domingo, 20 de enero de 2013

Cañizares circa liturgiam


La reciente conferencia del Cardenal Antonio Cañizares en la Embajada de España ante la Santa Sede tuvo un marco espléndido, regio, en uno de los bellos y solemnes salones del Palacio de España. La concurrencia - unos cincuenta asistentes, calculo, como mucho - contó con la presencia de, por lo menos, según veo, dos purpurados, los Emmºs. SS. Cardenales Santos Abril y Monteiro de Castro, así como el Arzobispo Don Justo Mullol (como el conferenciante, los tres con traje clergyman-minimalista); junto a ellos, media docena de ansiosos aspirantes prelaticios, un par de legionarios, algún clero ocasional, una patrulla de omnipresentes monjas grises, personal (obligado) de la Embajada, y algún friki litúrgico-diplomático, seguramente.

Colijo, por las palabras del Cardenal en el sumario-noticia de Rome Reports, que no dijo nada que le garantice una cita en algún cronicón. Salvo el comentario de que la Misa novus ordo bien celebrada complacía a la FSSPX, no parece haber dicho ninguna otra cosa de peso:





Ignoro cómo le consta eso, lo de la Misa nueva y la FSSPX, si ha sido un repente, o una memoria ad casum, si recompone y reduce un testimonio mayor y/o más extenso, si fue un lapsus, si fue un desiderium. No sé. La cosa es que lo dice, muy claro.

De lo demás, me alegro también. Aunque - confieso - no sé qué credibilidad prestarle. Cierto es que Cañizares es el caso excepcional que confirma la regla de la displicencia de nuestros prelados de la CEE por la Misa tradicional. Sólo Cañizares, entre todos los cardenales españoles, ha celebrado, varias veces, en varias ocasiones, la Santa Misa según el Misal antiguo, lo que le honra y distingue sobremanera. También fue de los raros prelados españoles que regularizó en su diócesis la celebración de la Santa Misa tradicional, cuando era Arzobispo de Toledo, un buen ejemplo de la Diócesis Primada que casi ninguno de los demás obispos españoles imitó. Ese mérito también lo tiene.

Pero sus palabras graves, reflexivas, sobre la crisis y decadencia de la liturgia católica del postconcilio, ¿cómo hay que entenderlas? ¿Como lamentación? ¿Como admonición? ¿Como prólogo de alguna medida o iniciativa?

Al oirle, he recordado un testimonio del Cardenal Antonelli, un apunte que aparece en la primera página de su cuaderno de notas, interesantísimo; dice esto:

" Ayer, 25 de Julio de 1968, hablando con Mons. Giovanni Benelli, Sustituto de la Secretaría de estado, mostré mis preocupaciones sobre la reforma litúrgica que se hace cada vez más caótica y aberrante. noté en particular:
1. La ley litúrgica que hasta el Concilio era una cosa sagrada, para muchos ya no existe. Cada uno se considera autorizado a hacer lo que quiere y muchos jóvenes actúan así. (...)"

Esta nota del Cardenal Antonelli es tan clarividente que 50 años después Cáñizares no hace sino patentizar el profundo desorden ('anarquía', pronosticaba el propio Antonelli, un poco más adelante) que ha sido habitual y universal en el período del postconcilio. Así se han deformado los seminaristas en los seminarios, y así se siguen deformando. Conozco en directo el caso del obispo que prohibe a sus sacerdotes la celebración de la Misa tradicional, pero no me consta de ningún obispo español que intervenga en la formación de sus seminaristas procurando la recta formación litúrgica, la sustitución de malos textos y la destitución de malos profesores; tampoco me consta que se cele el acceso a las Sagradas Órdenes de candidatos cuya competencia y reverencia litúrgica conste y esté garantizada, y se vete lo contrario; tampoco sé de ninguna amonestación ni sanción canónica a los sacerdotes que habitualmente comenten abusos, algunos al borde del sacrilegio. No me consta de ningún obispo celoso, verdaderamente preocupado por formar y reformar la tristemente degradada actualidad litúrgica de su diócesis. Todo lo contrario, me consta la permisividad y el desinterés...salvo cuando intervienen en contra de la tradición litúrgica y los sacerdotes y fieles preocupados en recuperar y restaurar, entonces sí que reaccionan nuestros prelados, con toda contundencia y sin reparos.

