domingo, 22 de junio de 2008

Pro causa Christi


Como decía, metieron al seglar con el Cardenal-Obispo, y salen los dos juntos el día del martirio de Juan Fisher, adelantándose el martirio de Tomás Moro dos semanas sobre su fecha real. Cosas de los Papas y los Cardenales y los Obispos y los curas, que al fin son clero y prevalece la jerarquía ordenada sobre el láico corriente.

Aunque, bien considerado, siempre es más, mucho más, muchísimo más, un clérigo que un seglar. Absolutamente. Pero, como soy devoto más de Tomás Moro y menos de John Fisher, le concedo primacía de simpatía - salva siempre la preeminencia sacerdotal - al Canciller, no al Cardenal.

Por eso, para compensar, hablaré del Cardenal. Que no tenía cara de cardenal, por cierto, ni le dio tiempo a coger cara cardenalicia. Fue cardenal in extremis, un 21 Mayo de 1535, a un mes justo de su decapitación, el 22 de Junio, hasta el punto de corroborar que la púrpura le aseguró el martirio, más profética que nunca, instituyéndole más cardenal que ninguno. Los cardenales de su tiempo, los de su Colegio Cardenalicio, eran renacentistas...con todas las consecuencias. Pero John Fisher de Rochester parece haberse quedado con el perfil de un místico renano, de un solitario estilo Tomas de Kempis.

El retrato fidedigno de Holbein, un dibujo para un cuadro que no sé si llegaría a pintar, es descarnadamente realista, implacable en plasmar los rasgos ascéticos. Una mirada viva, inteligente, pero serena; las mejillas enjutas, todo pómulos y mentón; unos labios finos, apreciativos, cerrados para la mentira y preparados para exponer y clamar verdades; un semblante franco, sin máscaras falsas, con prístina apariencia; inteligente, consciente, atento, despierto, avizor. Y un buen humor - no diré ironía - latente, simpático en cuanto empiece a hablar ¿Si digo sal y digo luz, exagero? Pero hay sal y luz, sin duda, en ese hombre de Iglesia que retrataba el agudo, retratista sin par, Holbein jr.


- El retrato de Moro, es más amable, menos duro, más familiar. Holbein deja traslucir una empatía con el retratado, que falta en el retrato de Fisher, tan fiel, pero más distante. No sé si será impresión-ilusión mía, pero en la mirada del boceto de Moro (en el óleo no) los ojos del humanista parecen ensoñar una Utopía (o una visión? o un martirio?), con perspicacia extático-profética. -

El prelado John Fisher no era hombre venal. En tiempos de crisis (y en todo tiempo!) se miden las corruptelas secundum hominem. Fisher, siendo de lo mejor, se queda discretamente en Rochester, y no se ve que aspire a Canterbury, ni a York. Y sin embargo podía. Podía porque fue excelente alumno y enseñante en Cambridge, en su college, que luego devendría el célebre Trinity. Por Fisher, fue Erasmo a enseñar a Cambridge, y cultivaron en cordial entendimiento aquel humanismo, lo mejor que dio el siglo.

Su palabra, su consejo, su juicio, su opinión, valían mucho para Enrique, el rey, porque Fisher fue el capellán de su abuela, la gran matriarca de los Tudor, la inteligente e influyente (nunca reina, siempre reinando) Margarita de Beaufort. Las circunstancias que determinaron el fin de la Guerra de las dos Rosas y la llegada al trono de los Tudor, hacían todavía vulnerable la posición de una Casa con sólo dos monarcas reinantes. Los tronos se aseguran más que con las armas, con las almas, y no hay rey sin hombres del rey.

En una tópica exposición de la degeneración de un reino por un rey, la causa de Henry se convirtió en la causa de Inglaterra, y estar contra Enrique equivalía a estar contra el reino y la nación. Una lectura tópica hecha tantas veces por cualquier tirania. Pocos resisten a los tiranos, porque los hombres se amoldan facilmente al devenir, sin oponerse al poder cuando reconocen la voluntad del que lo detenta.

Se rindieron casi todos, como en tablero de un juego con pena de muerte, con un que rey se imponía o ejecutaba, y el Henricus Rex Defensor Fidei se irguó desafiante como cabeza de una nueva Iglesia frente a Roma y el Papa. Lástima que la verdad y santidad de Roma y el Papa no estuvieran, en aquellos momentos, encarnados en hombres dignos y santos, con la excelsa santidad del ministerio ensombrecida por la indignidad de los ministros. Pero es Santa siempre la Iglesia, y la santidad martirial que necesitaba, la tuvo tan alta, tan digna, como en pocos momentos más de la historia.

