domingo, 22 de julio de 2012
Planes
Me han mandado por duplicado el libreto del Plan Pastoral local para el curso que viene y el 'Año de la Fe', ciento cincuenta y tantas cuidadas páginas impresas de lo mismo. Para hacer una idea, el esquema de cada plan de cada departamento de cada secretaría de cada oficina de cada ente diocesano es, resumiendo, de este tenor:
plan: 1-objetivos 2-acciones 3- calendario.
Por ejemplo, pongamos, la Delegación Intersectorial de Pastoral en Diálogo Interpoliédrico:
.1-objetivos: Plasmación a todos los niveles de recurso del programa del año de la fe en convergencia sistemática con las actividades de esta delegación
.2-acciones: a) Potenciar la inserción pastoral del plan en coordinación con las actuaciones generales de parroquias, arciprestazgos y vicarías // b) Dinamizar la recepción ubícua de los diferentes estadios del plan en cada sector de todas las unidades de acción pastoral
.3-calendario: 16 de Octubre: conferencia-mesa redonda de exponentes objetivales // 1 de Enero: celebración de la jornada de la paz y el año de la fe en el marco del plan // 3 de Febrero: presentación del calendario de actividades y puntos referenciales // 14 de Marzo: programación abierta de talleres de planificación y temas // 20 de Abril: jornada abierta de agentes dinamizadores // 27 de Mayo: evaluación final de objetivos y puntos de marcha del plan // 20 de Junio1: liturgia compartida vivencial y cierre del curso.
Como son 24 Delegaciones, 14 secretariados y 8 comisiones y media, a cuarto kilo de papel couché impreso por cada ente actuante emitente, el resultado es un quasi mamotreto infumable-insondable-imputable.
Contiene citas que pasarán al acerbo patrimonial de las pastorales postconciliantes. Algunas son híper-colapsantes en grado comprimido, verbigracia:
P.de la salud. Objetivo: Presentar la fe como valor eficaz para vivir sanamente, descubriendo a Jesucristo como 'Sanador'.
P. obrera: "...Interpelados por la invitación conciliar a descubrir llamadas de Dios en los 'signos de los tiempos' en P.Obrera continuamos abordando con mirada renovada..."
Del. de Liturgia: "Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía (...) Que se vuelva a leer la Constitución 'Sacrosanctum Concilium' (...) y que sea conocida y asimilada como texto cualificado y normativo (...)
El grado de preocupación inherente a las sub-planificaciones del plan se incrementa al conocer los perfiles, obras y méritos de los respectivos agentes planificantes. Ellos y no otros.
Yo tengo pensado ofrecer un cirio con madroños a San Epafrodito Filipense y una Misa votiva a los Siete Santos Durmientes de Éfeso, para que todo pase pronto y sin más disgustos.
n.b. Como supondrán, el que esto redacta y comenta tiene por delante un estupendo y muy prometedor porvenir pastoral-curricular, con ascenso de escalafón vertiginoso y medalla de honor. Es obvio.
&.
miércoles, 18 de julio de 2012
Un amado hermano mayor, hijo de Sión, actuando con sensibilidad interreligiosa
A veces, entre la hojarasca confundente, asoma el leño puro y duro de la realidad. Como en este caso: Congresista israelí rompe y tira a la basura un ejemplar del Nuevo Testamento ;
aquí otra versión de la misma noticia
Confieso que eso mismo es lo que hago yo cuando me encuentro propaganda indeseable de sectas nocivas. Pero yo no soy diputado, ni alardeo en público de mi repugnancia, ni lo grabo en vídeo, ni me hago fotos interim. Tampoco soy un ocupante político-militar de un estado privado de sus derechos fundamentales por la opresión directa e indirecta de otro estado que profesa el insostenible credo político del exclusivismo mono-nacionalista, ocurriendo todo esto en el enclave geo-estratégico más sensiblemente peligroso del área Mediterráneo-Próximo Oriente.
Mientras rompía furibundo el Nuevo Testamento, el feroz indignado de kipá y gesto duro se ha acordado - un brote de memoria histórica made in Sion - de nuestra Santa Inquisición, curioso recuerdo, si de violencia y represión se trata, viviendo, como vive, entre el Líbano martirizado y la Gaza híper-atormentada. Cualquiera de los dos sangrantes escenarios le hubieran podido servir de ejemplo ilustrado si hubiera querido denunciar la actualidad de la sangre-dolor-lágrimas motivados por el odio y el fanatismo de hoy mismo, sin tener que recurrir a una historia de hace cinco siglos.
