viernes, 18 de marzo de 2011

Un cuadro cuaresmal

Sin duda, la noticia artística de la temporada ha sido la aparición del fascinante El Vino del Día de San Martín, del maestro Peter Breughel el Viejo, un verdadero descubrimiento que enriquecerá la colección de El Prado, para satisfacción de todos los que sentimos el arte y admiramos orgullosos nuestras colecciones; las españolas, me refiero.

Pero hoy han vuelto a darme una alegría con la noticia de un estupendo Van Dyck re-descubierto entre los fondos de la Real Academia de San Fernando. El cuadro es una joya, atractivo hasta viéndolo solamente en las fotos que ilustran la noticia.

Aparte el valor de la pintura en sí - un Van Dyck siempre es una exquisitez, ya sea retrato, escena piadosa o fábula mitológica - al lienzo de la Academia se le añade un interés iconográfico, por su rara temática, nada frecuente: Una Madonna con Santos ex-pecadores, que son los SS. David, Mágdalena y...¡el Hijo Pródigo!

Tocante a tan elocuente trío, me extraña la presencia de un personaje de parábola, ficticio, por más que sea evangélico y hechura narrativa del mismísmo Jesucristo. En el personaje (el joven del centro, entre María Magdalena y el Santo Rey David) del supuesto Hijo Pródigo, yo incluso adivino un posible autorretrato del joven Van Dyck, a quien se parece por las facciones y el corte de pelo, pero de quien se diferencia por el color de la cabellera y la piel, que son cetrina y morena en la pintura y fueron rubios en el muy cortesano maestro Van Dyck. Pero, así y todo, yo no descartaría un posible auto-retrato del maestro, como digo.

Por discrepar, por discutir, yo propondría antes al Buen Ladrón Dimas, que al Hijo Pródigo. Claro que está el handicap indumentario: Dimas se representa desnudo, con sudario o perizoma, como fue crucificado, y no semi-vestido con medio ropaje sujeto al hombro y un bordón en la mano. Porque lo que parece que lleva el personaje es una especie de bastón de palo, la cayada de porquero, el oficio que tuvo que desempeñar después de su ruína el hijo menor de la parábola.

Quizá la confirmación del personaje dependa de que se conocía la obra por descripción en alguna fuente documental constatable y fidedigna, o por alguna otra versión del mismo cuadro. Por ejemplo, en la página del ABC donde ví primeramente la noticia, ha estado puesta hasta hace unos minutos una fotografia de otro cuadro, estimo que una copia o una réplica, con las mismas figuras dispuestas de igual manera y con iguales caracterizaciones, salvo detalles.

Volviendo al cuadro, resulta patente la influencia de los maestos venecianos, Tiziano sobre todo. No sólo en la composición de la escena, sino incluso en semejanzas concretas, como la rubia Magdalena, tan tizianesca.

Sobre el asunto iconográfico, en el articulete de El País (como suele pasar, mejor compuesto, informado e ilustrado que el del ABC (hoy peor que ayer pero menos que mañana, ya se sabe)) se dice que los tres personajes serían encarnación de tres pecados típicos: Lujuria, adulterio y prodigalidad. Pero pienso irreflexivo y demasiado fácil tal comentario, entre otras cosas por la proximidad y quasi equivalencia de lujuria-adulterio, tanto más si se refiere a María Magdalena, de cuya mala vida se suponen e imaginan tantos  capítulos en que cabrían múltiples variedades del pecado de la carne.

Aunque bien es cierto que los tres personajes, los dos reales y el parabólico, estarían implicados en pecados de vanidad, sensualidad y lujuria, siendo ese un común denominador a tener en cuanta en la razonable selección de ellos y no otros posibles (que los hay).

Sin embargo, como muy bien destaca el articulista de El País, la pintura pondría en escena a tres arrepentidos, tres grandes arrepentidos, los tres con una historia narrada en la Sagrada Escritura, los tres protagonistas de un sincero dolor de los pecados, contritos y humillados los tres, valiendo como tres grandes ejemplares-tipos de conversión.