Cuando caen las cabezas de Fisher y Moro (22 de Junio y 6 de Julio de 1535) , la antigua historia del canciller y obispo Thomas Becket refresca con sangre nueva de un obispo y un canciller la defensa del honor de Dios. Otra vez frente al querer de un rey y su reino, casi reviviendo estampas antiguas de una historia ya representada en casi el mismo escenario, reinterpretada ahora por nuevos campeones de la misma causa de Cristo y su Iglesia, como una glosa con carne y con sangre del Evangelio de la Misa hoy, Mt 19, 26-33:

"No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna... Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos."



A cinco siglos de distancia, los Santos Mártires Juan Fisher y Tomas Moro siguen siendo un testimonio clamoroso contra una iglesia que nace cismática y manchada por las pasiones de un tirano. Cismática en orígen y germen de cismas sectarios, el último cisma dentro de la Comunión Anglicana está a punto de consumarse, con una nueva división de la jerarquía, tan descompuesta, tan degenerada "capite et in membris".

La Iglesia de Fisher y Moro sigue siendo la misma, en Roma, la misma de Pedro y de Pablo, la misma que fundó Cristo sobre una piedra tantas veces confirmada y robustecida con la sangre de sus Mártires: Que ellos rueguen por nosotros y por esa misma Iglesia de la que son, en la que estamos.

Adsumus! Tu autem, Dómine, miserere!



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viernes, 20 de junio de 2008

Tornos, disciplinas y pláticas

Soy tímido, más bien. Con gran sentido del ridículo. Hipercrítico de quasi todo y consciente de que perfecto sólo es Dios, y de Èl para abajo, nadie (menos la Virgen que es su Madre, que Esa es aparte como explica el potuit-decuit-ergo fecit. Amén).

Este preámbulo quizá sea excesivo para lo que comentaré, que es tan poca cosa y tan ridícula. Pero me afecta en la medida en que hay gente que piensa que me afecta, y no me afecta, y por eso me afecta. Y comento. Y critico. Que es lo que puedo, tan sólo, por otra parte.

Primero diré que persevero en la mortificación. Tiendo a la perfección - yo, tan imperfecto - y me mortifico la mente, los ojos, los oídos y la razón. Con medida, sin pasarse, con permiso expreso de mi director espiritual, que es duro y de vieja escuela.

Cuando las Carmelitas del Barrio de Stª Cruz dejaron de hacer disciplinas de cáñamo y cilicios de alambre (también se cortaron el hábito, se quitaron la toca, se menguaron el velo, y se quedaron remotamente parecidas a las que Stª Teresa reformó, siendo ahora vulgares monjas decadentes en aceleración); pues cuando pensaron que lo suyo no era fomentar la penitencia sino el liberal-catolicismo claustral, yo me quedé sin instrumentos de mortificación. Me propusieron otras formas, otros materiales. Pero me resisto; es que la costumbre y tal, aparte de que uno es muy clásico para las penitencias y estas cosas serias.

Yo llegaba al portón, pasaba al compás y entraba en el zaguán de la portería, donde está el torno. Tiraba de la cadenilla y sonaba la campanilla del torno: Tilín-tilín-tilén-lén-tilíiiinnn...Al cabo de un ave (un Avemaría) se oía a través de la caoba del torno:

-"Ave María Purísima".

Y yo: - " Sin pecado concebida. Buenos días. Mire, madre, que quería una disciplina y dos cilicios, uno de los estrechos y otro de los anchos".

Y la monja, después de un silencio grave que duraba un compás de 4/4 largo maestoso: - "Ya sabrá Ud. lo que dice nuestro Padre San Juan (de la Cruz), que la disciplina sin orden es cosa de bestias".

Y yo: - "Si madre, lo sabía. Pero yo tomo disciplina por dirección espiritual; y muy moderada, aunque más merezco por mis pecados.

Y la monja: - "Quite, quite! Que se ve que es Ud. un santito, y quiere adelantar virtudes.

Y yo: - "Pues qué poco ve Ud. madre, porque de santo yo no tengo ni un pellizco, que soy más malo que un dolor.

Y la monja: - "Ay! Qué cosas dice usted. ¿Ud. no será el dirigido del padre Lecaróz, aquel que vino con él cuando el triduo de nuestra Santa Madre, verdad?

Y yo: - "El mismo, pero más pecador".

Y la monja: - "Ay qué alegría! Cuando se lo diga a la la Madre (la Priora) se va a alegrar muchísimo. Pues que sepa que pedimos por usted, por su vocación, porque se veía que Ud. tenía vocación..."

- ¡¡¡...Talán-talán-talán-talán-talán...!!!

