domingo, 7 de marzo de 2010

El "examen" de Munilla

No soy "munillista", ya lo he dicho alguna vez, en alguna ocasión. Puedo compartir con el Obispo de San Sebastián cosas muy profundas y fundamentales, sustanciales; pero no me va su estilo ni le tengo simpatía. Esta semana pasada, por ejemplo, estoy con Munilla y contra el sindicato neo-arriano pro-pagolero, por razones de recta fides y neta catolicidad. La mala clerecía post-modernista ha degenerado hasta des-confesar el Credo y enseñar una infra-cristología que, stricto sensu, ni siquiera se puede decir que sea cristiana. Han hecho piña en torno a Pagola, dicen que por "solidaridad"; de hecho es un desplante más al Obispo y un rebrote del virus clerical-nacionalista de por allí, donde todo está infectado por etarritarrismo y sus excrecencias.

Así que en este nuevo "pulso" de los des-católicos, hay que estar con Munilla y contra la kaleborroka pagolerista. Sin ambages. Sería mejor que reconocieran que ya no se creen lo que son (sacerdotes) y que han dejado de creer en Cristo Hijo de Dios Encarnado. Si no lo hacen es por razones que ellos saben y que yo adivino (y que me callo para no hacer más roto en la red, que bastante destrozada está).

Pero el Munilla digno de ánimo y refuerzo ha sacado también esta semana una "carta" de las suyas, muy de su "estilo". La carta la dirige a no sé quién aunque él diga que es para los curas. Sus curas, los de la Diócesis de San Sebastían, ya se sabe que están con su batallita, su kaleborroka y tal. Conque no me cuadra que esté pensando en ellos cuando ha escrito esa carta con un "examen" para los curas. No creo que su clero kaleborrokero esté para exámenes, y menos para un exámen sacerdotal "estilo Munilla".

¿Para quién/es ha escrito la carta, pues; para qué curas? A veces los curas tenemos la impresión de que los obispos son entes extraterrestres que nos caen de lo alto como E.T. el de la peli, o algo así. Llegan a nuestras Diócesis, se enteran regular, encajan relativamente, y cuando están más o menos cuajados, entonces les llega la caducidad de los eméritos o se los llevan a otras Diócesis, promocionados y corriendo el escalafón del currículum espiscopale. Es decir, que llegan sin saber y se van sin aprender. No sé si me explico.

Eso sí, cada cual trae su concepto, sus ideas, sus planes, propósitos y objetivos. O no, y simplemente llegan a verlas venir y dejarlas correr, que de todo hay. En cierto paralelo, con cierta justicia, se podría decir lo mismo de los curas y sus parroquias, sobre todo cuando son parroquias de pueblo, cada una con su idiosincrasia, sus peculiaridades, con sus "cosas" y con sus personas. Un mundo, resumidamente, que tampoco se abarca por el cura recien llegado y que tantas veces ni se estrena y queda intacto porque el cura no cata ni entiende de la misa la media.

Pero no hablo ahora de curas de pueblo y parroquias, sino de Obispos y del Obispo Munilla y el "examen" de su carta, ese exámen de curas. Tiene gracia porque podría parecer una especie de "contrataque": Los curas no le reciben bien y como reacción el Obispo les pone un exámen. No sé qué diría un pedagogo experimentado del recurso en cuestión, si es viable o no. Yo pienso que no.

Por lo pronto no me imagino a los curas de San Sebastián en la "órbita" espiritual-sacerdotal del exámen de Munilla. Los kaleborrokeros-pagoleros no tienen conciencia sacerdotal para analizarse según el esquema de la carta-exámen del Obispo, me temo.

¿Y los demás, los demás curas que sí pudieran ser aptos para el exámen de Munilla??? Yo no sé qué decir si tengo que decir algo que sirva para todos, pero hablo y opino por mí y digo que no me hace gracia ni le rio la gracia al exámen de Munilla, el Obispo.