Los tres se aproximan al Trono de la Misericordia, la Sede de la Gracia que es la Madre del Redentor, Jesucristo, que en la figura tierna y amable de Niño restituye y recrea con su gracia la inocencia perdida de los pecadores. Los tres - Magdalena, David y el Pródigo - esbozan una sonrisa ingénua, estáticos; no lloran, viven un estadio ulterior al del arrepentimiento y el dolor de la culpa y la penitencia, que ya pasaron. El detalle del bodegón-vánitas con la calavera y el frasco de myron (atributos de la Magdalena) dejados a los pies del Niño-Dios, cabe la Virgen, en el ángulo izquierdo del lienzo, sugiere ese paso ya obrado del estado penitente al estado de gracia y unión, tan aproximado también iconográficamente a la figuración de los misticos desposorios (Stª Catalina de Alejandría, Stª Inés). En este caso con la asistencia del Rey David y el Hijo Pródigo como testigos de la gracia, invitados a las bodas del Cordero.

Así trata el Señor a los que se arrepienten y lloran sus pecados respondiendo a la gracia que les estimula el dolor de sus yerros y les abre el apetito del bien, la virtud y la santidad junto con el temor y el amor de Dios.


Justamente dentro de una semana, el Jueves de la IIª Semana de Cuaresma, se reza en la Misa de la feria esta bella oración, tan característicamente cuaresmal y católica:

Señor, Tú que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia tí nuestros corazones e inflámalos en el fuego de tu espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Por Ntrº Sr. Jesucristo...Amén.

Pues esta misma oración está pintada en ese cuadro precioso de Van Dyck, el caballero Antón Van Dyck, un artista de cuando la fe y la inspiración caminaban juntas y enseñaban con arte la lex orandi-lex credendi, ya con pinceles, ya con gubias, con óleo, madera, bronce o mármol, todo Ad Maiorem Dei Gloriam.

Aquel mundo que deja en evidencia al nuestro cada vez que, como con este piadoso cuadro, aflora entre las suciedades y horrores de este tiempo descreído y atroz, de falso arte y apostasía impía.

Estamos como el Hijo Pródigo cuando guardaba cerdos, estragado por las orgías, consumido por los excesos y comiendo pienso de cochinos.

¡Dios nos de gracia con lágrimas de arrepetimiento para querer salir de la porquera y poder estar en una escena como la del cuadro!

Ahora que es Cuaresma, que es tiempo de gracia, día de salvación.


+T

martes, 15 de marzo de 2011

De abstinencia


El Arzobispo de Valencia, Mons. Carlos Osoro, ha publicado un decreto dispensando a sus fieles valencianos de la abstinencia cuaresmal de carne el próximo Viernes 18, víspera de San José. Por las Fallas, ese es el motivo de la dispensa.

Un motivo grave, serio y ponderado. Igual que cuando el Arzobispo de Sevilla, fray Amigo Vallejo, dispensó del ayuno y la abstinencia un año que el Miércoles de Ceniza cayó en 28 de Febrero (la fiesta que la piara socialista inventó e instituyó como 'Día de Andalucía').

En España, el sentido penitente de la abstinencia de carne de todos los Viernes del año lo tenemos quasi absolutamente perdido por causa de la famosa Bula de la Santa Cruzada, un santo abuso que lucramos permisiva y privilegiadamente, con más escándalo que provecho, por mucho que se quiera explicar.

Yo he alcanzado a conocer la generación que todavía era experta en interpretar las concesiones de la Bula de la Santa Cruzada y aplicarlas a la dieta doméstica. Mis tías eran unas expertas moralistas caseras circa la Bula. Y mi madre. Así y todo, a pesar de las facilidades de la Bula, en mi casa se observaba la abstinencia de carne y derivados con una escrupulosidad quasi farisáica: Recuerdo a mi padre, muy enfermo, negándose a tomar una taza de caldo de pollo un Viernes Santo, rotundo e inflexible, casi con un pie en la sepultura: ¡Tomar caldo un Viernes Santo! No hubo manera de persuadirle de que estaba dispensado, eso lo sabía él muy bien. Pero faltar a la abstinencia un Viernes Santo, ¡ni muerto!

En Sevilla, uno de los campanazos del post-concilio fue la dispensa habitual del ayuno y la abstinencia del Viernes Santo. El primero que tuvo la impía ocurrencia fue el Cardenal Bueno Monreal; Amigo Vallejo, no problem, siguió decretando cada año la misma dispensa; y el año pasado, Asenjo siguió con la 'costumbre', repitiendo el decreto dispensante.

Desde hace unos años, una muchacha moldava atiende a una anciana feligresa, una vieja parroquiana. Un día me contó que la chica practica dos cuaresmas: Una en Adviento, hasta Navidad (que en su calendario ortodoxo-juliano cae por Reyes), y la Cuaresma pre-pascual. No toman nada de carne, ni derivados, ni huevos tampoco, ni lacticinios. Yo sentí una incómoda sensación, por comparación.