Y la monja: - "Ay, vaya por Dios! Que tocan a Sexta, y tengo que cerrar el torno. Mire, ahí lleva, en la bolsita, separados, la disciplina y los cilicios. Y rece por nosotras que nosotras rezamos por Ud.

Y yo: -"Muchísimas gracias, madre. ¿Cuánto es?

Y la monja: -"Estas cosas no se venden, Ud. sabe. Lo que Ud. quiera dejar, lo deja como limosna para el convento."

Y yo: -"Muchísimas gracias, Dios se lo pague. Ahí dejo una limosna, en el sobrecito".

Y la monja: -" Dios se lo pague a Ud. Mire, llévese estos escapularios, y unas estampas de nuestra Santa Madre; y también un librito con las máximas de San Juan de la Cruz, que nos lo han mandado de Ávila, de regalito.

Y yo: - "Vamos madre, que como no me vuelva santo no será por falta de medios ni por culpa de Ud."

Y la monja: - Ay! Jesús! Las cosas que dice! Ea, Vaya Ud. con Dios! Y que rezamos por usted, no se olvide.

Y yo: - Gracias, madre. Recuerdos a la Priora y a las demás. Con Dios!

Pues como las monjas ya no son aquella madre tornera y cada vez se le parecen menos (para detrimento de ellas), ya no han lugar estas escenas, ni me dan por el torno material ascético, ni estampitas, ni máximas de San Juan de la Cruz. Sunt lácrimae rerum!





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jueves, 19 de junio de 2008

Ysidorus secundum Benedictum


Ayer, en la audiencia de los miércoles, Benedicto XVI habló de San Isidoro. De Sevilla, por supuesto. Significativamente, España no se nombró. Se nombró a Sevilla, se nombró a Toledo, se aludió a la "patria" isidoriana, pero España no se nombró. En Roma no dan puntada sin hilo, y esa puntada no se dió aunque el Papa enseñara de San Isidoro de Sevilla, que está en España. ¿No están las cosas para hablar de España aunque se esté hablando de un Santo español?

¿Por qué sacar a San Isidoro en Junio, cuando hubiera sido más propio en torno a su fecha, que es en Abril? En lo que lleva de pontificado, Benedicto suele sacar ciertas figuras de la Patrística en las alocuciones a los peregrinos. Quizá con San Isidoro, el último padre de Occidente, se cerrará un ciclo temático. Si salen más padres en los sucesivos miércoles, será obvio que no sacó a San Isidoro para concluir.

Ha dicho de San Isidoro cosas que se suelen decir de nuestro Obispo, quizá el resumen que leyó en español reúna el tópico isidoriano, sobre todo la afirmación de "Más que dado a la síntesis, Isidoro poseyó el don de la collatio, es decir, de la recopilación..."

Y sin embargo, el discurso-lección del Papa tiene su originalidad por el Isidoro que selecciona y que comenta, sucinta pero significativamente.

Por ejemplo, cuando dice citando:

"El responsable de una Iglesia (vir ecclesiasticus) por una parte tiene que dejarse crucificar al mundo con la mortificación de la carne, y por otra, tiene que aceptar la decisión del orden eclesiástico, cuando procede de la voluntad de Dios, de dedicarse al gobierno con humildad, aunque no quisiera hacerlo" (Libro de las Sentencias III, 33, 1: PL 83, col. 705 B).

Y añade un párrafo después: "Los hombres de Dios (sancti viri) no desean ni mucho menos dedicarse a las cosas seculares y gimen cuando, por un misterioso designio divino, se les encargan ciertas responsabilidades... Hacen todo lo posible para evitarlas, pero aceptan aquello que no quisieran y hacen lo que habrían querido evitar. Entran así en el secreto del corazón y allí, adentro, tratan de comprender qué es lo que les pide la misteriosa voluntad de Dios. Y cuando se dan cuenta de que tienen que someterse a los designios de Dios, agachan la cabeza del corazón bajo el yugo de la decisión divina" (Libro de las Sentencias III, 33, 3: PL 83, col. 705-706).

¿Está auto-describiendo Benedicto su situación-vocación-estado? Me parece que sí, que se puede trazar ese "paralelo" entre Isidoro, lo que dicen esas citas, y el caso particular de Benedicto. Aunque el texto isidoriano es aplicable y referible a la vocación sacerdotal-eclesial en general, mantengo la opinión de que Benedicto (consciente? subsconsciente?) habla de sí mismo con la lengua y el cálamo de Isidoro.