Los exámenes de conciencia son personales, muy personales. A lo sumo asunto del confesor y del penitente, o del dirigido y su director espiritual. Siempre se realizan in conspectu Domini, y son ad intra, muy interiores. No son para publicar.

Puedo encajar, con gusto y oportunamente, un duro examen de "conciencia sacerdotal" en un retiro espiritual, en una tanda de ejercicios espirituales, en una ocasión, la que sea, de esas en que los curas se reunen/nos reunimos para asuntos espirituales y sacerdotales. Así sí. Pero un "examen" de un Obispo en "carta", públicamente y con publicidad, no. Así no.

Munilla disimula escribiendo "nosotros", como si se incluyera él mismo en el exámen; pero de hecho está diciendo "vosotros", puesto que es él el que dicta el examen. ¿O no se da cuenta el Obispo examinante que al exponer el exámen está también definiendo - según su "examen" - lo que les echa en falta a los examinandos, lo que les encuentra de "demérito", de defectuoso. Y no salen muy favorablemente retratados-diagnosticados-evaluados los curas examinados. Por ejemplo, resumidamente, se dice implícitamente que son:

- falsos en su seguridad
- soberbios autodidactas-autodirigidos-autoevaluados
- inmaduros espiritualmente
- rutinarios
- desesperanzados
- faltos de autoestima
- desconfiados de la Providencia
- impurificados por ideologías
- deficientes en la oración
- vanidosos
- timoratos-pusilánimes
- sin método
- indisciplinados-negligentes-desaseados-sucios y poco higiénicos
- raros de carácter
- selectivos, con prejuicios contra los pobres, los enfermos, los marginados

Poco más o menos que gentuza de mal vivir, curas de misa y olla, escoria de la Iglesia y torpeza del catolicismo. O por el estilo. O incluso peor (ya se sabe que las cartas que se sacan a la prensa dicen menos de lo que se piensa, por eso de la "corrección política" y tal).

Desde luego, si yo fuera cura de la Diócesis de Munilla estaría muy "preocupado" con el examen de Munilla. Y aun no siendo - gracias a Dios - clero de Munilla, me siento igualmente afectado por el examen. Un examen que, como todo exámen, tiene tanto de subjetivo, de relativamente objetivo.

Y me pregunto: ¿Así piensan los Obispos que son los curas, sus curas?

Se me ocurren tantas cosas que escribirle en el examen, al margen de cada pregunta, sobre cada cuestión, una a una, extensamente, con nombres, con ejemplos, con detalles. Desde el caso del cura que termina derrengado después de cinco Misas de Domingo seguidas sin ganas de decir ni un Amén más; hasta el del que llega luego de las cinco Misas a su casa y no tiene ganas de guisarse un menú de gourmet y dieta sana; porque es el cura mismo el que se guisa y se hace (o no se hace) todo; el que no se plancha las camisas porque las quema, ni se cose los botones porque no ve ni atina a ensaltar una aguja. Y todo eso. Y más cosas, por el estilo.

Son los curas que llevan su Parroquia con temor y temblor...de que se les caiga el techo, de que salgan más goteras, de que bajen aun más las colectas, de que se agote el almacén de Cáritas; los que no pueden reformar la casa rectoral vieja y decrépita porque la economía parroquial no lo permite y antes hay que gastarse los cuatro euros mal contados en el campanario que se derrumba o el salón de catequesis que se llueve como una canasta.

Son los curas que no salen en la prensa nunca, porque ni son brillantes ni son delicuentes; son los curas del montón, los siempre medianos, los nunca aplaudidos, los jamás recomendados, los discretos, los vulgares, los corrientes, que llevan jersey con dos agujeros y coderas, zapatos deslustrados y caspa en la chaqueta. Ellos son así, con el breviario gastado y el rosario desengarzado, el coche con dos bollos en el morro, y el móvil descargado.