Pero lo más chocante es que el odio del energúmeno se ensañe contra el Nuevo Testamento, que son 4 Santos Evangelios más 23 Libros Santos que revelan el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. En estos Santos Textos, los más sagrados de la Biblia, los más venerables del mundo, la Víctima es el Hijo de Dios, y luego los perseguidos por su causa. Recurriendo a una paradójica acusación/confusión, el que se reconoce implícitamente como sucesor de los victimarios, abomina contra el Libro Sagrado por ser lo que es, el documento fundamental del Credo cristiano.
Si a los incautos propagandistas bíblicos (no-católicos) que han mandado a los diputados israelíes los ejemplares del NT habría que recordarles la cita de Mt 7,6 , a los entusiastas que sueñan con la Nostra Aetate debajo de la almohada habría que aggiornarles la prospección de los signos de los tiempos con estos sólidos incidentes que son pedradas de dura actualidad.
Mi respeto y admiración por la Santa Inquisición histórica no me lleva al delirio desatinado de pretender recuperarla para el siglo XXI. Por eso me extraña verla recordada por un vengador radicalizado que trasluce maneras de potro y hoguera.
Me dan miedo estas páginas de actualidad protagonizadas por imanes y rabinos de colmillo retorcido y lengua de metralleta, unos y otros, a cual más encanallados en la intención y la (temible) acción. Me dan horror.
Y me causa tristeza que el NT se vea como enemigo y sea odiado. Seguro que el rabioso Ben Ari no lo ha leído nunca (y si hubiera leído algo me preguntaría qué leyó y qué habría mal-entendido).
Por su parte, cada vez que sale a relucir uno de estos episodios de amarga realidad sin costra de azúcar, me admiro del entusiasmo iluminado de los Padres Conciliares que se decían atentos y abiertos al mundo.
No sé qué mundo verían, pero el mundo al que dirigían sus declaraciones y proclamas dudo que fuera el mundo real-real, el que habitan Ben Ari y todos los de su especie que en el mundo son (desde La Meca a Estambul, desde Nepal a Saigón, desde el Ártico al Antártico, el hemisterio boreal y el austral, quiero decir).
+T.
martes, 17 de julio de 2012
Los agentes activos (y los pasivos)
Una Misa televisada es un para-recurso pastoral comparable a un espejismo. Sin negar el vehículo de gracia que pueda llegar a ser (pienso en un enfermo, un anciano o un impedido circunstancial), la Misa televisada es un sucedáneo que no sustituye; sólo - y sólo en cierto sentido - complementa y compensa la devoción, virtulamente. De hecho, sería un buen ejemplo actualizado del ex ópere operantis, un sacramental en formato audiovisual para telespectadores.
Sin embargo, la retransmisión de un acto litúrgico puede tener un gran valor documental, y no es raro que se comente luego este o aquel detalle o particular de una Misa televisada. Hasta recuerdo algunas secciones de algunos periódicos que dedicaban una gacetilla criticando, para bien o para mal, la Misa televisada del Domingo. Un género articulístico pintoresco, cultivado por setentones de esos que mantienen un rincón de relleno en la prensa. Ahora el fenómeno blogerístico presta nuevas oportunidades a los interesados, como esta reciente publicación, que me ha llamado la atención:
La otra cara de la Misa dominical en televisión
No lo lean, que es un tostón. Si lo leen, verán que se parece a los comentarios del insufrible Andrés Pardo o a las acotaciones de los insoportables perpetradores litúrgicos de Phase o CPL. Ese estilo es el que fermentó en boca de la canalla liturgista que infecta las cátedras de los centros de de-formación teológica, passim. Mientras más provincianos y locales, más tocados por el síndrome.
Por curiosidad, para confirmar mi intuición (el olfato capta el hedor inconfundible de la pieza) me asomé al perfil del autor de la gacetilla, que resultó ser un bugninista histórico de primera. En manos de sujetos así estuvo la planificación y ejecución de la reforma litúrgica vaticanosegundista. Y si este ejemplar no hubiera colgado los hábitos y se hubiera casado, en sus manos, en algún organismo curial romano o diocesano, con mitra pastoral o con solideo de monsignore, seguiría estando el delicado asunto de la lex orandi-lex credendi, degenerando oficialmente.