También me resulta elocuente la ponderada alabanza de la actividad y el retiro en una integridad no excluyente, necesarios ambos para la Iglesia y los que se consagran a la Iglesia:

- Un ejemplo significativo en este sentido es la enseñanza de Isidoro sobre las relaciones entre vida activa y vida contemplativa. Escribe: "Quienes tratan de lograr el descanso de la contemplación tienen que entrenarse antes en el estadio de la vida activa; de este modo, liberados de los residuos del pecado, serán capaces de presentar ese corazón puro que permite ver a Dios" (Diferencias II, 34, 133: PL 83, col 91A).

El realismo de auténtico pastor le convence del riesgo que corren los fieles de vivir una vida reducida a una sola dimensión. Por este motivo, añade: "El camino intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una alternancia de las dos formas" (o.c., 134: ivi, col 91B).

Isidoro busca la confirmación definitiva de una orientación adecuada de vida en el ejemplo de Cristo y dice: "El Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el día se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración" (o.c. 134: ivi).

A la luz de este ejemplo del divino Maestro, Isidoro ofrece esta precisa enseñanza moral: "Por este motivo, el siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación, sin negarse a la vida activa. Comportarse de otra manera no sería justo. De hecho, así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra" (o.c., 135: ivi, col 91C).

Benedicto, tan benedictino, ha rastreado el "Ora et Labora" de San Benito en San Isidoro, no me cabe duda. Sería digno de estudio investigar si Isidoro recibió la impronta benedictina de la régula; ¿por Gregorio Magno, que era amigo de Leandro, el hermano y formador y predecesor episcopal de Isidoro? A los tres nombra Benedicto en su exposición. Un simpático estudio, ya digo.


Pero no habla de España. ¿O sí? Esto lleva implícito algo:

-"Para comprender mejor a Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones políticas de su tiempo, que antes mencionaba: durante los años de la niñez había tenido que experimentar la amargura del exilio. A pesar de ello, estaba lleno de entusiasmo: experimentaba la pasión de contribuir a la formación de un pueblo que encontraba finalmente su unidad, tanto a nivel político como religioso, con la conversión providencial del heredero al trono, el visigodo Hermenegildo, del arrianismo a la fe católica."

Algo de España, sobre España y para España.

Y esto, también:

-"En todo caso, hay que admirar su preocupación por no dejar de lado nada de lo que la experiencia humana produjo en la historia de su patria y del mundo. No hubiera querido perder nada de lo que el ser humano aprendió en las épocas antiguas, ya fueran éstas paganas, judías o cristianas. Por tanto, no debe sorprender el que, al perseguir este objetivo, no lograra transmitir adecuadamente, como él hubiera querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de la fe cristiana. Sin embargo, según las intenciones de Isidoro, las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, defendida por él con firmeza. Percibe la complejidad en la discusión de los problemas teológicos y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa."

Me pregunto a quién habla, a quién se dirige. ¿Simplemente a los peregrinos de la audiencia? ¿O habla para la España que no nombra, Obispos, fieles y gente de la patria de Isidoro en general? Sería extraño que no hubiera pensado en todo y en todos, dado el personaje del que habla y lo que de él habla.

El resumen con el saludo a los peregrinos de lengua española incluye esto también:
- "...admirable su preocupación por no descuidar nada de lo que la experiencia humana había producido en la historia de su patria y del mundo entero."

Total, que era de justicia que en el blog comentara algo del discurso del Papa en la audiencia de ayer. Sobre San Isidoro de Sevilla.

Con esta y otras dos ( y IIª) ya van tres isidorianas aquí. Pero esta es "pontificia", la más señalada.

p.s. Aquí se puede leer el discurso completo.

p.p.s. Y de ilustraciones, tres San Isidoros de primera: 1º el de Lorenzo Mercadante de Bretaña de la fachada del Baptisterio de la Catedral; 2º el de Martínez Montañés del retablo mayor de San Isidoro del Campo; 3º el de plata de Laureano de Pina del altar del monumento de la Catedral (el dorso, con la capa luciendo el escudo con la Giralda entre dos jarras de azucenas).


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miércoles, 18 de junio de 2008

De Regibus

No me cuesta confesarme monárquico porque profeso un credo monárquico. Y verdadero; el único que es verdad. Rezar el "...adveniat Regnum Tuum" es definitivo, y lo rezo conscientemente. Esa y otras oraciones que incluyen conceptos sinónimos, derivados, equivalentes y/o relativos. En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, el "...cuius Regni non erit finis" mantiene (me mantiene) alta la esperanza. Y muy activa.

