viernes, 15 de junio de 2012

Un Corazón traspasado



Hace ya muchos años que predico, cuando predico del Corazón de Jesús, el versículo 19 del Miserere en sentido cristológico: "...sacrificium Deo spiritus contribulatus cor contritum et humiliatum Deus non spernet" Sal 50,19

No lo he leído en ningún autor, supongo que fue ocurrencia mía al rezar ese salmo, aunque quizá otros también hayan hecho una reflexión parecida, o incluso la misma. Sé que lo interpreto alegóricamente, no en sentido propio y literal, pero el sensus plenior es, entiendo ese: El corazon contrito y humillado, más que el de David, es el del mismo Cristo, el Corazón traspasado, roto por la lanza y ofrecido en sacrificio de redención en el altar de la Cruz.

Insertos/pronunciados en un contexto sacrificial, el significado de esos versículos no puede restringirse a expresar la contricción limitada y el sacrificio imperfecto de David penitente, sino que tienen que ser profecia de un Sacrificio mayor y perfecto que sea definitivamente propiciatorio, y este no puede ser el corazón contribulado de David pecador, sino el corazón traspasado de Cristo, Sacerdote y Rey

Hasta tal punto me ha calado esta reflexión que muchas veces, sin darme cuenta, cuando rezo o cito el Miserere, ese versículo lo digo así: "...un corazón traspasado y humillado Tú no lo desprecias", pensando en el Corazón del Señor y refiriéndolo a Él.

Ese es el culto sacrificial del Nuevo Testamento: En el Altar, el sacerdote ofrece como Hostia/Víctima el Sacrificio que Dios no desprecia y siempre acepta, el Corazón traspasado de su Hijo, Jesucristo, propiciación/satisfacción por nuestros pecados.

El Evangelio de la Misa del Corazón de Jesús es el fragmento de Jn 19, 31-37 que narra la escena de la lanzada:

In illo témpore: Iudaei - quóniam Parascéve erat, - ut non remanérent in cruce córpora sábbato - erat enim magnus dies ille sábbati, - rogavérunt Pilátum, ut frangeréntur eórum crura, et tolleréntur. Venérunt ergo mílites: et primi quidem fregérunt crura et alteríus, qui crucifíxus est cum eo. Ad Iesum autem cum veníssent, ut vidérunt eum iam mórtuum, non fregérunt eius crura, sed unus mílitum láncea latus eius apéruit, et contínuo exívit sanguis et aqua. Et qui vidit, testimónium perhíbuit: et verum est testimónium eius. Et ille scit quia vera dicit, ut et vos credátis. Facta sunt enim hæc ut Scriptúra implerétur: Os non comminuétis ex eo. Et íterum alia Scriptúra dicit: Vidébunt in quem transfixérunt.

Pero la celebración del Corazón de Jesús es la sublimación de este momento: La crueldad del sacrificio tremendo del Viernes Santo se transfigura en la luz de amor divino que irradia el Corazón traspasado del Cristo Redentor, atrayendo a los hombres, llamándolos a la gracia, a la reconciliación, a la santidad: Venite ad Me omnes! Mt 11, 28, 30

El Apocalipsis pone un colofón a esta secuencia de la Escritura con un versículo emocionado y terrible:
"...Ecce venit cum nubibus et videbit eum omnis oculus et qui eumpupugerunt et plangent se super eum omnes tribus terrae etiam amen..." Ap 1,7 Mirad que viene sobre nubes, y todo ojo le verá, también quienes le traspasaron, y por Él llorarán todas las tribus de la tierra.

El versículo podría entenderse referido, restrictivamente, a aquellos que intervinieron, históricamente, en la Pasión del Señor; pero la oración de la Misa del Corazón de Jesús no distingue expresamente, sino que nombra al Corazón de Jesús 'herido por nuestros pecados', los de todos:

Orémus.
Deus, qui nobis in Corde Fílii tui, nostris vulneráto peccátis, infinítos dilectiónis thesáuros misericórditer largíri dignáris: concéde, quaesumus; ut, illi devótum pietátis nostræ præstántes obséquium, dignæ quoque satisfactiónis exhibeámus offícium.
Per eundem Dominum nostrum Iesum Christum filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum.
R. Amen.



El año pasado puse el romancillo al Corazón de Jesús que compuso Lope de Vega en sus Soliloquios, tan apropiado para estimular la piedad en este dia sagrado:

Hoy, para rondar la puerta
de vuestro santo costado,
Señor, un alma ha llegado
de amores de un muerto, muerta.

Asomad el corazón,
Cristo, a esa dulce ventana,
oiréis de mi voz humana
una divina canción.

Cuando de Egipto salí
y el mar del mundo pasé,
dulces versos os canté,
mil alabanzas os di.

Mas ahora que en vos veo
la tierra de promisión,
deciros una canción
que os enamore, deseo.

Muerto estáis, por eso os pido
el corazón descubierto:
para perdonar, despierto;
para castigar, dormido.

Sí decís que está velando,
cuando vos estáis durmiendo,
¿quién duda que estáis oyendo
a quien os canta llorando?

Y aunque él duerma, Señor,
el amor vive despierto:
que no es el amor el muerto;
vos sois el muerto de amor.

