lunes, 19 de marzo de 2007

Bagdad


Si me dicen "Bagdad", la primera imagen que me viene a la mente es una estampa de Las mil y una noches, tal y como aparece en las pinturas y los grabados del XIX; en la figura no faltan minaretes, cúpulas rematadas con medias lunas, y palmeras. Ese es el Bagdad que aprendí de niño en cuentos, comics y libros, en esta sucesión.

Más tarde, Bagdad se me enriqueció con las esculturas de Súmer, Akad y Babilonia, la reconstruída y brillante Puerta de Ishtar, el morueco de laspilázuli del tesoro de las tumbas sumerias, el Estandarte de los Buitres, la corona de la Reina Puabi, y millares de tablillas con escritura cuneiforme. También el Bagdad del Califato, del álgebra, de la cábala, los califas decadentes y las historias del siglo de las Cruzadas

Nunca pude figurarme que concería las terribles imágenes de la ciudad reventada y chorreando sangre, que es el rostro cotidiano del actual Bagdad.

Recuerdo hace unos años una sobremesa con mi familia, viendo cómo abatían una colosal estatua de Sadam Husseim, en directo, por la televisión. Sabía que estaba presenciando una instantánea "histórica", pero nunca la trágica forma en que iba a perpetuarse la caída de una ciudad, de un país, durante los años que seguirían. Y así hasta hoy mismo.

La barbarie de Vietnam e Indochina en los 60-70, tiene hoy su correlato en la 2ª Guerra de Irak. No clamar contra este crímen de lesa humanidad, es un grave pecado, pués significa tapar con el silencio el mal de nuestro presente.

Desconozco cuánto tiempo tendrá que estar penando Occidente por los crímenes e injusticias que está cometiendo en Irak, pero aventuro que serán muchos y muy dolorosos los efectos derivados de esta injustificable acción. La Historia tendrá como testigo la voz de JuanPablo II clamando solitario contra la desolación de una aventura sin retorno, si no callan, como tantas veces, la voz de los protagonistas de la Historia que no se han aliado con los criminales de la Historia.

Alcancé a conocer en Spandau la agonía prolongada de Rudolff Hess, y consideraría de justicia que el mundo también viera el fin del Bush II en otro "spandau", o en el mismo presidio, si sigue en pié. Por lo menos uno, entre los culpables y los cómplices, debería ser juzgado y condenado por esta guerra.


Esta justicia que propongo, es como un fantástico cuento de Las Mil y una Noches de Bagdad; pero no es un mal sueño: Las mil y una pesadillas son las que cada noche envuelven a Bagdad.




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