La incomodidad se me repite frecuentemente, más de lo que yo quisiera. Por mis relaciones con las hermandades y cofradías sevillanas, me veo obligado a asistir a esos actos medio cofradieros medio sociales que suelen terminar con un piscolabis. En el mundillo cofradiero se le llama a ese tipo de convites "un pescaíto", porque lo habitual es servir tajadas de merluza frita, pavías de bacalo, gambas en gabardina, croquetas de pescado y demás frituras de pescadería. Eso era lo 'clásico', como digo. Pero de unos años a acá, desde que nuestros arzobispos empezaron a dispensar la abstinencia, la dispensa prendió y corrió como la pólvora vulgarizándose en una pandemia que afecta por doquier a quasi todos los refrigerios cofradieros. El pasado Viernes, sin ir más lejos, me tuve que escapar de un fin de acto cofrade en el que me tentaban con unas estimulantes y aperitivas mesas con ricos platos, entre ellos una estupenda y apetitosa bandeja repleta de rodajas de chorizo ibérico. No me fijé en más detalles, pero intuyo que habrían más viandas servidas. Y el pescado frito como coartada.

Lo peor es que cuando alguna vez me he resistido, no ha faltado quien haya criticado mi resistencia; además con todos los tópicos y dichos acuñados a propósito: Que si son hipocresías, que si es peor el desprecio que se hace, que si con eso se deja en evidencia incómoda a la demás gente, que antes que nada es la convivencia fraternal, que la Iglesia está trasnochada, que mejor abstenerse de cigalas y centollos, que si patatín, que si patatán, que si tal que si cual. Y todo eso.

No crean ustedes que estas razones y dialécticas anti-abstinencia han surgido espontáneas del cacumen o la vis moralis de nuestra plebe sub-católica. No. Esos razonamientos se han predicado en cursillos de espiritualidad, en catequesis de adultos, en sermones parroquiales y en mil ocasiones por el estilo. Han sido críticas, mofas e ironías hechas por el clero, por los curas, por los religiosos, por los frailes, por los sacerdotes de colegios religiosos, por las monjas de idem. Etc.

Cuando un elemento religioso o moral se devalúa por parte de sus celadores y desciende luego a la baja consideración de la gente corriente, se convierte pronto en un elemento perdido cuya recuperación y/o restauración resulta poco menos que imposible. Si se lograra reasumir, sería sólo a costa de ímprobos esfuerzos, con gran polémica envuelta en ofensivas y vergonzosas vulgaridades y provocando, además, una reacción airada contra los agentes de la pretendida recuperación. (Esto mismo que aquí refiero a la abstinencia y el ayuno cuaresmal, se aplica igual a tantas otras cosas, concomitantes o de parecida especie).


Lo paradójico es que en muchos casos, por razones de tipismo o por arraigadas costumbres locales o familiares, la dieta de Cuaresma se mantiene sin problemas, sin echar de menos la carne abstinencial, y prefiriendo los platos del tiempo, propios y tradicionales de la Cuaresma y la Semana Santa.

Para los católicos conscientes, las dispensas frívolas decretadas ligeramente por los prelados son escandalosas e irreverentes; y para los impíos paganizados son ocasión de pitorreo y menosprecio.

Como consecuencia, decaen y se arruínan las prácticas católicas más genuinas y se adelanta en esa vacía infra-religiosidad pan-confusa y poli-equívoca, con episodios consecuentes de verdadero esperpento. Les podría decir nombre y apellidos de católicos que se burlan de la abstinencia y el ayuno y que luego respetan como un tabú escrupuloso la dieta musulmana si tienen en el comedor escolar a un niño moro o si atienden en la Cáritas parroquial a una familia de musulmanes.

Conste que me importa un pito lo que almuercen o cenen los moros mahometanos, ellos allá con su cazuela infiel. Lo que me afecta y me importa es la desenfrenada decadencia y descomposición de los católicos.

p.s. O quizá debiera decir 'filolefebvristas', como se empecina en llamar el capo infocatólico p. Iraburru a los católicos conscientes.


+T.

domingo, 13 de marzo de 2011

Las Tentaciones

El Evangelio de las Tentaciones en el Desierto es como el toque mayor en el campanario de la Cuaresma. En el prefacio de la Misa (novus ordo) se proclama que el Señor orante y ayunante -"... inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado. Un enunciado extracto de espiritualidad cuaresmal que dice, implícitamente, mucho más.

