martes, 9 de octubre de 2007

Dionisio, el Areopagita


San Dionisio el Areopagita, ese es el nombre que se le quedó al ateniense convertido cuando el sermón de San Pablo en el Areópago de Atenas (Hch 17,34); él, una tal Dámaris y otros cuantos más de los que no se sabe ni el nombre.
Cuando Act 17,34 le nombra, es que era un personaje conocido entre las comunidades cristianas de la época. Sin embargo la fama definitiva le vendría cuando en el siglo VI comienzan a circular una serie de obras bajo su nombre-autoría:

- De la Jerarquía Celestial
- De la Jerarquía Eclesiástica
- De los Nombres Divinos
- Teología mística

Estas cuatro obras (más bien opúsculos) más un Epistolario componen todo el Corpus Aeropagíticum o Dionisíacum, que ejercería una principalísima influencia en toda la Teología, la Filosofía y la Espiritualidad del Medievo y la Escolástica, hasta el punto de ser uno de los autores más citados y comentados de toda la antigüedad cristiana.
Desde luego tiene el encanto fascinante del platonismo (neo-platonismo) de fines del período clásico, más la altura de la revelación cristiana expuesta de una manera sencilla pero sugestiva, atractivamente seductora. Como son obras breves, se leen sin sentir, agradablemente, con gusto, sin advertir casi la trascendencia de los textos y su profundidad.
Con el breve tratadito Teología Mística del Dionisio, la teología apofática marca un hito de necesaria referencia desde uno de los libros que más han influído en la historia del pensamiento occidental. Acaba así:

Cuando negamos o afirmamos algo de cosas inferiores a la Causa suprema, nada le añadimos ni quitamos. Porque toda afirmación permanece más acá de la causa única y perfecta de todas las cosas, pues toda negación permanece más acá de la trascendencia de aquel que está simplemente despojado de todo y se sitúa más allá de todo

En el también fascinante Occidente Medieval, yo no sé cómo, el Dionisio Areopagita se funde-confunde con el Saint Denís Obispo de París y su consecuente tradición-leyenda, más la llamativa y encantadora iconografía del Santo decapitado portando él mismo su cabeza martirizada en las manos.

La historiografía critica cristiana aclara que el Dionisio autor del Corpus Dionisíacum fue un monje cristiano, posiblemente siríaco o griego, que vivió entre mediados del siglo V y el primer tercio del VI, y que utilizó el nombre del Areopagita paulino como pseudónimo.
Hoy 9 de Octubre, el Santoral trae dos Dionisios: El Areopagita original, Obispo de Atenas, más el Denís parisien, obispo de Lutecia y sus Compañeros Mártires; entre ellos dos, está sin duda el tercer Dionisio, ese que los críticos motejaron tan feamente como el Pseudo-Dionisio.

Pero, ¿a que no imaginan Uds. por dónde anda místicamente este San Dionisio, de tanta altura teológica? Pues por las viñas, las bodegas y las Iglesias de Jerez de la Frontera, de donde es Excelso Patrón desde los tiempos de la Reconquista, y donde tiene la más preciosa Iglesia y placita de todo Jerez-Xeréz-Sherry, lo que evidencia el exquisito paladar que la más Alta Ciencia confiere a los espíritus que se le dedican...córpore et ánima.

Jerez de la Frontera. Plaza de San Dionisio, Monumento conmemorativo de la Proclamación del Dogma de la Asunción.

Corolario y nota: Si no son Uds. metafísicos, teólogos ni místicos especulativos, tómense una copita de fino o de solera de Jerez, y verán cómo empiezan a degustar sublimidades de la más eximia especie. Y no confundan al Dionysos griego, dios del vino y las orgías, con el santo y piadoso Dionisio, el patrón de Jerez y de París, sin que la coincidencia signifique nada.

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3 comentarios:

Tumbaíto dijo...

"Cuando negamos o afirmamos algo de cosas inferiores a la Causa suprema, nada le añadimos ni quitamos. Porque toda afirmación permanece más acá de la causa única y perfecta de todas las cosas, pues toda negación permanece más acá de la trascendencia de aquel que está simplemente despojado de todo y se sitúa más allá de todo".

Una tesis tremendamente tremenda.

Terzio dijo...

Ita!

Es teología apofática...y mejor tomársela con una copita de Jerez (o de vino de Caná, mejor todavía).

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Anónimo dijo...

Yo, si pudiera ser, las 2 copitas: 1 de Jerez y otra de Caná.

Y la apofática esa, para el que sepa y quiera.

Tt.