Son los curas que llevan encima el peso de la Diócesis, el de todos los días de todas las gentes, los que bautizan, casan, confiesan, predican, y se saben del tirón el ritual de exequias (el antiguo, no el petardo que hicieron los comisionados litúrgicos de los obispos, que nunca se sabe por qué página abrir ni qué "formulario" te pueda salir).

Esos son los "examinados". Esos son los curas objeto del examen. Que no son como el examen describe bajo sus cuestiones, que no son como el examen sospecha desde su formulario. Que se exáminan delante de Dios su Señor y le rinden cuentas con sinceridad de alma y le dicen con toda su alma "Tú lo sabes todo tú sabes que te quiero". Los que saben muy bien que no son curas por servir a las órdenes de un obispo, que la vocación no se la dio un obispo, y que perseveran en el sacerdocio y el ministerio y la Iglesia a pesar de los obispos y no gracias a sus obispos. Sic.

Me imagino a Don Munilla escribiendo su carta en su pc, habiendo cenado sanamente (con observancia cuaresmal, con exquisita parvedad), habiendo dormido su siesta medida y a su hora; habiendo rezado attente, devote ac reverenter su breviario, habiendo celebrado su Misa con mitra y solideo y ministros asistentes y escogida beatería presente; bien duchado, afeitado y perfumado, con las uñas limpias y pulidas, los zapatos rechinantes de limpios y oliendo a betún. Y el secretario en su ante-despacho avisándole -" Don Munilla, que es la hora de irse a Radio-María". Y así. Todo perfecto, todo pulido, brillante, en serena paz, sin precipitaciones, todo medido, todo suave, todo amable, todo sonriente, todo simpatía, todo unción, todo espiritualidad exquisita, recogida, digna, "sacerdotal". Todo así.

Bien. Dejémoslo así, que estoy al punto de caer (me parece que ya he caído) en el melodrama clerical, o una parodia de The Power and the Glory, o un sainete por el estilo.



Dice San Juan Crisóstomo *, obispo, que el obispo y el presbítero, en tanto que sacerdotes, son iguales; y San Jerónimo, presbítero, se pregunta: "...Quid enim facit, excepta ordinatione, Epíscopus quod Presbyter non faciat?" ** (excepto la ordenación, ¿qué hace un obispo que no pueda hacer un presbítero?).

Pero estas cosas se decían entonces, en la Época Patrística, cuando había obispos y presbíteros de otras calidades, con otros méritos, con otra sabiduría y otras virtudes sacerdotales.

Yo sueño con tiempos así. Y digo sueño porque la realidad no me permite esperar otra cosa. Es lo que hay. Aun con Munilla, el obispo de "estilo" que para algunos (ellos sabrán por qué) es una especie de non plus ultra.

Yo opino otra cosa. Y quiero otro estilo. Y no me entusiasmo con ningún mitrado porque nadie con mitra me excita entusiasmos. Será por lo que sea, pero es así. Y conste que no soy pagolerista-kaleborrokero, ¡el Señor nos libre!!!


* De Sacerdotio, L, III, 4-5
** Epíst. CI ad Ev.


+T.

21 comentarios:

Josefina dijo...

Hay mucha verdad en o que dice, Pater. Y no soy anti-Munilla. Hay razón en lo que usted comenta. Y hay muchas cosas también que deben cambiar los sacerdotes que han perdido su fidelidad al sacerdocio. Bueno, ya lo dice usted también,no voy a hacer un comentario tan largo como su escrito, así que ahí lo dejo.

Capuchino de Silos dijo...

Tiene mucha razón en lo que dice, aunque creo que el Obispo Munilla se sabe remangar las mangas.
Me quedo con San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, usted y algunos más, pero pocos para una Iglesia que está tan necesitada.
Las frases que no tienen desperdicios de este texto, para mi modo de ver, y con las que me quedo: "Señor, Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero"; porque la aprendí en mi colegio y no se me ha olvidado.
Y esta otra: "Y no me entusiasmo con ningún mitrado porque nadie con mitra me excita entusiasmos";esta, porque me consuela. Respiré oxígeno cuando la leí.