Por ejemplo, el giro, el cambio absoluto que se opera en la Historia de la Salvación. Desde el Edén de nuestros Primeros Padres, la del hombre fue una historia de tentaciones y caídas; incluso después de la Alianza y la Ley. El "todos pecaron" paulino (Rm 3, 23) es un clamor acusador que sólo comienza a mudarse patentemente en el Desierto. *** En cierto sentido, podría decirse que la Redención comienza en el momento de las tentaciones del desierto.

El desierto fue el yermo que recibió a Adán y Eva después que se les expulsó del Edén. Y el desierto también fue la región por la que deambuló el Pueblo de Dios al salir de Egipto, en el desierto recibieron la Ley y en él vivieron hasta el día de la entrada en la Tierra Prometida. El desierto fue, así mismo, el lugar del pecado: El becerro de oro idolatrado y las defecciones y murmuraciones del pueblo contra Dios. Hasta Moisés mismo fue tentado y cayó en el desierto, siendo como era el elegido de Dios para liberar a Israel. Había como una correspondencia habitual entre desierto, tentación y pecado. Hasta que aparece Cristo.

Después de orar y ayunar cuarenta días con sus noches, Cristo se encuentra frente al Diablo, que le tienta. La primera tentación es corporal; el demonio le insta a que convierta piedras en panes para saciar el hambre del ayuno. La respuesta del Señor, sin embargo, subordina el pan a otro sustento necesario para el hombre: La Palabra de Dios vivificante. Una Palabra que es Él mismo, engendrado ab aeterno y encarnado para nuestra salvación, que un día dejará para alimento sobrenatural de los hombres su Cuerpo y su Sangre bajo la especie del pan eucarístico. ¿Qué entendería el diablo del Pan de Vida? ¿Qué comprendería el demonio de la Palabra que alimenta?

Entendió, sin embargo, que Cristo le resistía con la Escritura, y en la segunda tentación Satanás arguye con una cita, un versículo del Salmo 90 -"...te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra". Le incita a hacer un milagro estupendo, otra vez bajo el condicional "si eres Hijo de Dios", un interrogante que el diablo aun no ha resuelto y quiere saber. Más tarde, en algunas escenas de la Vida Pública, el Señor se mostrará terminante con quienes le piden signos, como el diablo tentador del desierto. En el Calvario volverán a tentarle los injuriantes, gritándole con desafio que hiciera un milagro y se salvara de la Cruz. Para todas estas escenas (y también para nosotros si supeditáramos la fe a la prueba de un signo, de un milagro) la respuesta de Cristo es la misma que le da a Satanás: -"¡No tentarás al Señor tu Dios!".

Sigue la escena. Si el diablo se ha dirigido a Cristo y Él le ha respondido "No tentarás al Señor tu Dios", ¿no está ya resuelta la pregunta del demonio?, ¿no ha respondido Cristo implícitamente?

Parece que, en todo caso, Satanás no comprende la intención ni el alcance de la misión del Señor, porque, paradójicamente (o demencialmente, como si hubiera perdido el tino, el concierto, el juicio) en la tercera tentación le ofrece a Cristo el mundo con sus fastos si se presta a adorarle, a él, el diablo. La contestación del Señor parece confirmar el sentido de la anterior: -" Vete, Satanás, porque está escrito: 'Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto' ". La traducción se me ocurre que podría decir, explicitando parte de su sentido, "vete y no estorbes", no obstaculices la Redención que se va a consumar y que ni todos los poderes y vanaglorias del mundo podrán tampoco frenar con sus engaños.


Cuando leo y medito este Evangelio, me detengo en su final, en la frase que reza que los Ángeles se le acercaron y le servían. Y me imagino a los Ángeles espectadores de las tentaciones del diablo a Cristo, entendiendo, como sólo los Ángeles pueden, los pormenores y las profundidades de la escena, tan nueva: Un hombre resistiendo y venciendo al Tentador, algo nunca visto. Y un hombre que es Dios, el Hijo de Dios.

Para cerrar la meditación evoco en ese mismo desierto los versos del Cantar de los Cantares:

¿Qué es eso que sube del desierto,
como una columna de humo,
perfumada de mirra y de incienso
y de todos los perfumes?

Es el aroma fragante de Cristo Vencedor, que sube como incienso de sacrificio aromático, como la primicia de otros aromas que por su gracia subirán al Altísmo con suavísimo olor victorioso, cada vez que un cristiano resiste y vence, por la gracia de Cristo, al demonio, al mundo, a la carne.

