sábado, 25 de septiembre de 2010

El Papa en el país de los antipapistas


El anglicanismo - velis nolis - surge de una coyuntura de pecado, un pecado muy personal de, en principio, un sólo personaje. Como una de esas costras purulentas de las piernas de Enrique VIII Tudor, poco más o menos. Del pecado de ese rey, de sus frustraciones, resentimientos, soberbias. Y de un bien rastreable complejo de inferioridad que, con más o menos consciencia, se desquitó atacando al Emperador y al Papa. Pero el Emperador no era tan "figura" como para mantenerle un pulso histórico prolongado. El Papa, sí. Por eso la identidad del cisma y la herejía anglicana se define contra Roma, contra el Papa. Ab orígine.

En el protestantismo continental de luteranos y calvinistas, la ira feroz contra Roma pierde fuelle apenas desaparecen los protagonistas primeros; pero en Inglaterra la furia anti-papal perduró activa de manera sorprendente. No es casualidad que cada siglo haya tenido sus crisis anti-papistas, el XVI de los Tudores y el XVII de los Estuardo y el XVIII de los Hannover: Todos han tenido sus capítulos de cólera anti-romana, ya sean la primeras persecuciones martiriales, o el estallido del Gunpowder Plot y Guy Fawkes, o la trama falsaria de Titus Oates. Cuando el Gran Incendio de Londres, en 1666, se acusó a los católicos: "el frenesí papista", decía la inscripción en la columna conmemorativa del incendio, en la City. Y cuando la restauración de la Jerarquía Católica, en 1850, la chusma londinense paseó y quemó un muñeco que representaba a Nicolas Wiseman, el recien nombrado Arzobispo Católico de Westminster.

Tampoco se olvide - que se olvida - que la nación que presume de ser cuna de las democracias occidentales mantiene la exclusión de los católicos al trono. Una ley ocasional creada ad hoc para cerrar el acceso a la corona de los herederos católicos de Jacobo II Estuardo y María de Módena, el Act of Settlement (Acta de de Establecimiento o Ley de Instauración) de 1701, sigue siendo un documento legal de primerísimo rango plenamente vigente, hasta el presente ni reformado ni oficialmente contradicho en su explícito anticatolicismo: Todo heredero real perdería sus derechos a la corona si se hiciera católico o contrajera matrimonio con un católico.

Hasta 1829, con el Roman Catholic Relief Act, no se puso fin a los Test Acts, que obligaban a todos aquellos que accedieran a un cargo oficial, funcionarios de la administración pública, los tribunales y el ejercito. Ante las autoridades competentes, tenían que rechazar bajo juramento la fe y la doctrina de la Transubstanciación, así como otras verdades católicas.

Si se han fijado, la ilustración que he puesto en el encabezamiento se comenta por sí misma: Es Churchill, con su figura rechoncha y gesto caracteristico, con casco, embutido en el mono caqui que popularizó cuando la 2ª Guerra Mundial. Con el lema de 'Desafío', se enfrenta a un monstruo terrorífico que traza con piernas cabeza y brazos la svástica nazi; pero el monstruo al que se enfrenta W. Churchill lleva puesta una tiara papal, que es lo más llamativo de la grotesca figura. El premier británico levanta la mano izquierda haciendo el signo V de victoria, y aprieta el puño derecho en ademán de golpear en los morros al monstruo de la tiara pontificia ¿El subsconciente? Quizá. Probablemente. El mosáico es obra del artista Boris Anrep, encargado y compuesto en 1952 para el hall de entrada de la National Gallery de Londres, nada más y nada menos. Anrep, un conocido poeta y artista plástico ruso afincado en Londres desde princpios de siglo, cuenta con bastantes obras de temática religiosa, incluso trabajó en la decoración de algunas capillas de la Catedral de Westminster (católica). Pero este mosáico representa esa sorprendente "alegoría", susceptible de una sugestiva interpretación en el sentido de la más rabiosa tradición antipapista británica.

El Movimiento de Oxford inició, en cierta manera, la gran reconducción del anglicanismo a sus fuentes, es decir, a Roma, es decir, al Papa. Todo esto se ha hecho realidad en los días de la visita de Benedicto XVI, recibido por todas los poderes del Reino Unido de la Gran Bretaña, desde la Reina, cabeza del Anglicanismo, a los jerarcas anglicanos, e incluso los miembros del Parlamento y los jefes de gobierno de estas últimas décadas. Me resultó especialmente emocionante la fanfarria que sonó al entrar el Santo Padre en el salón del Palacio de Westminster, como si la historia refrenada por el odio antipapal se reiniciara en aquel momento con un destello de gloria.

