miércoles, 21 de abril de 2010

El escándalo "faraónico" del Padre Pio

Le tengo una devoción "corriente" al Padre Pio; quiero decir que le profeso la devoción común que le tengo a cualquier Santo por serlo, sin más atractivos ni apegos devocionales personales. Sin estar entre mis Santos preferidos, me cae simpático porque es un santo-santo, milagrero y popular, como tienen que ser los Santos, como han sido siempre los Santos hasta la "rebaja" de Juan Pablo II y su discutibilísma reforma de las causas de los Santos. Algún día - espero - habrá que dar marcha atrás y dejar en dique seco los procesos "súbitos" y las causas de "santos" que apenas conocen en su casa y no más allá.

Pero Padre Pio fue otra cosa, un caso que dio que hablar durante su vida y después también. Hoy mismo sigue siendo motivo de polémica por el extravagante edificio al que han sido trasladados sus restos, una cripta con techo de oro que contedrá las reliquias del Santo capuchino para poder ser visto/venerado por sus devotos.

Las maquinaciones, tejemanejes y trapicheos de los capuchinos con y a costa del Padre Pio fueron un capítulo "difícil" de la propia vida del Santo, con particulares más o menos escandalosos, más o menos explicados y/o justificados. Pero el frailerío capuchino insiste y sigue en sus trece, tan lejos del estilo del Padre Pio que les proporciona a través de la popularidad de su devoción tan magníficos ingresos que se pueden permitir un antojo como ese que acaban de estrenar y que algunos italianos han llamado "tumba de Tutankamón", por parecido, por paradoja.

Estos últimos días he seguido muy divertido la secuencia de artículos publicados en el blog Fides et Forma:

1 - En breve, el cuerpo del Padre Pio será trasladado a la tumba de Tutankamón

2 - La estrategia que ha conducido a la traslación de San Pio

3 - La traslación de San Pio, entre hipocresías y miserias humanas

4 - Espiritualidad franciscana en San Giovanni Rotondo


El agudo autor del blog, Francesco Colafémina, se despacha a gusto y descarga sus justas tensiones por el despropósito - que lo es - cometido por los capuchinos de San Giovanni Rotondo, una vez más abusando de la santa memoria del Padre Pio de Pietralcina.

Por las fotos, se harán ustedes idea del asunto: Una cripta de oro - oro de 18 kilates en el techo y los revestimientos de la camareta que contendrá el cuerpo de San Pio - diseñada por el p. Rupnik, el "artista" que se lució en capilla Redemptoris Mater que le mandó hacer Juan Pablo II, según el buen gusto estético-litúrgico del que dio tantas y memorables muestras el Papa Wojtyla durante su largo pontificado. Si la capilla del Vaticano es un estridente espacio que eriza el vello y hace rechinar los dientes, la cripta del Padre Pio es una prueba más de que cuando no se sabe, la ausencia de maestría se disimula con rutilante y descarada maestría.

En la explicación del engendro, lo más estrambótico quizá sea la concepción de la misma cámara de las reliquias: Ese receptáculo con mosáicos de oro, dice el autor que es una representación del Misterio de la Santidad, y que el ventanuco trapezoidal-triangulóide de su centro, por el que los devotos podrán asomarse y ver tras un cristal el cuerpo de San Pio, es/simboliza la Llaga del costado de Cristo (aludiendo de paso también a la célebre estigmatización del Santo capuchino). Compárese el invento con los óculos eucarísticos de algunos retablos-sagrarios de nuestro Arte Sacro español, y se podrá entender cuánto y en qué medida han degenerado las cosas, los gustos, las formas, las devociones, etc.


Todo eso en torno a una figura tan doliente en su santidad, tan patética en su historia, como el Padre Pio de Pietralcina. Los italianos que saben muy bien que el arca que contiene los restos de San Francisco es un sarcófago de piedra, sin labores ni exorno, sujeto al muro-pilar de la cripta de la Basílica inferior de Asis con unos cinchos de hierro y una reja de hierro por delante, hacen justas comparaciones y no salen de su asombro. Algunos, porque otros parecen que están encantados con el "faraónico" túmulo que los capuchinos le han comprado a su rentable Santo.