Sed contra, me afecta el paradigmático y tenso pasaje del Profeta contra los monárquicos: I Sam 8 . La constitución de la primera monarquía de Israel sobre la preterición de Dios y su única realeza, resulta en ese texto tan cruda como desalentadora. Sed contra etiam, después del fracaso de los hombres, la gracia de Dios constituye un rey, David (Sal 78,70 y 89,4 y ss)., que siendo rey del mismo Israel, es distinto en tanto se establece entre Dios y él una relación de rey a Rey, de un rey al Rey. Desde esta nueva "constitución de la realeza", el rey que sirve al Rey es el verdadero (legítimo?) rey. Según este esquema, se juzgan en I y II Reyes y I y II Paralipómenos a cada rey y cada reinado. La Ley y la Alianza son el patrón, el metro de cada reino y su monarca.

La Cristiandad (que no la Iglesia) asumió pronto su versión, recreada desde la fundamentación mesiánica del Reino de Dios. Aparece tan fuerte en el comienzo, que hay que hacer malabarismos histórico-eclesiásticos para explicar la convocatoria del trascendental primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el 325, por Constantino Emperador, y no por voz de la Jerarquía Eclesiástica. Aunque hablaron y deliberaron y definieron los Padres Conciliares, Obispos del joven Orbe Católico, el que convoca y abre es el hijo de Constancio Cloro y Elena, Constantino. El cesaropapismo que corre por Bizancio, que emerge en Carlomagno, y resucita en los Otones, y va y viene por todo el Medievo del Sacro Imperio, y finiquitado el Imperio Sacro (?) Germánico re-surge quasi monstruosamente (pero con lógica explicable) en Napoleó, que destrona dinastías y entroniza a sus hermanos y cuñados y compadres (muy "mediterráneo", muy corso; racial: Sangre y genes al fin), y a él lo corona un Papa en París (bueno, uds. saben la historia).

Y al fin con Don Lotario Metternich - por mucho Santa que se le apellide - a la Alianza de trono y altar le restaban años como resuello a un tísico (romántico).


Romántica es mi filia monárquica, también. Un romántico monárquico que se despendola de tragicómica risa con los desechos de tienta que reinan en la Europa de las monarquías, las dinastías y las Casas Reales. Un panorama desolador desde los tronos nórdicos al Principado de Asturias. Un Principado con pseudo-princesa née asturiana cazurra y re-casada con un Felipe que, aunque de ínfimas cualidades monárquicas, reúne por padre y madre los más rancios genes de las más rancias sangres reales (excepción hecha de la veta sanguínea que mechó Doña Isabelona con la suya, que para eso era Reina y podía - y quería-).

A propósito: La risa se me vuelve floja estangúrrica cuando considero la causa de nuestro "tradicionalismo monárquico", que armó guerra civil por la causa de Borbones machos contra una Borbona hembra y su descendencia. Hasta para eso, España is different. Gloriosamente siempre, eso sí.

Los tradicionalistas franceses están más "diversificados", y salvo la excepción de los que se emocionan con el bisnieto del Caudillo y bisnieto de Alfonso XIII casado con criolla venezolana (risum teneatis!); salvos también los que queden adeptos a la Casa de Orleans y el Conde de París; salvos todos los demás con pretendiente real realmente pretendiente o ilusamente pretendido; salvas, decía, estas reales camarillas, los tradicionalistas más graves, consecuentes y conspícuos han optado por ser monárquicos sin rey, casi volviendo a los tiempos de Samuel y los jueces. Se espera (se alienta?) un juez estilo de la época de los Jueces ,que resuelva la premura del momento, que venza al filisteo de turno. Un Sansón, un Gedeón, hasta una Débora si se tercia. Pero no más.

No están los tiempos para reyes, ni para pedirlos, dado como están las Casas Rales que legitimarían, según la sangre, un rey.

¿Y qué hacemos con la monarquía, con nuestras monarquías? Lo tengo suficientemente claro, salvo detalles: Dejarlas (si nos dejan/si las dejan)donde están y como están, en barbecho, oreándose, pudriendo lo que les queda que pudrir (que son personas, que son ideas, que son cosas de las personas y de sus ideas). Troncos más podridos han rebrotado. Es mi sueño/ilusión de monárquico, aunque mi esencia y fundamento monárquico profundo no es de este mundo, ni tiene en este mundo su esperanza. Si me explico.



El yotube es emocionante: El Dios Salve al Rey que empieza sencilla, popular antífona en francés au temps du Roy Soleil; se vuelve solemne himno inglés de los Hannover parlamentaristas; retorna ferviente-patético otra vez popular para el Delfín, el hijo del decapitado Capeto, que no fue coronado rey; y se sublima casi místico-litúrgico en canto glorioso de los Romanov.

Es porque soy un monárquico-folklórico, moi même, aussí. Yes of course, sir. Hasta reconozco que me emocionan sobremanera las pompas fúnebres regias; quizá porque es lo más auténtico que les queda a los reyes y reinas que quedan. ¿N'est-ce pas?