Aparentemente. Porque las distancias permanecen, y el viejo antipapismo esta bien reverdecido y reformulado en los moldes de la post-modernidad. Las manifestaciones de degenerados militantes, asociaciones gays y demás tropa, aportaban un toque carnavalesco, como una versión puesta al día de la noche de Guy Fawkes "remember, remember, the five of November".

Pero lo que se recordará será la visita del Papa Benedicto XVI y la beatificación de John Henry Newman, el leader del Tractarismo y el Movimiento de Oxford, un intelectual oxoniense que terminó siendo Cardenal de la Santa Romana Iglesia.

p.s. No dejan, sin embargo, de molestarme y causar malestar algunos detalles de la memorable visita papal:



1º) El saludo a las aberrantes hembras-clergywomen anglicanas. No a lugar. Absolutamente. Con la Reina (cabeza de confesión cismática y herética) bastaba. Estos rituales de equívoca cortesía ecuménica deben desaparecer. Tanto más en ocasiones como estas, cuyo protagonista es quien es.



2º) Las niñas vestidas de monaguillas asistentes a algunas celebraciones. La exclusión litúrgica de las mujeres debe ser radical y absoluta, para que no quepan ni dudas ni confusiones de ningún tipo y de ningún grado. Tratándose del Papa, mucho más. Sin disculpas.


+T.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con sus reflexiones.

Y, sí, hoy en día, hasta algo tan impresionante como esta visita del papa al UK, tiene que estar empañado por ese tipo de cosas. Hay que ver que todos los "obispos" anglicanos estaban muy bien disfrazados y tenían su physique du rôle, pero ya eso de las "obispesas", es too much. Me resulta tan repugante, o más, que un hombre disfrazado con un vestido de embarazada.
Y de las monaguillas, ni qué hablar. Pero, lamentablemente, están permitidas, entonces, hasta que no revoquen la disposición que las permite, están en su "ley". Tienen un efecto simbólico terrible, y qué quiere que le diga,a mí me da la impresión de que, de alguna manera, preparan a la gente para considerar la idea de "diaconisas" y "sacerdotisas" y cosas por estilo. Por cierto que no está en discusión el tema del "sacerdocio" femenino, pero lo que se dice en sesudos documentos que nadie lee, es amablemente desdibujado con estas monaguillas.

Y lo mismo dígase de la comunión en la mano en las Misas (con excepción, claro, del Papa). Pero se ve que no es tan fácil reconstruir como lo es destruir.

Let´s pray.

Porteña

Jordi Morrós Ribera dijo...

Muchas gracias por el repaso histórico a las difíciles relaciones entre anglicanismo y catolicismo.

El mosaico del artista ruso Boris Anrep parece casi un comic si no fuera porque está colgado donde está colgado. Supongo que a Benito XVI le ahorraron la visita al célebre museo, y lo de la tiara papal es de evidente y bochornoso mal gusto (podían haber puesto a Churchill desafiando a Adolf Hitler, no?), aunque este artista ruso también decoró con sus mosaicos una catedral católica en Irlanda (así son los artistas). La inevitable Wikipedia nos informa al respecto:

http://en.wikipedia.org/wiki/Christ_the_King_Cathedral,_Mullingar

Yo en cambio no me horrorizo tanto ante las monaguillas, y peor me parecería que si habitualmente participan en las liturgias resultara que en este caso las hubieran escondido con motivo de la visita papal.

anco marcio dijo...

¿Cómo no estar de acuerdo con V.S. Dómine? sin embargo, yo no preocuparía tanto por unos señores que están invistiendo “obispesas” y cuya cabeza visible cree “normal” que pueda haber obispos gays. En fin, ellos sabrán, pero supongo que les queda poco tiempo como representantes de una iglesia que pretende ser cristiana. Por cierto, y hablando de mal gusto, ¿sabe que le regaló Su Graciosa Majestad al Santo Padre? Sí, créame, una reproducción de un lienzo de Hans Holbein, el retratista de rey rijoso. No dan para más.

el_capullo dijo...

Lo de las monaguillas chirría. En mi diócesis es peor aún, pues cada vez se ven más vistiendo dalmática, como subdiaconisas.
"No a lugar" se debe escribir "no ha lugar", con hache.

Platypus dijo...

La verdad es que se la han jugado al Papa.