¿Un escándalo? Eso es lo peor, que tengo la impresión de que con la que hay montada, este verdadero escándalo se tapará y casi pasará desapercibido. Y el Padre Pio quedará engastado en ese hiperbólico y desafortunado cofre aúreo, ilustrado y decorado con los monigotes píos de Rupnik.

Cada uno da lo que tiene, y cada época enseña lo que es. A San Francisco le adornaron su basílica Cimabue, el Giotto y Simone Martini; a Santo Domingo le labraron su arca Nicola Pisano y Arnolfo di Cambio (con un ángel ceriferario, precioso, que le añadió el joven Michelángelo); para San Antonio de Padua esculpieron en su basílica Donatello y Sansovino. Y con San Pio de Pietralcina se ha lucido Marko Ivan Rupnik, con oro de ley, para que brille más. Si es arte o no es, si es piadoso o no, es una cuestión a debatir. Pero el oro es oro y reluce.

El Papa no ha estado en el traslado, por lo visto los capuchinos querían llevarlo, como "coartada". Pero el Papa ha rehusado, con muy buen gusto, prudente y discretamente. Yo imagino que, de haber podido, el Padre Pio también habría excusado su asistencia.

+T.

6 comentarios:

Isaac García Expósito dijo...

La vida del Padre Pío es asombrosa. La vida de algunos santos recientemente canonizados no resisten la comparación con la de San Pío de Pietrelcina.

La mastaba que le han erigido es un insulto al Santo.

Esperanza dijo...

¡¡me he quedado "flasheada"!! (será por los reflejos del oro, que tanto relumbra)

Los italianos son buenos nombrando las cosas... es verdad que es un poco Tutankamon look... (con lo bien que me cae San Pío, que pasen estas cosas. En fin, la condición humana.)

Natalio Ruiz dijo...

Pobre santo, lo mortificaron toda su vida y lo siguen mortificando de muerto. Igual no creo que hoy por hoy le importe mucho. Tien Cosas Hermosas que mirar en el Cielo.

Igual se lo merece por hacerse capuchino, después de las que le hicieron a San Franciso cualquiera sabe que se puede esperar cualquier cosa. Desde grandes santos a serpientes ramplonas. ¡Gran misterio son los franciscanos!

Respetos capuchinos.

Natalio

Anónimo dijo...

Todavía me estoy restregando los ojos. Yo sí que soy muy devoto del padre Pio, cuando aquí era muy desconocido, una amiga italiana me habló de él, y desde entonces le profeso una gran devoción.
Viendo el esperpento, me he acordado de otro fraile capuchino, que en octubre será proclamado beato, Fray Leopoldo de Alpandeire, he estado en su cripta, y aunque de otro estilo, me pareció también un adefesio.
¿Por qué tendrán los capuchinos tan mal gusto?
Juvenal

Fernando dijo...

Estimado Don Terzio:

Igual horror sentí este verano pasado en Lisieux, al ver la macro-basílica en honor de Santa Teresita. ¿Qué habría pensado ella al ver tal gigante edificio?

Terzio dijo...

No sé, no puedo decirte, porque yo no soy Stª Teresita, te habrás dado cuenta, supongo.

Pero te digo que la basílica de Lisieux es espléndida, un espacio religioso muy adecuado para peregrinaciones etc. Muy bien inspirado en formas arquitectónicas, de ese estilo ecléctico-historicista más apreciado y valorado en cuanto abundan más las estúpidas mamarrachadas del des-arte desastre "religioso" post-conciliar contemporáneo.

El Padre Pio, por circunstancias espacio-temporales (y por el perro malgusto de sus hermanos capuchinos) ha tenido la mala suerte de tocarle un Runik y ser indiscretamente engastado en oro.

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