Agradecida, de nuevo.

Vicente dijo...

¡Ole, ole... y ole!

Joaquín dijo...

Se agradece este arranque de sinceridad, páter.

JJ Alarcó dijo...

A las cosas hay que llamarlas por su nombre, si señor. Cuando leí la carta de Munilla lo primero que pensé fue que sólo le había faltado añadir que se fijasen en él, siempre tan pulcro en todo. Vamos a ver como embrida y templa el báculo con los neoarrianos seguidores de Pagola y con todos los montaraces que campan a sus anchas por las campas porque éso requiere más cuajo que escribir cartitas.

Esperanza dijo...

Es verdad.

Yo tampoco soy "munillista", pero Munilla me cae bien porque no adora al dios del nacionalismo, porque da caña a la peña progre, y explica el catecismo con un estilo directo accesible para el respetable... (quizá con un ligero toque de tasca, pero nadie es perfecto)

La descripción que hace ud. de las situaciones cotidianas de los sacerdotes que no son "mediáticos" me ha conmovido. Menos mal que el Señor sí tiene ojos para ellos.

Terzio dijo...

Estúpido "interruptor": Te vuelvo a decir estúpido porque es una estupidez entrar donde no te gusta sin estar obligado a entrar. Si es tu mujer quien te trae, más estupidez.

Por ejemplo, yo en cuanto veo un muñequito rosa como el que tienes el mal gusto de ponerte como seña, ni se me pasa por las remotas neuronas del capricho asomar el coco a tu blog, que tiene que ser como el muñecajo ese.

Tienes evidentes y patentes lagunas y/o mermas conceptuales de lo que es y no es el Sacerdocio católico y la vocación sacerdotal. No seré yo quien te las subsane. Pero te aconsejo que busques formador que te forme.

Estaré espabilado para espantarte en cuanto vuelvas.

¡Arre!

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alfa dijo...

Hola. Un poco offtopic: Yo pienso que el mérito de Msr. Munilla es hacer algo que casi no se hace: explicar el Catecismo tal cual. Sólo por eso ya tengo mucho que agradecerle.

Quizás sea por que en el país de los ciegos etc., pero bendito tuerto, que nos dure mucho.

Fernando dijo...

Estimado Don Terzio:

Me tuvo usted toda la tarde pensativo, con el espléndio párrafo que empieza "Se me ocurren tantas cosas ...", donde describe tan bien la vida de tantos buenos sacerdotes. Me pareció que reflejaba muy bien la vida santa de muchos de ustedes, y que a veces olvidamos, cuando vemos el lado malo de algunos.

Leí el cuestionario. ¿No hay preguntas para examinarse si uno es sacerdote-funcionario? El otro día, en mi parroquia, llegó un pobre hombre que necesitaba hablar con un sacerdote. Le dijeron el horario del despacho parroquial, él insistió, le volvieron a decir el horario, como si eso fuera el Ministerio de Agricultura. Se fue, claro, estaba fuera de horario.

Terzio dijo...

Hijo de mi alma: Esos "desplantes" son inevitables en tanto en cuanto hay 1 cura x 1 parroquia. Por ejemplo, en mi caso, es muy frecuente que tenga que salir frenético después de Misa para celebrar otra Misa, o predicar en otra iglesia. El "lujo" de un cura con horario abierto y disponibilidad 100% para "imprevistos" es, me parece, una extraordinaria rareza. Que tampoco sé si es oportuna, puesto que las "urgencias" de los fieles suelen ser, en muchísimos casos, perezas y negligencias que se pretenden resolver luego en un día/una tarde/una hora. No sé si me explico.

Las urgencias de verdad se resuelven urgentemente porque se arreglan con una breve confesión; decir los pecados y recibir la absolución es un acto conciso y breve (contar la vida y explicar epopeyas personales puede ser "medicinal" para el sujeto pero no es "urgente" ni es "objeto" del Sacramento).