Que si la lanza, mi Dios,
el corazón pudo herir,
no pudo el amor morir,
que es tan vida como vos.

Corazón, de mi esperanza
la puerta tenéis estrecha:
que a otros pintan con flecha
y a vos os pintan con lanza.

Mas porque la lanza os cuadre
un enamorado dijo
que a no haber puerta en el Hijo
¿por dónde se entrará al Padre?

Anduve de puerta en puerta
cuando a Vos no me atreví,
pero en ninguna pedí
que la hallara tan abierta.

Pues como abierto os he visto
a Dios quise a entrar por Vos
que nadie se atreve a Dios
sin poner delante a Cristo.

Y aun ese lleno de heridas
porque sienta el Padre Eterno
que os cuestan, Cordero tierno,
tanta sangre nuestras vidas.

Vuestra Madre fue mi estrella,
que, siendo huerto cerrado,
a vuestro abierto costado
todos llegamos por ella.

Ya con ansias del amor
que ese costado me muestra,
para ser estampa vuestra,
quiero abrazaros, Señor.

La cabeza imaginé
defendieran las espinas,
y hallé mil flores divinas
con que el desmayo pasé.

Porque ya son mis amores
tan puros y ardientes rayos
que me han de matar desmayos,
si no me cubrís de flores.

Cuando a mi puerta salí
a veros, Esposo mío,
coronada de rocío
toda la cabeza os vi.

Mas hoy, que a la vuestra llego,
con tanta sangre salís,
que parece que decís:
- Socórreme, que me anego.

Ya voy a vuestros abrazos
puesto que descalza estoy;
bañada en lágrimas voy,
desclavad, Jesús, los brazos.



Cor Iesu, flagrans amore nostri: Inflamma cor nostrum amore tui


Iesu mitis et humili Corde, fac cor nostrum secundum Cor Tuum


Cor Iesu Sacratissimum, miserere nobis


Ex Voto

+T.

8 comentarios:

Pedro Lemosín dijo...

Es una idea hermosa. Pero ¿por qué habría de estar contrito el Corazón de nuestro Señor? En Él no había ni podía haber pecado y entonces tampoco contrición (o sea dolor de haber pecado).

Terzio dijo...

Contribulatus --> que padece tribulación --> Congoja, pena, tormento o aflicción moral.

Efectivamente, Cristo padece por nuestros pecados, a causa de ellos, no sólo un sufrimiento corporal, sino también anímico, como se narra en la escena de la agonía de Getsemaní "...comenzó a angustiarse y entristecerse" etc. . Algunos autores hablan de la pasión del corazón de Cristo en Getsemaní.

Es consecuencia de la asunción por el Verbo de nuestra naturaleza humana pasible, córpore et ánima, característica de la condición teándrica del misterio de nuestra redención realizado por Cristo.

Resumiendo: No es dolor de los pecados cometidos, algo metafísicamente imposible en la Persona del Hijo, sino dolor-tribulación por los pecados de los hombres, no en el sentido de nuestra 'contricción' o 'atrición', que son movimientos de arrepentimiento: En Cristo, en su Pasión, se trata de un sufrimiento interno (anímico--> corazón) y externo (corporal--> todos los tormentos de la Pasión) motivado por nuestros pecados, los pecados de los hombres, por quienes se ofrece como Hostia de Salvación.

'

AMDG dijo...

El David ese era un pendejo.

Dudo bastante de que escribiera salmos.

A ver si te gusta esto:

http://www.youtube.com/watch?v=o48fryE3gXk&feature=related

Capuchino de Silos dijo...

"para perdonar, despierto;
para castigar, dormido"

...sin palabras

Josefina dijo...

Me gustó mucho su prédica que ayuda tanto a la meditación/oración.
Y Lope de Vega siempre me deja boquiabierta, me fascina.
(Cuando llego a su blog siempre pienso: "no era tan malo esto de la "interné").

Miles Dei dijo...

Está usted dentro de la mejor tradición mística, Don Terzio. Le cito un texto de los inicios de la devoción al corazón de Jesús, que es mucho antes de lo que se cree:

Tandem accedendum est ad cor humillimum altissimi Jesu per ianuam lateris lanceati. Ibi procul dubio thesaurus ineffabilis desiderabilis charitatis latet: ibi nova devotio invenitur, inde lacrymarum gratia extrahitur, dicitur mansuetudo, patientia in adversis, compassio in afflictis. Praecipue cor contritum et humiliatum ibi invenitur.

De la obra "Vitis Mystica" cap. XLIV. El texto es de lo mejor del medievo sobre la Pasíon del Señor. Durante mucho tiempo fue atribuido a San Bernardo y hoy se tiene como obra de San Buenaventura. Ahora puede decir que su corazón palpita con ellos en la comprensión del corazón de Cristo.

Terzio dijo...

Alegrón que me das, Miles, con esa cita. Pero una cosa es entender y otra vivir: De eso adolezco, de no vivir y practicar según lo que sé y discurseo.

Tú me entiendes.

'

Et cruenta et mystica dijo...

Hoc sub amoris sýmbolo
Passus cruenta et mýstica,
Utrumque sacrificium
Christus Sacerdos óbtulit