abiertas y supurantes por su predecesor, el beato).


+T.

10 comentarios:

Genjo dijo...

“Por desgracia, quizás, también por nosotros Pastores y expertos, la Liturgia fue tomada más como un objeto que reformar que no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana”
¡Qué bien destacadas estas palabras! Además de lo que dicen,-tan sustancial-, sobre la Liturgia, debe destacarse también la referencia inicial al error de los Pastores, fuente de desgracias.
No sé como se despacharán con esta tesis los defensores a ultranza de la infabilidad.
Y desde luego que esto no es el meaculpismo retrospectivo que conocimos, aquí se señalan llagas en vivo.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO dice:

Pues de sitios serios y generalmente bien informados llegan rumores de que lo que va a venir de momento no es ninguna sana reforma sino todo lo contrario: restricciones al Motu proprio (por si no se encargaran ya los obispos de más que restringirlo aniquilarlo) en el sentido de que TODAS la ordenaciones sacerdotales, aún de institutos Ecclesia Dei, tendría que ser por el Novus Ordo. Parece que en Roma pesa mucho el quasi unánime dictamen de los obispos de que eso no interesa a nadie.
Todo ello sirviéndose como argumento de que nadie -o casi- les ha pedido la Misa tradicional. Argumento estúpido porque quién va a pedir algo que lleva más de 40 años prohibido y olvidado, al menos en paises como España. Y también sacando las conclusiones de un grave defecto del mismo Motu proprio: que son dos formas DEL MISMO RITO. Falso esto de toda falsedad porque todos los indicadores que permiten discernir cuando un rito es distinto de otro están aquí presentes en abundancia: Distinto leccionario, una canon frente a muchas anáforas, ministros en unos -subdiácono, por ejemplo- que no existen en el otro, lengua litúrgica ol no, orientación del altar, distinto calendario, preces después del evangelio muchas veces de creación espontánea frente a las anteriores -ya incluso desaparecidad en el rito tradicional- que eran fijas o litánicas, etc, etc, etc, etc
Vamos que todo apunta a que dentro de poco vamos a estar peor que antes del Motu proprio.
¿Qué opina de esto el blogger? ¿Tiene información al respecto?
Saludos.

Isaac García Expósito dijo...

El argumento de la "demanda" es totalmente abracadabrante, por lo que contiene en sí mismo, como por su extensión. Es una visión mercantilista de la Liturgia, olvidando que, la Liturgia es "un sujeto capaz de renovar la vida cristiana".

Longinus dijo...

Me ha tocado vivir en carne propia las políticas episcopales al respecto del Motu Propio. Un sacerdote amigo, se preparaba con esmero e ilusión para celebrar su primera Santa Misa Tridentina en una bellísima Iglesia, comprando todos los ornamentos, preparando acólitos, etc., cuando llegó la orden del obispo , de que parara en seco.
La Misa Tridentina sería oficiada únicamente por sacerdotes de la Fraternidad de San Pedro, no por los diocesanos. Y la Misa, la mandarían a la parroquia más alejada de los centros de población del estado y una misa en la ciudad más grande, los miércoles por la tarde. Y UNA Misa Tridentina por año el domingo en diferentes parroquias de la diócesis, en rotación constante, para que tengan una misa cada diez años. Esto, me parece, no tiene nombre, lo que han hecho, demostrando un odio cuasi-diabólico por la Forma Extraordinaria, con el debido perdón.

Hermenegildo dijo...

Yo le estaría muy agradecido al Santo Padre si, además de hacer unos discursos tan penetrantes, se decidiese a dar forma legal a la "reforma de la reforma". Tras seis años de pontificado, el Santo Padre todavía no ha legislado nada sobre esta cuestión ("Summorum Pontificum" es otra cosa).
No se han tocado las "praenotandas" ni ningún otro libro litúrgico. La "reforma de la reforma" ha quedado circunscrita unos tímidos gestos en las ceremonias papales.

