Sé, creo saber, por qué me pasa, pero no quiero explicar por qué me pasa: No me gusta que pase tan rápido la Cuaresma.
El fenómeno (tan epifenómeno anímico-psíquico personal) se repite en otros tiempos intermedios, como las vísperas de Agosto, y Noviembre, y el Adviento: También se me pasan volando...y rabio.
Y estoy que rabio porque falta sólo una semana para el Viernes de Dolores, y el Domingo es ya tiempo de Pasión, y los días vuelan, vuelan...Para completar el cuadro que me provoca el síndrome, del Sábado al Domingo cambian la hora!
Hasta ayer por la noche no probé la primera torrija, como si quisiera retardar, ralentizar el tiempo no dándole todavía a los sentidos, a cada sentido, su satisfacción.
La palma que me mandan del Elche, amarilla, dorada y fresca, se seca apenas la saco del embalaje.
¿Quién cantaba aquello de "...Tiempo detente!.."? Como un Josué parando el Sol en plena batalla de Gabaón; o el reconquistador Pelay Correa en Tentudía:
- ¡ Ten tu Cuaresma! ¡Ten tu Cuaresma!
Pués eso, para el que me entienda...
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6 comentarios:
¡Qué escaparate tan sevillano! Parece, lo menos, el de La Campana.
Yo lo llevo peor. Aún no he probado ni un mal pestiño.
A mí la Semana Santa siempre me pilla con el pie cambiado. Cuando menos lo espero llega el Domingo de Ramos y, de repente, entro en otra dimensión.
El tiempo en Sevilla se detiene -ahora sí y el parón dura hasta Feria-, el aire se llena del recuerdo del incienso y el azahar de la tarde anterior, y vibran en los oídos las cornetas y tambores.
Las mañanas se convierten en una tensa espera que uno soporta haciendo como que le interesa el trabajo y comentando con los compañeros cómo estuvo la Paz a su salida de San Sebastián el domingo, o el regreso a la Magdalena de la Quinta Angustia, el Jueves Santo.
Somos topiquistas, pero es verdad. Aunque la Cuaresma y la Semana Santa que se me vuela, es más casera y más interior. Ya saldrá en otra entrada, D.m.
Por cierto:¡Cuánto honor, Srª Batiscafo!
Te debo una torrija, un par de pestiños y dos bollitos de piñonate....de los de mi casa, de los de mi tia, de los de verdad.
Tú me dirás...
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¡Eso está hecho! Te tomo la palabra.
Hablo de la Cuaresma y la Semana Santa exteriores por escudarme, no más. De las interiores, me da pudor hablar en público. Me sentiría como uno de los nazarenos de tu escaparate.
Para mi está claro: como dijo el clásico "...qué bonitas son las vísperas".
¿Se puede disfrutar más la espera de un hecho deseado que el hecho en sí? En muchos casos desde luego!
A mí también se me ha hecho corta la Cuaresma, y se me está echando encima la Semana Santa, pero por motivos meramente estudiantiles.
Y a mi la Semana Santa de Sevilla no me gusta. Me hace olvidarme de la Semana Santa y me quedo asqueado con las fiestas del pueblo, que no es mi pueblo. Esta Semana Santa por lo menos me voy de Pascua...
Ya me contarás...
.-
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