viernes, 13 de febrero de 2009

Ministros, justicieros y monterías

Otra vez en el proscenio. Uno de los personajillos más ridículos de nuestra insufrible escena política, fantoche histriónico de considerandos, autos, imputaciones y resuelvos. Su psiquiatra sabrá qué desarreglos psíquicos le afectan y perturban. Yo intuyo un profundo complejo de inferioridad de no se decir qué etiología, que desemboca en un "aquí estoy yo" voluntarioso, superiorista y disimulante. Más o menos, porque no soy psiquiatra y entiendo de otras cosas etc. Pero tengo impresiones y me hago conceptos, composiciones de persona y lugar. Y este judicato es un peligro.

Un peligro muy bien manejado ad usum de la piara, tan afirmada en clientelismos de los tres poderes subsumidos en uno, sin distinción de funciones y una sóla y omnímoda esencia político-partidista. Es el de la cachiporra, el tente-tieso del estacazo y la trifulca, el que sale al tabladillo sin aviso, cuando el titiritero quiere darle fuerza a la farsa de los muñecos. ¡¡¡Pim, pam, pum!!!

En otros sitios de más prestigio no lo hubieran aceptado. Aquí sí cabe porque las tragaderas son tan anchas como angostas las mentes, en proporción a la inversa. Somos así y así nos estan conformando, todos conformes.

¿Y los afectados? Los afectados no sirven ni para pienso de cabaña porcina de granja. Ni para limpiar la casa (ni para convivir cínicamente con su basurilla, si no). No son competentes ni para echar testosterona al asunto, ahora menos que nunca que se imponen hembras y mandan. Una vergonzosa calamidad.
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Lo más cómicamente tipical spanish es que todo se trame y destape en y a propósito de una montería. Ellos que todavían sacan nodos con el Generalísimo queriendo tacharle de no se sabe qué porque gustaba cazar y le organizaban cacerías. Y ellos están lampando por hacer lo mismo, vestirse de verde inglés, tweed escocés y loden austríaco. Y con foto, of course. Caza mayor, of course. Con cuernos, faltaría más, que no hay montería sin cuernos y ladies ad casum.



Le tengo - no se si lo he confesado - especial adicción al magistral documento intitulado "La escopeta nacional", un peliculón del enorme Berlanga, esperpento en tono mayor real como la España misma, inmortal y perdurable. Véase y coméntese. Transportense situaciones, múdense las dramatis personae y tradúzcanse diálogos, acomodados a la España de la piara. Es muy divertido el ejercicio, ameno e instructivo.

Entonces aquellos que hubo, hoy estos que hay. Pero los mismos, hijos de mater Hispania al son del Gato Montés (o España cañí).

Y un carajillo para el frio.

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