Por todo esto, lo que ha dicho Cañizares me suena a discurso de salón, de salón de embajada. La situación requiere algo más que una conferencia ilustrada con anécdotas muy improbables y sazonada con intenciones y proyectos, igualmente poco probables.

Como he traído a colación la nota del Cardenal Antonelli, me parece interesante transcribir también el resto del texto citado, que merece la pena leer, reflexionar y recordar:

" (...) 2. La misa, sobre todo, es el punto doloroso. Se van difundiendo las misas en casa, en pequeños grupos, en conexión con comidas comunes: la cena.
3. Ahora comienza la acción disgregadora en torno a la confesión.
4. Hacía notar que parte de la responsabilidad de este estado de cosas está en relación con el sistema de los experimentos. El Papa ha concedido al Consilium la facultad de permitir los experimentos. El Consilium utiliza libérrimamente esta facultad. Un experimento hecho en uno o en pocos ambientes cerrados (un monasterio, una parroquia funcional) y por un tiempo limitadísimo, puede valer y es útil; pero concedido ampliamente y sin límites restrictivos de tiempo es el camino abierto para la anarquía.
5. en el Consilium hay pocos obispos que tengan una preparación litúrgica específica, muy pocos que sean verdaderos teólogos. La carencia más acentuada en todo el Consilium es la de los teólogos. (...)

En liturgia, toda palabra, todo gesto, traduce una idea que es una idea teológica. Dado que actualmente toda la teología está en discusión, las teorías corrientes entre teólogos avanzados incíden sobre la fórmula y sobre el rito. Con esta consecuencia gravísima: que mientras la discusión teológica permanece al nivel de los hombres de cultura, puesta al nivel de la fórmula y del rito se pone en marcha para su divulgación entre el pueblo (...) 

Lo que es triste (...) es un dato de fondo, una actitud mental, una postura preestablecida, y es que muchos de los que han influído en la reforma (...) y otros, no tienen amor alguno, veneración alguna por lo que nos ha sido transmitido. Tienen de entrada menosprecio por todo lo que hay actualmente.

Una mentalidad negativa, injusta y perjudicial. Desgraciadamente, también el papa Pablo VI está un poco de esa parte. Tendrán todas las mejores intenciones, pero con esta mentalidad son llevados a derribar y no a restaurar. (...) "

(Giampietro, Nicola. El Cardenal Ferdinando Antonelli y la reforma litúrgica. / XI Notas personales de Antonelli sobre los desarrollos de la reforma (1968-1971). Ed. Cristiandad, Madrid 2005)

Prosit!  (es decir: entiendan, decidan y obren consecuente y católicamente; por lo menos, hagan circular estas cosas y procuren crear opinión e interés)

+T.

11 comentarios:

Pioquinto dijo...

UN DESMADRE, querido páter, es lo que yo veo, si es que el cardenal Cañizares es el buque insignia de la Tradición en el novus ordo! La caballada está flaca.

Lo veo vistiendo en clergyman, diciendo que la nueva misa es igual a la Santa Misa de siempre, bien celebrada, lo veo dando la comunión de pie y a veces en la mano, éso no es Tradición. Me imagino que él mide Tradición por los metros de cola magna que trae puesta.

Acaso la FSSPX en plena comunión hará alguna mella en el desastre posconciliar, visto que los del ala mayor aplican reformas con bandita, cuando se requiere terapia intensiva? Yo pienso que será tragada por el huracán, masticada y escupida en el puro bagazo. Saludos, Padre W+

Anónimo dijo...

Por eso no creo ni en ED ni en el MProprio SP.

Anónimo dijo...

NO bien celebrado no deja de ser NO.

Miles Dei dijo...

Los jóvenes del tiempo de Antonelli, hoy son venerables párrocos, arciprestes vicarios, padres superiores, abades, obispos y hasta cardenales; casi todos con grados en teología, por lo que la anarquía es una anarquía de mucho peso en la Iglesia.

No creo que sea cosa de hacer libritos para enseñar a decir bien la Santa Misa.

Miles Dei dijo...