*** Previamente, con Cristo como centro y motivo, el privilegio de la Inmaculada Concepción supone un adelanto de la gracia definitiva del Nuevo Testamento, pero es un Misterio de internis, que ocurre en el alma santificada de la Virgen y no se manifiesta ad extra.


+T.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sobre un articulete del p. Iraburu


Al padre Iraburu le tengo un gran aprecio por su doctrina, por su empeño en publicar y mantener una ortodoxia católica en un medio bastante hostil. Iraburu se ha desgastado bregando por esa necesaria e insustituíble buena teología displicentemente obviada o culpablemente ignorada por casi toda nuestra Jerarquía. Ha sido y es uno de los pocos denunciantes de la pseudo-teología y mala doctrina que nos han invadido durante estos lamentables años post-conciliares y juanpablistas. Iraburu es un ejemplar sacerdote y un recto maestro, digno de mejores aprecios y más altas encomiendas, que el sabe que no le llegarán porque estamos inmersos en una época tristemente desolada, que no pagará el salario merecido a los buenos laboratores de la viña, al contrario. Pero el padre Iraburu no esperará ganancia terrena sino mérito eterno, en la Gloria, donde se paga de verdad a los de verdad. Su fundación Gratis Date me parece ejemplar, una iniciativa admirable como pocas.

Por mi parte, lo cortés no quita lo valiente y he mandado a hacer gárgaras al padre Iraburu tres o cuatro veces, cuando tenía el blog en Infocatólica (¡tonto yo que me fié de la oferta de su turbio director!). Recuerdo unas pocas veces que apareció comentando en tono discrepante alguno de mis articuletes, y lo despedí con cajas destempladas. Comprendo que mis opiniones gusten más o menos, pero si no gustan que no me lean y, por supuesto, que no me comenten. Y si se atreven, que se atengan a las consecuencias: El blog es mi espacio y tengo reservado derecho de admisión y a los incordiantes los mando al cuerno. Como al p. Iraburu cuando se terció. Como me parece que (de hecho) es quien parte el bacalao en Infocatólica, al poco del cañazo a Iraburu me cerraron el blog. Se non é vero (me faltan datos) é ben trovato.

Cuento todo esto, mis filias y mis fobias circa Iraburu, porque voy a hablar de él, de ese artículo sobre los que él llama, bastante peyorativamente, 'filo-lefebvristas'. Léanlo aquí.

Primeramente diré que la simpatía por Mons. Marcel Lefebvre y la FSSPX y sus anejos es, en estos tiempos confusos, prueba patente de buen gusto católico, ese buen gusto desgraciadamente perdido durante el post-concilio inmediato y el juanpablismo que le sucedió. Con los de la FSSPX y Mons. Lefebvre se puede discrepar sobre algunos puntos que son (que han sido) más que nada algunas decisiones in extremis y formas extremas de proceder. Lo que no se les podrá negar nunca es que han sido y son los mantenedores y representantes más sólidos de la catolicidad que se diluyó y desmontó en el post-concilio. Posiblemente habrá cosas que discutir o aclarar. Roma lo está haciendo justamente ahora, durante estos últimos meses, en unas conversaciones que demuestran - entre otras cosas - que cierto buen gusto perdido ha retornado a la Colina Vaticana. Convocar, invitar, reunirse y sentarse a hablar es una declaración bastante implícita y suficientemente explícita de aprecio y constatable consideración. Entiendo yo.

Por eso no entiendo las reticencias envueltas en acusaciones del p. Iraburu. Diré incluso que no las esperaba, que suponía en el padre Iraburu un cierto 'talante' que parece que no tiene, o que ha perdido (quizá nunca lo tuvo). A estas alturas del confusionismo teológico-doctrinal-litúrgico que desfigura a la Iglesia Católica, la re-valorización de la FSSPX y de Monseñor Marcel Lefèbvre no es una casualidad. Como prueba a la inversa, el propio articulete del preocupado (?) Iraburu parece dejarlo demostrado.

El padre Iraburu que quizá pudo haber representado en y para España una resistencia católica que aquí, desgraciadamente, no tuvimos. Y se nota. Y se sufre.