La triste fatalidad es que, aun desde su exclaustrada posición desclericalizada, este sujeto (y muchos otros como él) sigue dictando, moviendo la férula del maestro de ceremonias, ordenando como deben ser las cosas de la celebración y las acciones del celebrante. Y me consta que hay despistados que se prenden al embeleco e incluso se admiran y apláuden al pseudo-liturgo y sus páutas post-conciliares.
En el articulillo que he enlazado usa expresiones/conceptos característicos:
"presbítero celebrante principal"..."presidiendo"..."escaso nivel de participación por parte de la asamblea"..."animadores de la asamblea"..."servicio a la comunidad eclesial reunida en asamblea para celebrar la eucaristía"..."canalizar debidamente la aportación(...) orientando adecuadamente el servicio (...)a la asamblea, no anulándola, sino impulsándola y animándola desde dentro."
La palabra 'Dios' aparece 1 sóla vez. A Jesucristo, ni se le nombra. Tampoco se dice 'Señor', ni 'Sacramento'. Pero sí se hacen citas netamente neo-litúrgicas como esta:
"... Los gestos del celebrante principal, como los saludos, la invitación al abrazo de paz, la elevación de los dones en la doxología al final de la plegaria eucarística y, sobre todo, el gesto emblemático de la fracción del pan, carecen, como casi siempre, de fuerza expresiva y de carga emocional. Resultan gestos rutinarios, insignificantes, chatos, incapaces de suscitar emoción alguna"
Su ideal sería que:
"...el alto nivel de participación y la fuerza expresiva de los gestos y palabras de la asamblea, fueran capaces de trascender y romper los moldes impuestos por las ondas, para que toda la comunidad de televidentes se sintiera involucrada y presente en la rica experiencia espiritual representada en las pantallas"
Y el colofón:
"...la misa de la Tele debe dejar de ser un espectáculo, para convertirse en una llamada imperiosa y conmovedora a la vivencia del misterio."
Se entiende que conceptos como estos degeneren luego, según la idiosincrasia de cada lugar, en "misas vivenciadas" como, por ejemplo, esta:
aquí otra del mismo estilo, un reportaje más extenso
En una tele-misa se pueden cometer muchos errores, de palabra (verbigracia el famoso caso del sermón indecente del perlado de Alcalá, un Viernes Santo), obra y/o omisión. Se corre siempre el peligro de contagio por imitación, en cierto paralelo con el efecto de la publicidad televisiva: Si sale en la tv es bueno. Y se imita, para bien o (más frecuentemente) para mal. La televisión es muy impresionante, y siempre hay un impresionable dispuesto a ser impresionado. Si es un caso de impresionable litúrgico, el daño suele ser proporcional a la mentecatez del impresionado.
Es solamente una muestra. Hay más y peor. Pero seguramente las excentricidades del celebrante y la participación vivencial de la asamblea serán del gusto del bugninista exclaustrado del articulete: Así es el culto católico segun la neo-liturgia post-conciliar.
¿Y la que algunos llaman "reforma benedictina", o, como dicen otros, la "reforma de la reforma"? Yo diría que, tal como transcurre, resulta bastante indefinida, lenta, insuficientemente promovida y estadísticamente insignificante. Y el efecto 'motu proprio' referido a la restauración de la Misa y la Liturgia Tradicional, lo mismo, o menos, mal que nos pese. Que nos pesa.
Interim, entre la culpabilidad indolente del episcopado juanpablista, la vieja guardia post-conciliar sigue demoliendo, degenerando y corrompiendo. Y la anarco-liturgia vive y reina, cada día más 'creativa' y menos católica.
Con las celebraciones del medio siglo del V-2º, se quiera o no, se entienda o no, se cometerán nuevos excesos, y se re-entronizará el bugninismo, con la coartada (?) y la excusa (?) de que las riquezas del Concilio están aun por profundizar y estrenar.
Todo ello enmarcado en el rutilante marco juanpablista del 'Año de la Fe'.
De la fe que se perdió por mal-celebrar los misterios de la fe.
Custos, quid de nocte?