¿Habrá sido una estratagema de los anglicanos?


Quizás han pensado:

¿quieres venir a Gran Bretaña? Vale, pero te vamos a avivar la polémica de la ordenación sacerdotal de mujeres.

Terzio dijo...

Pues te diría, Platipus, que posiblemente (incluso probablemente). La cara amable de las cortesías ecuménicas esconde la otra faz confrontadora ('desafiadora', como el mosáico de Churchill), que lanza su guante (o su puño) delante del Papa.
Gracias a Benedicto (y por culpa de esa jerarquía anglicana aberrante), el camino de conversión (es decir, de arrepentimiento y regreso) está hoy más abierto que nunca. Suponer que eso complace a los jerarcas anglicanos sería como pensar que el lobo es amigo del pastor.
Es decir, que la señora esa con capa pluvial no estaba allí por casualidad ni para agradar al huésped romano.
(Aunque me sigo preguntando si los ceremonieri pontificios no podrían haber evitado el encuentro (suponiendo que la dama de marras no sea una jerarca de 1er. rango (y entonces me pregunto que para qué saludar lo que no tiene arreglo ni se va a arreglar))).

En fin...

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ELIAS dijo...

Pobretico el Papa Benedicto XVI, lo que ha tenido que tragar en su viaje apostólico a Gran Bretaña con los anglicanos para conducirlos a la Verdad, a la Unidad y al Amor de Dios dentro de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¡Qué lección de humildad, humillación y valentía!

airfoil dijo...

Winston Churchil era judio. Su madre Jenny Jerome hija de una prominete y adinerada familia judia de Nueva York.
Ella se caso y divorcio tres veces.
El padre de Churchil,el ultimo marido de Jerome, fue quien le dio su apellido.
Imaginarse la formacion antipapista que el pobre Winston habria recibido entre judios y anglicanos!
Pero como los designios de Dios son inescrutables, el victorioso Churchil, acabo sus dias como un alcoholico, penniless, y el padre Onassis pagandole sus deudas de juego en el casino de Monaco.

AMDG dijo...

El saludo a la sacerdotisa fue algo chirriante, pero las monaguillas no me parecen mal. Puede ser que me haya acostumbrado.

Anónimo dijo...

Pues yo no sería tan optimista con esta visita a UK, D. Terzio; no creo que el sentimiento furibundamente anticatólico se haya disipado tan súbitamente en este país y menos entre sus dirigentes políticos y sobre todo en las sociedades y organizaciones menos visibles a las que pertenecen. El hecho de que lo hayan recibido con tantos parabienes parece indicio seguro de que no lo consideran ya gran peligro y que no lo ven tan "Católico" como vieron a sus predecesores. No me gustaría ser pesimista, pero por desgracia no puedo descartar que estén en lo cierto.

Terzio dijo...

Un anónimo a quien no le publico el comentario, ha escrito, entre otras estúpidas impertinencias, esto:

Ojalá usted no resulte de esos que son "más papistas que el Papa": "las monaguillas" no están tan radicalmente excluidas...Esto no tiene que ver, ni de lejos, con el tema del sacerdocio femenino, que es una cuestión totalmente resuelta. Redemptionis Sacramentum, párrafo 47 observa: "...A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o mujeres, según el juicio del Obispo diocesano y observando las normas establecidas"...

Le contesto al estólido borrico (o borrica) anónimo que sí, que el tema tiene que ver con el asunto aberrante que reivindican las perras feministas, y que por un deshilachado se arruina una prenda y una brecha en un muro hace caer una muralla. Las torpezas y contradicciones post-coconciliares son demasiadas para no tomarse en serio estos detalles, que no están en sintonía con la tradición sobre esos particulares que afectan a temas tan delicados y principales. Si el documento es magisterial, debería corregirse y/o expurgarse, porque queda bastante en entredicho su autor (y su magisterio).

Tratándose de estos temas, sí soy más papista que el Papa, conscientemente, en una época en la que, justamente, el Papado parece necesitar estas apoyaturas que le confirmen. Y quede claro: En "detalles" como ese de las monaguillas, difiero y disiento. Absolutamente. Si hay cosas que se desfiguran, desdibujan, enturbian y/o enrarecen, yo procuro, en cuanto puedo, mantenerlas claras. Sin ambages.

Así que, anónimo lerdo y palurdo, vete con tus documentaciones donde te las admitan. Aquí no se reciben: ¡Se combaten! (y a sus consentidores, se les desprecia).

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