En la España de la movida taranconista, los católicos conscientes se atrincheraron en torno a Don Marcelo y su alcázar toledano. Coincidieron las innovaciones post-conciliares con el declive del régimen y se confudieron política y catolicismo. Los tardo-franquismos y las derechas indefinidas y desarticuladas comulgaban con el catolicismo de Don Marcelo sin darse cuenta de que Don Marcelo era un formidable figurón, tanto que toda la reforma litúrgica de la España post-conciliar se hizo con rúbrica de Don Marcelo, a la sazón presidente de la Comisión de Liturgia de la CEE. Una paradoja, casi como uno de esos trampantojos de nuestros pintores del barroco, que pintaban tan realisticamente que engañaban al espectador figurando una realidad estudiadamente presentada, siendo, de hecho, una realísima irrealidad. Estupendo efecto, pero sólo efecto: Lienzo, pintura, marco y el ojo engañado del espectador merced al buen arte y oficio del maestro pintor.

En España (como en todos sitios) quasi todo lo católico se disolvió como la sustancia en el puchero, quedando luego del cocimiento la poca materia con la que subsistimos. En tal grado de carencia que - pongo por ejemplo - el juanpablismo nos parece ultra-católico y algunos grupos, movimientos, espiritualidades y neo-fundaciones el no va más de la catolicidad, cuando son sólo el muestrario del catolicismo descarnado y famélico resultado de la crisis post-conciliar.

Alguna vez algunos pensaron (¡soñaron!) con una élite católica resistente, militante, actuante. Por ejemplo - y el ejemplo me lo invento yo - una cuadrilla con el padre Aldama, el padre Mendizábal, el padre Ribera y el padre Iraburu para lidiar en la plaza y armar la tremolina y cortar dos orejas y rabo, y salir a hombros por la puerta grande. Pero no; no pudo ser. O no se quiso que fuera.

Ya se sabe: Que si la obediencia, que si la unidad, que si la caridad...Y todas esas consideraciones prudentes, desarmantes y anuladoras. Todo eso que los grandes renovadores del Catolicismo tuvieron muy claro en su tiempo qué era y qué no era (obediencia, unidad, caridad) ¿O se imaginan ustedes, por ejemplo, a Stª Teresa de Jesús renunciando a la reforma descalza y a sus fundaciones por no romper la obediencia, la unidad o la caridad con los que la malquerían (o no la seguían)? Y como ella, los demás de su tiempo, incluyendo al 'rompedor' Ignacio de Loyola y los otros valientes.

Para ciertos menesteres no basta ser santo de alcoba, hay que lanzarse, empeñarse, organizarse. Los eremitas son santos, pero inciden poco en la Iglesia del momento. La batalla contra los arrianos la pelea y la gana el aguerrido e incansable Atanasio; que no digo yo que no le valieran a distancia las oraciones, intercesiones y penitencias de los eremitas de la Tebaida in communione sanctorum, pero la batalla post-Nicea es una guerra de Athanasius contra mundum. Algunos no lo olvidamos; otros parece que sí.

Minar a los resistentes es una forma de aliarse, se reconozca o no, con el enemigo. O de hacer el juego a los 'semi'. Ya se sabe: los semi-arrianos, los semi-pelagianos...o los semi-católicos; esos que piensan que la media heterodoxia consensuada y/o pactada es la salvación para hoy y el futuro asegurado para mañana.

Yo prefiero admirar a los del castillo, lo confieso. No estaré dentro de las murallas - lo confieso también - pero no les tiro cañonazos, ni les corto suministros, ni les niego el agua y la sal, ni les desgasto, ni les pongo en el disparadero. Tengo claro, muy claro, que no son el enemigo. Todo lo contrario.


Volviendo a Iraburu, yo diría que se mira en un espejo y no encuentra su figura. Pudiendo haber sido algo más, mucho más. Él y los de su generación.

Por eso me parece un tanto patético, caballero de triste figura, lanza en ristre, con tropilla de Sanchopanzas que le ven ir contra los gigantes y caer junto a los molinos - ¡aunque ciertos sean los toros! -.

Pero la batalla contra el turco necesita escuadras que el ya nunca podrá armar.

Cordiáliter, of course.

p.s. Por cierto: Para Quijote-Quijote, el que esto escribe. Aun más que el susodicho, que, por lo menos, tiene acrisolada fama y reconocidos medios.