+T
jueves, 5 de julio de 2012
Müller, sembrador de inquietudes
Es muy grave y anómalo poner al frente de un organismo garante de la ortodoxia a un teólogo con su ortodoxia sin garantizar. Se trata de un caso que no tiene satisfactoria explicación por mucho que se quiera explicar satisfactoriamente. Benedicto (salva reverentia) no ha escogido bien, ni ha escogido al mejor. Ni siquiera al menos malo. Aunque Mons. Nicola Bux salga, capote en mano, a hacerle un (discutible) quite: 'Se extrapola del contexto'.
El contexto - entiendo yo - es el mismo personaje: Müller, su obra y sus circunstancias. Es dificil, cuando no imposible, desprenderse de lo que uno ha sido y ha venido siendo. Haría falta una especie de declaración de conversión, al estilo de aquellas confesiones dogmático-doctrinales históricas, cuando se precisaban las cosas dichas o no dichas, con claridad meridiana, para no suscitar confusiones y/o erróneas interpretaciones.
Pero Müller no hace eso, al contrario, me parece (con permiso de Don Bux). Por ejemplo, de una entrevista que le hicieron poco después de hacerse público su nombramiento, entresaco dos inquietantes afirmaciones:
1)- "...La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la responsabilidad de promover, no sólo proteger (...) La idea es promover la teología y sus raíces en la revelación con garantía de calidad, teniendo en cuenta las novedades intelectuales de la época a escala mundial. No podemos limitarnos a repetir mecánicamente la única doctrina. Se debe ser sensible a la evolución de la época, los cambios sociológicos, el pensamiento de nuestros contemporáneos".
Fue uno de los postulados-tesis del modernismo esa revisión-reformulación de la fe y la doctrina, trasvasándola desde sus formas (que son fórmulas, palabras, doctrina, dogmas) originales (antiguas, tradicionales), al lenguaje, la cultura y las expresiones modernas, contemporáneas, actuales. Por ejemplo, pasar del concepto escolástico de la 'transubstanciación' al nuevo, más en consonancia con la filosofía contemporánea, de 'transignificación' o 'transfinaliación'. Así, explicaban sus autores, se discurría sin solución de continuidad entre Stº Tomás de Aquino y E. Schillebeeckx. Pero obviaban que en realidad se disolvía el dogma entre la doctrina recta de un Santo y la insuficiente y errada de un heterodoxo (aunque dominicos ambos). Así se ha escrito gran parte de la turbia teología del siglo XX post-conciliar y lo que llevamos del XXI tertiummilenarista advenido. Lo que piensa y escribe Müller sobre el Sacramento, parece ir en esta línea.
Lo segundo que dice y que me inquieta, en la misma línea que lo anterior, es esto:
2)- "... Uno no puede simplemente elegir lo que se ajusta a un determinado esquema (...) tiene que abrirse a la totalidad de la fe cristiana, toda la profesión de la fe, la historia de la Iglesia y el desarrollo de su enseñanza (...) la tradición viva (...) Cada época tiene sus propios desafíos...".
También el historicismo teológico es una vieja tesis del modernismo, explicando que toda doctrina tiene su razón de ser coyuntural, según el marco cronológico-cultural del momento en que se formuló. Ni existen verdades eternas ni la Iglesia puede pretender tales conceptos supra-cronólógicos que exceden su naturaleza y dimensión históricas: La Iglesia y la fe son devenir.
Desde esta tesis, todo el Credo cristiano, incluso las mismas Sagradas Escrituras, queda suspenso en el el éter de la indefinición, susceptibles de ser adaptadas según los cánones del pensamiento u orden social-cultural vigente. Los teologos como Müller serían los autores encargados de la re-formulación, manteniéndose atentos a los signos de los tiempos, en cada momento y lugar.
¿Me dirán Uds. que voy más allá de las mismas palabras de Müller? Les pregunto yo a Uds. si no ven en las afirmaciones de Müller la dirección en que apuntan.
Para remachar la inquietud que este nombramiento sorprendente nos suscita, Müller se auto-apologiza:
- "...Pero el Santo Padre me conoce a mí y mi trabajo teológico, no sólo como autor, sino también como experto en los sínodos de obispos en Roma o en la Conferencia Episcopal Alemana..."
Pues por todo eso - no obstante Don Bux - los católicos conscientes estamos agitados, desasosegados, disgustados.
Tanto que no salimos de nuestra perplejidad.