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sábado, 14 de junio de 2008

Conversos de actualidad


La conversión es un suceso corriente en la Iglesia. Siempre es deseable, se ruega por ella, unas veces llega por gracia "tumbativa" de Dios, y otras no acaece a pesar de chaparrones de oraciones "pro conversione". También es un proceso contínuo, un iter con su finis no en esta vida, sino en los umbrales de la eterna. Es, en suma, un misterio dentro del Misterio.

Dicen que Bush jr. se convierte al catolicismo. Y habría que decirle que a buenas horas. Podría haberse convertido antes de la Guerra de Irak y haberle hecho caso al Papa, que quería paz y no una tarta con velitas. Era otro Papa entonces, el mismo que clamó contra la 1ª Guerra del Golfo que emprendió el papá del presunto convertible.

Entiendo que Bush 2º quiere lavarse la cara, las manos, la cabeza y los pies A este sí que le hace falta un lavabo integral, y seguro que no le dicen, como a San Pedro, que basta lavarse los pies. Se ha enfangado en todos los lodazares del universo mundo, y tiene manchas de sangre desde la frente al talón. Que se lave es una cuestión de higiene, moralidad y corrección política. Pero que le quiten lo matado; digo, lo bailado.

¿Cabe ilusionarse con la conversión de Bush jr.? Bueno, siempre hay almas santas, almas cándidas, que miran todo sub specie aeternitatis, y que se alegran con los Ángeles del Cielo por todo pecador que se arrepiente. Y hay también almas de cántaro que tocan palmas y dicen vivas a todo y por todo. Si ahora se apláuden hasta en los entierros, que se tiren cohetes por un converso presi de los USA, es natural.

¿Nos conviene? Yo diría que le conviene, sobre todo a él, al Bush 2º. A nosotros (a la Iglesia) nos resulta un converso incómodo, tanto como un Pinochet católico, verbigracia. También es verdad que la Iglesia es para los pecadores. Lo que pasa es que no sería de extrañar que nos acusarán de todas las fechorías de Bush, cargando las cuentas del presidente sobre la Iglesia si la Iglesia al fin lo acogiera. Se olvidarán, como siempre, que los peores entre los peores militan bajo la hoz y el martillo, la estrella roja, la svástica, el puño y la rosa, o la escuadra y el compás. Todos esos simbolitos han cobijado y cobijan a la canalla más canalla de las canallas todas. Por su parte, la Cruz de Cristo reúne y ampara a pecadores, o sea, arrepentidos que se han convertido y se están convirtiendo. De todas maneras, Bush no será una joya para enseñar con santo orgullo en la galería de los conversos y el muestrario de las conversiones.

¿Y el Papa? El Papa hace lo que debe hacer un Papa: Acoger, facilitar, y, si llegara el día, alegrarse. Sea como sea y lo que al fin sea, una conversión de estas es una rendición, en cierto sentido. Roma es muy experta en este tipo de rendiciones.

Por ilustrar con un ejemplo histórico, se me viene a la cabeza el caso de Cristina de Suecia, la reina. La dificil reina. Una reina ya liviana-casquivana, ya ilustrada avant la lettre, que aprendía matemáticas y dudas metódicas con Descartes; y que metía en su real alcoba a machos y hembras sin escrúpulos ni distinciones. Una real pieza. El caso es que dejó sus boreales realezas y el luteranismo en que se crió, y se vino a la máter Roma, conversa católica-apostólica-romana (1654-55). Una conmoción en Suecia, un bombazo en Europa, y un alegrón en Roma, que se festejó por todo lo alto, con acuñación de medallas y todo, siendo de las pocas alegrías que se llevó el bueno de Alejandro VII, que sufrió un purgativo pontificado acosado por su Cristianísima Majestad Louis XIV de la France. Y más faustos y más fiestas.



Cristina católica se quedó a vivir en Roma, y vivió la dolce vita, más "cálida" que la nórdica", con sus trajines y sus cosas, para incomodidad de los Papas que la tuvieron que llevar con paternal paciencia. Cuando murió la enterraron en San Pedro del Vaticano, siendo junto con Matilde de Canossa las dos únicas féminas sepultadas allí, con sus respectivos monumentos, entre muchos Papas y algún que otro cardenal.
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Pero no hubo más. Suecia siguió Suecia, y Europa Europa. Roma también siguió siendo Roma, gracias a Dios.

Si es verdad lo de Bush, sería el segundo grande entre los grandes que se convierte católico, después de Tony Blair. ¿Será posible que entre motete y motete palpite una conversión? A ver, a ver en qué queda el caso, si hay caso. Lo que si estoy seguro es que Benedicto XVI, tan discreto, sonreirá, bendecirá, y pedirá por los conversos y los que estén en trance de conversión, para que se arrepientan de sus yerros y perseveren en la gracia. Pero sin acuñar medallas ni hacerles monumentos en San Pedro.