En fin, todas estas cosas que los "corrientes" vemos y atendemos continuamente, quizá no con la perfección de los santos pero seguro que sí con la santidad de nuestro ministerio.

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Mendrugo dijo...

Todos debemos rezar mucho por los sacerdotes y reverenciarles profundamente, NUNCA MURMURAR, estarles muy agradecidos a ellos, a Dios y a nuestra Santa Madre la Iglesia que los ponen a nuestro servicio, pedir al Dueño de la mies que envíe más... Y tratarles con esmerada Caridad a todos. También a los que nos gustan menos.

Hace poco en otro blog daban algunas sugerencias:
http://www.sectorcatolico.com/2010/03/la-soledad-de-los-sacerdotes-un.html

Jordi Morrós Ribera dijo...

A mí me ha impresionado la descripción tan real como la vida misma de lo que es la vida de muchos sacerdotes que seguro que no saldrán nunca en ningún manifiesto ni pro-Munilla ni pro-Pagola.

Por cierto, Munilla no es un obispo teledirigido? Lo pregunto desde el más absoluto desconocimiento, pero por lo que leo me da la sensación que llevaba años "programado" para llegar a la diócesis de San Sebastián. Por lo tanto quizás debería hablarse más de los "programadores" y menos del personaje en concreto.

Ahora no tengo tiempo pero luego no pienso perderme la lectura de su carta-examen. Es un tipo de literatura para mí casi esotérica, pero sólo por el espléndido comentario de Terzio no me la quiero perder.

Jordi Morrós Ribera dijo...

Acabo de hacer los deberes y he leído la carta-examen de monseñor Munilla.

Ahora entiendo el post de Terzio. Me he quedado estupefacto ya que incluso creo que Terzio se ha quedado corto en sus comentarios.

Ciertamente los caminos del Señor son inescrutables, y Dios me libre de ni tan solo pretender interpretar los sentimientos de monseñor Munilla, pero esta carta-examen me suena un poco a brindis al sol, o sea, una gran declaración de principios espirituales pero cuyo gran reto está en su simple y concreta aplicación en la vida cotidiana, más alá de quién y cómo los proclame.

No qusiera ser "destroyer", pero ¿como les sentaría a los colegas de monseñor Munilla en la CEE (al fin y al cabo sacerdotes también) pasar este tipo de examen?

Me callo.

el Athonita dijo...

Muy estimado Padre: celebro (sin haber leído el dichoso examen) este saludable y urgente ejercicio por dialectificar con la progresía, negando su contrario.
Ya lo decía Lewis y a su modo Ezra Pound : nada más astuto como estrategia enemiga, o técnica de infamia, que echar al ruedo errores opuestos y concentrar el juego en cuál de ambos se quede con Flandes.

Polvos y lodos han de poder ser pasados por el Fuego; Ese que lo preña todo de luz y transfiere su indómito gravitar al Cielo al interior de la bruta y grávida materia. Así la Cristiandad. Así la Liturgia. Así la vida del cura.

Sólo entonces la acromatopsia espiritual volverá a ver colores.

Ni el macilento Uriarte, ni el rumboso Munilla. Ni —Dios nos libre!— un exangüe “a mitad de camino”: es por eminencia superadora de los opuestos.

Plugo llegue del largo y fatigoso exilio, la prosapia y genuina heredad del Santo Cura Vianney, portadores de la belleza salvífica, defórmica hermosura, “ARS vivendi et celebrandi”, de quien no retuvo ávidamente para sí el mismísimo sí-mismo. El Curé de campagne, del journal de Bernanos. El deshilachado cura viandante, con el dedo —a lo Bautista de Grünwald— muy estirado al Cielo.

La usura oxida el cincel. No lo entendió el modelo decimonónico; y mucho menos aún el posmo.

Sospecho que lo más grave (y moderno, si me permite) de casi todo “examen” de conciencia es que promueve un balance contable, donde la caja “dé”.
Y la caja no da, ni ha de dar. Diría el de Hipona: si da, no es Dios.