+T.
miércoles, 4 de julio de 2012
martes, 3 de julio de 2012
Elegimus, creamus ac confundimus
Esa triple fórmula vendría muy bien para la bula de nombramiento de Monseñor Müller, el bombazo de esta jornada (victoria europea de la Selección Española de futbol aparte). Un bombazo o un petardazo o una explosión de gas lacrimógeno, no se bien como definirlo (no la victoria europea de la Selección Española, sino el nombramiento de Müller).
Como no soy episcopologoadicto como algunos de esos frikis clientes de los estercoleros de la blogosfera, no supe rien de rien del tal Müller hasta que se dió la voz de alarma, a comienzos de curso, allá por Octubre, cuando empezó a correr la especie de que era uno de los posibles sucesores de Levada en DF. Para suceder a Levada, dado su poco notable currículum en DF, cualquier prelado ortodoxo podría haber valido. Lo inquietante era que el tal Müller no sobresalía por ortodoxo, sino que tenía sombras.
¿Quién no fue revolucionario en la mocedad, cuando las efervescencias de la adolescencia exaltan y entusiasman etc. etc. etc.? La primavera que la sangre altera en la edad del sturm und drang, cuando afectaba a los clérigos de los años '60-'70, les provocaba las efervescencias correspondientes a la moda de aquella agitada temorada. Este Müller, con 21 juveniles primaveras cuando el Mayo del 68, tuvo que verse afectado por todo aquello. ¿Algún dato, algún documento que lo pruebe? Sí, su tesis doctoral en teología, que versaba (muy típico en aquella época) sobre Dietricht Bonhoeffer (Kirche und Sakramente im religionslosen Christentum. Bonhoeffers Beitrag zu einer ökumenischen Sakramententheologie).
Huelgan comentarios (se imponen deducciones).
Desde entonces, yendo y viniendo, ha sido profesor visitante en Madrid, Santiago de Compostela, Cuzco , Roma, Filadelfia, Kerala, Salamanca, Lugano, y São Paulo. Fue asesor teológico del Sínodo de los Obispso, y de 1998 a 2002 miembro de la Comisión Teológica Internacional. En 2002, cuando lo nombran obispo de Ratisbona, escoge para su escudo el lema 'Dominus Iesus', muy significativamente elocuente dado el impacto del documento homónimo de la S.C.D.F del año 2000.
Pero las proclividades demostradas hasta entonces no se tapan, no se cubren con un lema. Su fama como simpatizante de la teología y los teólogos de la liberación le dotaba de una suficiente caracterización, de un perfil bastante definido. Ser amigo de Gustavo Gutierrez confiere - velis, nolis - un sello, una etiqueta.
El juanpablismo, con un par de medidas, con unos cuantos gestos mediáticos, dio la impresiòn de haber domado y hasta erradicado la teología de la liberación. Cuando Leonardo Boff colgó los hábitos, algunos pensaron que la T.L. era ya un dragón vencido, un incendio apagado. Pero la influencia en todo el medio eclesiástico iberoamericano era y es muy grande. En Roma, en el Angélicum y la Gregoriana, los estudiantes hispanos y brasileños traían grabados los nombres de Gutierrez, Jon Sobrino, Boff, con Oscar Romero y Ellacuría como mártires extra-canonizados y el estrambote de Pablo Freire como complemento. Todo un continente impresionado por unos nombres y una doctrina. Y todo un continente en trance acelerado de des-evangelización y des-catolización. No se entiende la historia reciente de Iberoamérica sin la teología de la liberación. Desde Allende al depuesto ex-obispo y ex-presidente Lugo pasando por los aun figurantes Chaves, Morales y Correa, en todos se puede rastrear, más o menos remotamente, la huella de la teología de la liberación.
¿Una influencia para bien o para mal? Para el Catolismo, una ideología letal.
¿Cómo se explican, pues, las simpatías? O por afinidad o por oportunidad. Quizá las dos razones puedan confluir, a la vez, en Müller. En sus años de currículum eclesiástico, para ser tenido en cuenta, para ser promovido, un docto intelectual católico no podía dedicarse a cultivar la ortodoxia; estudiar - p. ej. - a Franzelin era una excentricidad. Por eso se entiende la simpatía de Müller por Bonhoeffer, por eso la inmersión en la T.L. Por eso Müller ha llegado a ser algo-alguien (salva Providentia).