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viernes, 13 de junio de 2008

In versículo IIº Salmi XLII (41)



Tengo el blog como una expansión, y no me gusta tratar seriedades doctas y graves de las de verdad-verdad. No es el sitio. Ni el momento. Ni merece la pena. Pero también me gusta que otros se tomen sus blogs más a pecho y con más rigor.

Dos de los que suelo visitar - este y este - se han liado a porfiar una cuestión de crítica-exégesis bíblica. Diría "bizantina", pero es "cervical". Discuten si "cervus" o "cerva" en la versión latina del verso 2º del Salmo 41 (ó 42, para más complicación si es Ud. profano-cateto bíblico, lo cual sentiría mucho, para desgracia de Ud.). Un salmo bellísmo, de los cantados/compuestos por los "Hijos de Coré", los Levitas Coraítas, tan famosos, que por algo suenan y tienen nombre propio. Abre el IIº libro de los cinco que componen el Salterio, y es de los más usados por la liturgia católica junto con el que le sigue, con el que compone "pareja" o es unidad, siendo el mismo o su continuación, según quien opine.

A mí me gusta enredar bizantinismos, si puedo. Y aporto mi parte de confusión-ilustración a la quaestio.

Y digo que no es suficiente para preferir "cervus" aferrarse al texto hebreo, que es el masorético, ca. s. X de nuestra era (en torno al año 900 después de Cristo). Sino que la lectio de los LXX ofrece más garantías de verter desde el hebreo antiguo con toda la fidelidad de los LXX, además con la certeza de haberse compuesto mucho antes, en torno a la mitad del siglo IIIº antes de Cristo, la legendaria pero válida fecha referencial que data en la Carta de Aristeas la traducción del Pentateuco al griego durante el reinado de Tolomeo IIº Filadelfo, y en sucesión de aproximadas fechas los demás textos del A.T. incluido el Salterio.

Yo prefiero "cervus". Si se trata de describir el barrunto ansioso del animal sediento, es más llamativo y significativo un venado macho alzando poderoso la cabeza y girando la imponente cornamenta, que una tímida y huidiza cierva, más dificil de ver y menos elocuente en movimientos y presencia para alegorizar una vehemente y poderosa ansia animal-anímico-espiritual. El hebreo, pues, parece que dice "cervus". Y la Vulgata, "cervus"; y "cervus" mantiene la Neo-Vulgata.

Pero los que eligen "cerva" desde los LXX, tienen el aval de un texto fidedigno y más antiguo que traduce muy fiablemente el hebreo de los viejos textos del A.T. al griego helenístico. Además, los textos de los LXX se escribieron y fijaron cuando todavía existía el Templo, había culto, y los levitas cantaban cotidie los Salmos, y no cabían esas dudas sobre qué cantaban cuando salmodiaban.

Para todo lo dicho no obsta el emblemita-sello de la B.A.C. que dice "cervus" y dibuja un patente "cervus", con una imponente cornamenta.

Y como ambientación, esta reconstrucción musical interpretando el Salmo 24, tal y como lo imagina la docta musicóloga Suzanne Haïk-Vantoura, que se atreve a meterse en tales arqueologías litúrgico-músico-sálmicas-veterotestamentarias, la muy osada. No suena mal la cosa, pero a saber cuánto supone o inventa la propia.
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¿Qué les parece? En los youtubes hay unos cuántos más, pero este me pareció más apropiado para el cervus/la cerva.

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jueves, 12 de junio de 2008

Onofre


Existe en Sevilla la Hermandad de San Onofre y Ánimas Benditas, con 40 señores hermanos de entre lo más conspicuo y rancio de la ciudad. Tiene capilla privilegiada en plena Plaza Nueva, y mantiene regular vida espiritual y culto, prestando su antiguo oratorio para la Adoración Perpetua del Stmº Sacramento.

La devoción a San Onofre me figuro que vendría con el desaparecido convento de San Francisco, anejo al cual estuvo la capilla. Extramuros, saliendo de la barriada San Jerónimo en dirección a La Rinconada, está el Humilladero de San Onofre, dentro de los antiguos límites del gran monasterio de San Jerónimo de Buenavista. El humilladero se encuentra hoy más humillado que nunca, embutida su maciza y bella arquitectura gótico-mudéjar entre los feos hierros de un puente que cruza la carretera.