Longinus dijo...

Dios quisiera que el papa actúe prontamente, porque el tiempo pasa velozmente y el futuro papa no se sabe que línea tendrá. De todos los papables, no parece que haya alguno que quiera seguir la labor de Benedicto XVI.

Conde de Monforte dijo...

Entresaco una frase del artículo del profesor Roberto de Mattei:
"El Concilio Vaticano II, no lo olvidemos, no fue un Concilio dogmático, sino pastoral, lo que no significa que estuvo privado de magisterio, sino que su magisterio puede ser considerado definitivo e infalible sólo cuando repropone, y explicita, como frecuentemente lo hace, verdades ya definidas por el magisterio ordinario y extraordinario de la Iglesia."
Por otra parte,la Comisión de la doctrina de Fe y Moral,dice en su declaración de 6/3/1964:
"Teniendo en cuenta la práctica conciliar y el fin pastoral del presente Concilio, este santo Sínodo precisa que en la Iglesia solamente han de mantenerse como materias de fe o costumbres aquellas cosas que él declare manifiestamente como tales.Todo lo demás que el santo Sínodo propone, por ser doctrina del Magisterio supremo de la Iglesia, debe ser recibido y aceptado por todos y cada uno de los fieles de acuerdo con la mente del santo Sínodo, la cual se conoce, bien por el tema tratado, bien por el tenor de las expresión verbal, conforme a las reglas de la interpretación teológica".
Pues a mí no me resulta nada sencillo "conocer la mente del santo Sínodo".
D.Terzio,le estaría INMENSAMENTE AGRADECIDO si pudiera aclararme que grado de asentimiento correspondería a:
-una constitución dogmática
-una constitución pastoral
-un decreto
-una declaración
¿O quizá hay que analizar artículo por artículo,frase por frase?

richdad dijo...

Sería como el Evangelio según San Mateo, el Evangelio según San Marcos,ó el CV 2 según Juan XXIII ó el CV 2 según Romano Amerio, en su gustado libro "Iota Unum".

Terzio dijo...

El Vat 2º de Juan XXIII es el Vat2º de los esquemas que se prepararon y se rechazaron en las primeras y decisivas sesiones por obra de la intervención manipuladora del grupo que después dominó los entresijos conciliares. Ese fue el Vat2º que pudo haber sido y se malogró lamentablemente.

Y aun hay 'otro' Vat2º que es el post-concilio, demoledor y degenerador, que es, desgraciadamente, el que ha 'prosperado', el que causó y está causando la grave crisis de identidad y descomposición que afecta a la Iglesia desde el año 1965. Demasiados años ya.

Romano Amerio supuso un temprano despertar de la conciencia católica, que ahora reacciona en otros sectores de la Iglesia queriendo/reclamando recuperar/renovar/restaurar el catolicismo perdido y/o arruinado.

Conde de Monforte, el grado de aceptación es el mismo que se le debe al magisterio ordinario, en tanto en cuanto ninguno de esos documentos del Vat.2º es (por voluntad expresa del Concilio mismo) definitorio de ningún dogma que suponga un magisterio extraordinario o que obligue a un asentimiento que no sea el común. Esa fue la 'mente' del Concilio, tan susceptible de 'reforma', 'reformulación', 'interpretación' o 'ajuste explicativo' como supone ese mismo texto que citas o la Nota explicativa previa que le sigue. De hecho, esso dos textos, la 'declaración' y la Nota explicativa previa, entiendo que dejan absolutamente 'abierto' el documento, en el sentido de recibir otras oportunas precisiones, si no por el Concilio mismo, ya clausurado, sí por el Sínodo Romano (que es, en cierto sentido, un órgano 'continuador' de la obra del Concilio) o por la máxima autoridad plena y competente universalmente, que es el Papa.

'

Conde de Monforte dijo...

Magisterio ordinario.Muchas gracias por la aclaración.