+T.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El Papa contesta


Camarillas las ha habido siempre, unas mejores, otras peores, unas han funcionado, otras han renqueado, unas para bien, otras para mal. Pero la camarilla (si existe) de nuestro Papa Benedicto va a quedar como una de las más penosas, deficientes, torpes y metepatas de la historia reciente. Lo malo es que la camarilla (si la hubiera) no sólo es incapaz de parar los golpes, sino que parece que los prepara. Al final todos los porrazos van a la Cabeza Visible, que es el Papa. El próximo (luego de la serie formidable de patinazos desde lo de Ratisbona a lo de los preservativos etc.) va a ser el espectáculo de el Papa contesta. El Viernes Santo, para más inri.

¿Tiene el Papa que descender a esos espacios de comunicación televisiva? ¿No debe mantenerse la Sede de Pedro en un nivel por encima de los comunes? Porque, sea como sea y lo que sea, será el Papa el que hable y exponga y conteste. ¿Le compete ese nivel?

La vulgarización de personas e instituciones ha sido una de las características de nuestra post-modernidad. Han bajado a la calle (y hasta a las cloacas) los tronos más altos, las coronas reales, las diginidades, las honorabilidades, los jefes de estado y de gobierno. Lo aristocrático se ha corrompido volviéndose pasto de la plebe, sin que la plebe se haya elevado al podio de la sangre azul después de rumiar paja de nobleza. Hay cosas que no se digieren nunca y muros de separación que nunca caen.

Volviendo al Papa, el juanpablismo inauguró cosas e introdujo formas impensables; actos, recibimientos, presencias, comparecencias, celebraciones y apariciones que nunca debieron ser protagonizadas por el Papa. Pero fueron aquellos largos años en que la norma era el Papa quiere y se hace lo que el Papa quiera. Y todavía parece que el aperturismo condescendiente sigue. Y seguirá causando estragos, como siga.

Hay, por ejemplo, una diferencia ofensivamente degradante entre la sedia gestatoria que se despreció y el papamovil que se aplaudió, entre la tiara displicentemente olvidada y los mil sombreros ridículos, indignos, impropios y ofensivos que el Beato Súbito se puso o se probó por todo el mundo; y Benedicto también, alguno, por esa confusa y equívoca idea de empatía, tan mal gestionada por su camarailla (si la tuviera).


No me gusta que el Papa, un Viernes Santo, salga en la televisión contestando preguntas; preguntas, por otra parte, escogidas, preparadas y presentadas ad casum, una quasi-ficción estudiada y ensayada para demostrar no sé qué cercanía con no sé cuales fieles. No me gusta ni lo entiendo.

Tampoco sé qué piensan que ganan o que se va a ganar con escenas como esa, tan 'light', tan insuficientes e insatisfactorias a la postre.

Al final es la figura del Papa la que se resiente, quedando expuesto a reacciones y comentarios desfavorables o indiferentes, siempre erosionantes.

Los católicos de verdad no necesitamos 'cercanías' papales; y los que no son católicos no se volverán papistas por ver al Papa como se ve a cualquiera, medido con el mismo rasero vulgar con que nuestro decadente mundo iguala a todos (con la paradoja perversa de ser luego tan disparatada su desigualdad).

Aprovecho para volver a proclamar lo necesarios que somos los más papistas que el Papa. Una especie católica cada vez más escasa, pero quizá nunca como ahora tan necesaria.

¡Apúntense!


+T.

martes, 8 de marzo de 2011

Nuevas formas de vida consagrada (¿Lerma va camino de esto?)


Con la metamorfosis de las ex-clarisas de Lerma y sus nuevos hábitos y sus nuevas formas, se ha hecho patente en España un fenómeno que en Europa se conoce hace ya varias décadas: Los nuevos institutos religiosos con una 'nueva impronta monacal'.

La impresión que dan es esa misma que dan las de Lerma, un juvenil entusiasmo animado por una espiritualidad neo-católica (postconciliar-juanpablista, es decir) con elementos más o menos reconocibles, unos tomados de la tradición religiosa monacal/conventual católica, y otros más novedosos y modernos. Personalmente - y supongo que más de uno compartirá conmigo esta impresión - distingo ciertos tonos, algunos detalles que parecen inspirados incluso en el cine.
¿Recuerdan ustedes la peli de Franco Zeffirelli Fratello Sole Sorella Luna/Hermano Sol Hermana Luna? Pues miren estas fotos y comparen:

Una neo-conventualidad mixta e idílica

Si quieren saber más sobre el grupo, lean aquí:

La Fraternidad de Tiberíades

Y aquí un enlace a la página web de la susodicha comunidad:

Fraternité de Tibériade

Si echan un vistazo a las galerías de fotos verán una exposición a la par encantadora, ingénua, sorprendente y a veces chocante.

