martes, 24 de diciembre de 2024

Nieva en Belén

 


Nieva sobre Belén...

Por un caminito blanco por la nieve

vienen caminando María y José,

José va a que escriban su nombre en el censo

que César Augusto que imperaba en Roma

por todo su imperio ordenó hacer.

La nieve, tan fría, es limpia, es pura,

parece que viste a los campos del

ampo brillante juntando las nubes

que rozan los montes y todo blancura

se extiende cual lienzo impoluto que

resaltan a José y a María que vienen

viajando juntos desde Nazaret.

Al fin han llegado, aun nieva en Belén,

y buscan posada porque María siente

que el Hijo que lleva en su intacto seno,

como dijo el Ángel, ya está por nacer.

Nadie abre su puerta cuando José llama,

ninguna posada encuentra en aquel

Belén que la nieve envuelve en su frío,

más porque la tarde empieza a caer.

María entre la nieve que cubre su manto

parece tan bella - se admira José -

que el rosa que luce en sus dos mejillas

parecen de nácar fina y rosicler.

Le ofrecen, si quieren, para el menester

que tanto les urge, un establo humilde,

una pobre cueva y dentro un pesebre

con pajas doradas que brillan con el

haz de clara luna que baja del cielo

raso (ya no nieva) y viene a caer

sobre el rinconcillo donde está María

abriendo pañales para el Enmanuel. 


Todo se detiene un instante eterno,

del cielo luceros y estrellas se ven

como si cayeran sobre la nevada

y brotan rosales, jazmines; la miel,

inciensos y aromas de olor sacrosanto

impregnan la noche buena en Belén.

José oye que cantan "¡Gloria en las alturas

y paz en la tierra a los hombres de

voluntad buena!" y con ojos limpios

a Dios está viendo que María adora

y abraza en su pecho , y a adorar rendido

se ha puesto él también.

La nieve está ardiendo - ¡Oh Noche Bendita! -

con los Serafines que alaban al Hijo

de Dios y María en Belén.


+T.


y dentro un pesebre ce

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