En el otoño pasado ya anticiparon de su elevación a DF: Un teólogo de la liberación en el Santo Oficio (no como encausado, sino como prefecto (!!!???) En el articulete aparecían estas declaraciones de Müller:
"...Yo no hablo de la teología de la liberación de forma abstracta y teórica, ni mucho menos ideológica, para halagar al grupo eclesial progresista. De igual modo tampoco temo que ello pueda interpretarse como falta de ortodoxia. La teología de Gustavo Gutiérrez, independiente del ángulo desde el que se mire, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el adecuado actuar cristiano, porque procede de la verdadera fe."
Como en Ratisbona se mostró bastante contundente contra los des-católicos del 'somos-iglesia', algunos le criticaban su progresismo aperturista hismanoamericano y su conservadurismo pastoral germano. Ahora, con su nombramiento como prefecto de DF se está diciendo de todo. También se conjetura que el nombramiendo de Di Noia como vice-presidente de Ecclesia Dei fue el prólogo equilibrante (?) de este sorprendente nombramiento. Todo muy agudo, muy sutilmente vaticanesco.
Los neocon, leales y cerriles, aplauden, se animan, asienten, y se tragan la enorme píldora. Los católicos conscientes nos inquietamos, nos removemos, nos alarmamos, nos tememos, nos vemos venir, nos remontamos. Y miramos (sin tragar) la indigerible novedad.
En estos casos, sólo se estima una opción adecuada: Oremus!
Aunque confieso que no sé cual debería ser la intención de la oración.
Custos, qui de nocte?
+T.
sábado, 30 de junio de 2012
Tu es Petrus
Parece quasi milagroso que el el Cabildo Vaticano continúe revistiendo con tiara y manto la imagen de bronce de San Pedro. La estatua, preciosa, es uno de esos magníficos elementos que quedan apabullados por la máquina portentosa de la misma Basílica. En el ángulo de uno de los machones de la cúpula, en la esquina de la nave de la epístola, frente al Altar de la Confesión y el baldaquino, la veneradísima imagen del Apóstol es apenas perceptible; con manto y tiara reclama más atención. Así y todo, cualquiera que haya asistido a alguna Misa o ceremonia en San Pedro del Vaticano sabe que allí el centro de atención es el Papa.
Cuando el Papa revestía tiara y manto, la impresión de las dos imágenes, la broncínea del San Pedro y la viva del Papa, se coordinaban, conectadas una con otra: Pedro es el Papa y el Papa es Pedro. Y así lo veía y entendía iconográficamente el devoto católico, sin forzar la abstracción, tan plástica, cuando superponía y traducía en conceptos el simbolismo de la dos figuras, idénticas: Este es Pedro, aquí está Pedro.
Item más: El San Pedro de bronce nunca se procesionaba, el que era llevado en procesión era el Papa, entronizado en la sedia gestatoria, a hombros de los sediarii. Una imagen imponente. Y creyente. Se creía en el Papa, en su ministerio sagrado, supremo y único, el mas alto que un hombre pueda cumplir, y todo ello se representaba en el ceremonial vaticano. Se creía en el Papa, y el Papa también creía. No quiero decir que ahora no se crea, ni que el Papa no sea consciente de su sacro ministerio, pero sí digo que la consciencia y su identidad han sufrido cambios que comportan una merma apreciable. La desaparición del antiguo ceremonial lo prueba.
Desde el post-concilio, el Papado se vió afectado por una especie de crisis de identidad, riñendo con sus propios símbolos, que llegaron a verse e interpretarse como extraños, o impropios. El capítulo final - por ahora - lo ha protagonizado Benedicto XVI, al suprimir de su stemma papal la tiara pontificia y sustituirla por una extraña mitra ornada con bandas. ¿Cómo se llegó a eso? Sospecho que desde una acomplejada y errónea interpretación del 'aggiornamento', incluyendo también una lectura con exégesis parcial, subjetiva, reduccionista, de la Escritura, la Tradición y la Historia. Todo ello catalizado por las tendencias, prejuicios y derivas conciliares.