Al Santo no le importará la molestia, porque en peores andurriales anduvo. Su memoria nos viene por testimonio directo de Pafnucio, el obispo de la Tebaida en el siglo IV, que lo conoció personalmente. Según su relato, lo encontró en un pequeño palmeral, donde Onofre vivió penitente más de sesenta años. Al verlo, Pafnucio se asustó por el desaliño del eremita, sin vestidos, sólo con un cinturón de hojas y la hirsuta barba, que con la cabellera intonsa le cubría todo el macilento cuerpo. Comía yerbas, raíces y los pocos dátiles de las palmeras. Onofre contó a Pafnucio que los Ángeles le llevaban la Comunión. Después dijeron que los Ángeles reverenciaron su cuerpo, cuando murió, poco tiempo después del encuentro con Pafnucio.

Pafnucio es otro caso notable. Conoció las últimas persecuciones, estuvo condenado a trabajos en las minas, y perdió en las torturas un ojo y una pierna. Tuerto y cojo, fue de los más venerados participantes del Ier. Concilio de Nicea, donde defendió junto a San Atanasio la fe ortodoxa, confesando la Divinidad de Cristo frente a los herejes arrianos. Tan venerable era su figura, que el emperador Constantino le besaba la cuenca vacía de su ojo tuerto, emocionado ante el anciano confesor. Digo esto para apoyar su testimonio sobre San Onofre; cuando un santo refrenda a otro, se entiende que está también edificado sobre la santidad que refiere. (De lo del beso en el ojo tuerto, no sé qué decir, la verdad. Pero gustos y devociones más raras hay. Conste).
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Después, durante la Edad Media, la memoria de San Onofre se enrarece. No es de los que salen en la Legenda Aurea, pero su caso es tan legendario como extraño, porque además de la recurrente historia de nacimiento principesco y señales y prodigios desde su infancia etc. la leyenda onofriana añade el episodio inaudito de un periodo de tiempo en el que el santo quedó convertido en mujer, y así anduvo por el mundo. No puedo dar más detalles. Ni tampoco me atrevo a sacar conclusiones. Por gracia de Dios, volvió a su ser natural, y así, penitentente en la Tebaida, le conoció San Pafnucio, en vísperas de su muerte.

En Roma tiene iglesia-convento en un privilegiado rincón del Gianícolo. Sobre el extremo de la Via della Conciliazione que da al Ponte, alla sinistra, vicino al Borgo Santo Spírito y su Ospedale, la salita di Sant'Onofrio lleva por una empinada escalinata hasta una placita, con la fachada de la Chiesa y su convento anejo. En él murió Torcuato Tasso, en unas dependencias del hospital de los caballeros del Santo Sepolcro de Jerusalén, la víspera del dia en que iban a coronarlo de laurel en el Campidoglio, el dia de San Marcos de 1595. Y allí, en Sant'Onofrio, está su tumba, con una escultura romántica que los baedeker dicen que es fea, pero a mí me gusta. En el pequeño claustro, unos lunetos del Cavalier D'Arpino, con escenas de la vida del Santo eremita. Y, ya en pleno Gianícolo, la Quercia del Tasso, una vieja encina partida por un rayo donde cuentan que el poeta se sentaba, viejo y cansado, soñando héroes y damas en verso. Molto bello, vero?
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Hoy no es un Santo popular. En Sevilla conocí los últimos tiempos de la devoción que tuvo su Altar en la Capilla de la Granada, en la Nave del Lagarto, en el Patio de los Naranjos de la Catedral. Mañana y tarde, una santera con trazas del Siglo de Oro, sentada en una sillita baja, mantenía las velas del Santo encendidas y ella se mantenía con las velas que le encendían al Santo. Daba a las devotas hojitas de hiedra fresca que pasaba por el cinturón de hiedra que tenía pintado el San Onofre del Altar, un cuadro barroco sevillano, más devocional que artístico. Iban muchas viudas en apuros, que encomendaban a San Onofre las estrecheces de su estado. Como en la Catedral los canónigos hodiernos cada vez son menos pios y creyentes (y la afección va in crescendo), cuando la santera murió (q.s.G.h.) nadie se encargó del culto al Santo. Y la capilla de la Granada, con su San Onofre, es un rincón olvidado entre los cachibaches para turistas del Patio de los Naranjos.

A pesar de todo, el Santo está muy tranquilo, arrodillado y orante, como siempre. Y encantado en ese rinconcillo de un pequeño paraíso que no es el eremo de la Tebaida. Al pie mismo de la Giralda, su Altar es casi cimiento de la Torre. Su altarcillo que vibra cuando repican las campanas de la Torre más bella de la Cristiandad.

Ex Voto: Al Señor San Onofre, de un su devoto y hermano de su hermandad y cofradía de Ánimas. Hisp. ii a. Id. Iun. MMVIII


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