No es la única. En Francia y Bélgica hay otras más por el estilo. Las ex-clarisas de Lerma van por el mismo camino. No sé si se habrán planteado lo de crear la rama para los chicos, pero no sería extraño, ya lo he comentado alguna vez.

El estilo compagina lo naturalista con una espiritualidad inspirada en el espíritu de las Bienaventuranzas y otros elementos contemporáneos, unas formas con cierto sabor a grupos de scouts, grupos de animación juvenil, grupos de oración y reflexión etc. Yo diría también que es manifiestamente reconocible la impronta de Taizé, así como la influencia de las Comunidades Neocatecumenales y bastants elementos de la Renovación Carismática. En Bélgica surgió la Communauté des Beatitudes - Comunidad de las Bienaventuranzas que ha sido un poco el modelo matriz de estos nuevos grupos.

De hecho suponen una contra-oferta a la vocación monacal tradicional. Estas nuevas formas parecen prender más facilmente en el ánimo quizá poco formado, diluído, de algunos jóvenes con cierta intención vocacional, que se alejan de la vida monacal tradicional, quizá por falta de una oportuna dirección espiritualidad y un adecuado discernimiento.

Pero las vocaciones de nuestro siglo XXI no son las de hace cuarenta o cincuenta años. Sin ser experto en el tema, me parece obvio el tirón/impacto que la presentación de una vida consagrada 'idílica', con esa ambientación juvenil-naturista, puede causar en el ánimo impresionable de un joven 'urbano' de perfil post-moderno.

El 'encanto' y la simpática impresión de estos grupos es parte de su éxito, una amable tarjeta de presentación. Que a veces se acompaña también de un reconocimiento más formal, con más sustancia. Por ejemplo, uno de los autores de espiritualidad católica más leidos y mejor recibidos de estos últimos años, el p. Jacques Philippe, es miembro de las Beatitudes. Destaco a este autor porque sus libros han sido editados y difundidos en distintos medios y ambientes católicos con notorio éxito. Y lo recalco para que se entienda que hay más, algo más sólido que esa primera impresión  poco sustancial, o al menos ingénua.


¿Subsistirán? Sí, si perseveran. El entusiasmo juvenil se irá moderando con el temple de la madurez y la sabiduría de la ancianidad. Si perseveran, como digo.

Si son fieles, un día dejaran atrás el franciscanismo amable y descubrirán y experimentarán el temor y el temblor de la Cruz, con su dolorosa sabiduría. Dejarán las estampas luminosas y bucólicas y se verán inmersos en el contraluz zurbaranesco o el tenebrismo de la celda con flagelo y bodegón con calavera y vánitas, que todo eso es también vida consagrada. Si perseveran irán pasando por todas las estancias del Castillo Interior, algunos se adentrarán más, otros se pararán en alguna alcoba, en algún nivel. Pero no podrán perpetuarse ni madurar en virtudes y vida religiosa practicando un perpetuo juniorado.

Me preocupa especialmente la alteración de la liturgia, la mixtificación de estilos e influencias espirituales con otras más ambientales, superficiales. Echo en falta la búsqueda realista de las raíces que ha sido una de las características más reconocibles y apreciables de los movimientos de renovación intra-católicos, cuando los ha habido. Una sólida inspiración en los orígenes y los hitos de la vida consagrada de ayer para revivirla ahora.

Oremus!

+T.

lunes, 7 de marzo de 2011

Verdades de Carnaval




Aunque parezca mentira, con Felipe estábamos mejón:

Es la Chirigota de las Viudas (¡Óle!), de Cádiz (¡Óle, Óle y Óle!), y era el año 1994, en Febrero, por Carnavales, y habían 3 millones de parados. Pero ahora, diecisiete años después, ya vamos camino de los 5 millones. Con el esperpento de Zp, el mú ¡¡¡******!!!! (<--- aquí póngase/dígase el insulto que más convenga u se prefiera), con la sonrisita de ¡¡¡*****!!! (idem/lo mismo) apestando y corrompiendo a España y el extranjero.

De tres millones de parados a cinco millones: ¡Dos millones de progreso! 

Esos son los adelantos y los progresos del psoe y la piara de los socialistas.

¡¡¡ A ver si revientan tós y los barre un tsunami y los arrastra al País de Irás y no Volverás!!!.

p.s. Y al que no diga tres veces ¡Óle! que se le seque la yerbabuena (¡¡Óle, Óle y Óle!!), of course.


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