Aun siendo el Papa del concilio, Pablo VI supo conservar muchos de aquellos signos que él mismo había contemplado en pleno apogeo durante su larga carrera curial junto al venerable Pio XII. A pesar de la patética, efectista e innecesaria deposición de la tiara, las imágenes del Papa Montini comunican todavía una solemnidad de formas que desparecerían luego, durante los años deconstructores del juanpablismo. Dentro de los márgenes de su sobria estética, quasi minimalista en comparación con lo anterior, los gestos de Pablo VI eran dignamente solemnes, sin ser triunfales. Hasta aportó un formato nuevo a la imponente estampa de la sedia gestatoria al usar las casullas de corte gótico y portar la férula rematada con el crucifijo, consiguiendo una imagen de sacra majestad quasi insuperable (véase en este youtube, a partir del minuto 1',20" ; y en este otro vídeo, en la sedia bajo palio, revestido con el manto y flanquedo por los flabelli, según el antiguo ceremonial)
Pienso que es un derecho de la Fe el poder verse representada, figurada y simbolizada. Los ornamentos y ceremoniales papales cumplían esa función, no imprescindible pero sí necesaria. Como sucedió con los elementos litúrgicos desechados y/o substituídos, la pérdida de estos signos del Papado son síntomas de una crisis, activa y sin resolver.
Sin duda, el Juan Pablo II del papamovil y todos los sombreros del mundo no se entendía a sí mismo con la misma auto-conciencia de Pio XII coronado con la tiara y portado sobre la sedia. Además de ser diferentes las personas, eran distintos los signos que les distinguian. ¿Esto les hacía diferentes en cuanto pontífices? Sustancialmente no, accidentalmente sí. No esencialmente, pero sí aparentemente. No se olvide que lo exterior es trasunto del contenido, sobre todo cuando expresan realidades confesadas desde la fe. Las formas también proclaman la doctrina, como una extensión particular de la lex orandi lex credendi.
¿Cuánto cuenta la apariencia? Mucho, o poco, según el peso que cada uno le conceda. Aunque parezca lo contrario, el juanpablismo concedió una importancia muy grande a las apariencias, pero justamente desde una perspectiva que destacó por la displicencia con que se suprimieron o substituyeron las formas tradicionales, escogiendo otras, con otro mensaje. La sima de la degradación (exceptuando las excentricidades ocurridas durante los viajes) se alcanzó en las ceremonias de apertura de la Puerta Santa del Jubileo del MM: Compárese con los ceremoniales del Año Santo de 1950, bajo Pio XII, y de 1975, bajo Pablo VI, para apreciar el nivel de degeneración y declive.
Cada vez son más los católicos que se sienten atraídos, fascinados, por todo este patrimonio perdido, una herencia a la vez material y espiritual que pocas veces se discierne equlibradamente según este doble valor. Reclamar la vuelta de la tiara o la sedia por lo atractivo de estos objetos sería un cascarón sin huevo, una estructura hueca, tan frágil como insustancial.
La fe en la alta significación del Papado romano postula también la recuperación de sus signos, no por nostalgia de lo perdido sino por firme convicción de lo que representan.
No he alcanzado a ver una entrada del Papa en la Basílica, entronizado en la sedia, bajo palio, con las trompetas de plata sonando y los fieles aclamando con fervor, pero la fe que profeso, lo que creo del Sucesor de Pedro, conlleva todas estas espléndidas y solemnes expresiones eliminadas por una malentendida y demoledora 'sencillez' que ha privado a los fieles de su derecho a una gloria 'visible', trasunto del misterio de la Iglesia.
El Catolicismo, en la liturgia y el arte, ha demostrado saber definir la eternidad en el tiempo. Cuando una auto-censura reprime en la Iglesia la exaltación formal de su Credo, es señal de una fe débil que se rinde a las presiones y categorías de la pseudo-cultura ajena pretiriendo la preciosa herencia de su tradición.
Lo paradójico es su sustitutivo: La parafernelia juanpablista, mil veces más costosa, equívocamente representativa no de la solidez de la roca petrina sino de la movilidad de criterios, novedades y ensayos.
Y lo más inquietante, la cuestión última que plantea esta crisis de formas: ¿Se hurta a Cristo la gloria debida cuando se minimaliza la gloriosa expresión de su Vicario y su Iglesia?
Termino con otro vídeo: Pio XII en Stª María sopra Minerva (salida del Vaticano, procesión y entrada solemne, y fervorín del Papa en el púlpito de la Minerva).
Oremus ut videamus iterum!
+T.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)