Por otro lado lo que afirma el cardenal Cañizares sobre la FSSPX y la Misa si se lee junto con la reciente carta de Di Noia pues nos lleva de nuevo a otro movimiento del péndulo Roma-Econe favorable a una reconciliación.

Pero algo me dice que quizás aquí se muestra otra cosa, pues no se puede ir predicando al mundo ordinariatos para los luteranos mientras se mantiene a una porción de fieles católicos en el limbo jurídico por un caso de conciencia sobre una interpretación teológica de textos magisteriales que no son de fe.

Alguien necesita descargar su conciencia.


Anónimo dijo...


Padre Terzio:

Lea esta conferencia de Mons. Athanasius Schneider.

http://www.ministridei.es/archivos/emodernismo/9bdaff1726674e7f.pdf

Aquí un vídeo del mismo obispo donde habla sobre la forma de comulgar:

http://www.youtube.com/watch?v=bbihzIJ0_1U

Anónimo dijo...

Pero finalmente Schneider es línea media.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Abundo en lo que dice D.Tercio sobre la protección del Cardenal Cañizares en Toledo a la Misa tradicional y a su celebrante. Y sin contrapartidas birituales como sucedió posteriormente con su sucesor.
Ese es un mérito que hay que reconocerle.
Por lo demás creo que la misma justicia exige reconocer que lo más grave del caso litúrgico no es tanto la persecución a la Misa tradicional, con serlo mucho y ser muy significativo, cuanto la total desprotección en que dejan a la nueva con la que todos hace desde hace 50 años lo que les da la gana. Ni la una ni la otra. La actitud de los obispos en el tema litúrgico es por eso puramente negativa. Y difícilmente comprensible.

Anónimo dijo...

"...no tienen amor alguno, veneración alguna por lo que nos ha sido transmitido."
exacto, ¿ alguien ha pedido en alguna parroquia al uso, que le bendijeran algún objeto devocional?

Yo lo he pedido y aunque casi siempre consigo la bendición, siente uno como te miran como a un pobrecillo ignorante, con paternal cariño hacia la simpleza o casi superstición que demuestro.
Y lo mismo con la comunión en la boca en varios sitios, me doy cuenta que muchas veces las "ministras de la eucaristía" tan frecuentes, entregan la comunión en la boca con más respeto y veneración que el propio sacerdote.

Anónimo dijo...

Ratzinger en sus memorias intituladas “Mi vida” habla de cómo, entre los teólogos comenzó a fraguarse un espíritu de independencia respecto de los obispos, que estaban conduciendo los cambios en el aula conciliar “según el esquema típico del parlamentarismo moderno”. Parecía como si ellos pudieran cambiar la Iglesia -y hasta la fe- basándose en la capacidad humana de decidir y entonces cabía la pregunta (que se hace el futuro Benedicto XVI): “¿por qué sólo les era lícito hacerlo a los obispos?”.

Las siguientes palabras encierran la clave de lo que estaba ocurriendo en el seno de la magna asamblea: “se sabía que las cosas nuevas que sostenían los obispos las habían aprendido de los teólogos; para los creyentes se trataba de un fenómeno extraño: en Roma, sus obispos parecían mostrar un rostro distinto del que mostraban en casa. Los pastores que hasta aquel momento habían sido considerados rígidamente conservadores aparecían de pronto como los portavoces del progresismo, ¿pero era fruto de su propia cosecha? El papel que los estudiosos habían adoptado en el Concilio creó entre los estudiosos una nueva conciencia de sí mismos: comenzaron a sentirse como los verdaderos representantes de la ciencia y, precisamente por esto, ya no podían aparecer sometidos a los obispos. De hecho, ¿cómo habrían podido los obispos ejercitar su autoridad magisterial sobre los teólogos, desde el momento que sus tomas de posición derivaban del parecer de los especialistas y dependían de la orientación indicada por los eruditos?”.

Al reflexionar sobre esto, experimentaba Ratzinger “una profunda inquietud frente al cambio que se había producido en el interior del clima eclesial y que era cada vez más evidente”. Y con él la experimentaban muchos que habían empezado sido sinceros entusiastas del Concilio y veían ahora con preocupación sus peligrosas derivas.

Anónimo dijo...

Ratzinger igual que P VI se rasgan las vestiduras pero no dan seña de darse cuenta del origen del problema.