Se me hace que sólo lo inconcluso es forma sacerdotal.
La piedad sacerdotal habría de llamarse “Rondanini”...

athos.-

Terzio dijo...

Sí, es muy sugerente la imagen michelagelesca de la obra inconclusa; más de una vez me he visto en las figuras vivas, mitad libres, mitad aprisionadas, de los esclavos de Le Louvre.

El examen de Don Munilla es bastante tópico, muy repetido, recortado de aquí de allá, muy "de centro". Le falta valor para hacerlo más profundo y detalladamente sacerdotal, será por escrúpulos.

Pero insisto en que no es "publicable" fuera del estricto ámbito clerical-diocesano. A no ser que pretendiera otra cosa, lo que sería igualmente impropio.

Sin duda estamos muy lejos del "tipo" sacerdotal de Ars, ni los sentimientos de la clerecía del siglo XXI son los de un personaje de Bernanos. Y está bien que el nuevo siglo aporte su "vis" circunstancial a los sacerdotes de este tiempo, como ha sido en otros tiempos. Pero eso sólo será válido y asumible siempre que mantega intacta y salva la esencia del Sacerdocio, sin elementos desconfigurantes.

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Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con la gran mayoria de sus comentarios, pero no me parece mal que un pastor invite a examinar a sus ovejas sin eximirle de cuidarlas y animarlas. Pero ¿no cree usted que hay muchos sacerdotes y no solo los de Munilla que parecen mas bien funcionarios que pastores que estan al cuidado de sus rebaños?. El pueblo no necesita un horario necesita que le escuchen cuando lo necesitan, en ese momento, despues ya ¿para que?, el Señor no decia las consultas de 7 a 8 de la tarde antes de mi pregon, un sacerdote, si lo es por vocacion y llamada de Dios lo es las 24h del dia y si esta en la siesta se levanta, y si esta comiendo lo deja todo en la llamada.... y asi sera la luz que alumbra en lo alto del candelero.
Muchas gracias.
Raquel

Terzio dijo...

La carta de Munilla es indiscreta porque saca al público un exámen de conciencia para los sacerdotes, además en un ambiente diocesano ya de por sí enrarecido y hostil. Ha sido imprudente e indiscreto.

Sobre los horarios, todo el tiempo que tiene el Señor Eterno, no lo disponen los curas, pobres entes temporales con sólo 24 horas al dia y una capacidad de actividad y atención limitada.

Por ejemplo, hoy, después de Misa, tengo una plática cuaresmal y seguidamente dos (uno y una) pidiendo conversación-consulta, me temo que extensa-intensa. Como soy uno e indivisible, ni puedo ni abarco, y alguno-a se sentirá frustrado-a. Sorry.

Los que se desesperan por estas cosas no demuestran estar interesados por ellas, si no serían más pacientes y/o ordenados y/o sufridos. Sorry.

Hubo un tiempo en que los reyes y los nobles tenían capellán-confesor privado, todo el día diponible. Hoy ya no. Sorry.

La impaciencia de los pecadores que buscan gracia no suele ser un buen signo de sinceridad de su búsqueda. Sorry.

Cargar esa culpa a los pobres curas, es una exculpación insuficiente. Sorry.

De verdad, anónima Raquel, que lo sorry mucho.

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Agus Alonso-G. dijo...

Estoy con usted, si uno tiene interés, ha de ser él el que busque al cura, y no al verrés.

Terzio dijo...

Pues estamos al verrés, porque yo te busco a tí y tú no te me encuentras, mozo.

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Agus Alonso-G. dijo...

Jaja. Me tiene calado.

Anónimo dijo...

No se trata de estar las 24h atendiendo personal, se trata de estar disponible, que no es lo mismo aunque parezca igual.
Tenemos que examinarnos mas."Todos, no solo los curas en eso si estoy de acuerdo".
Raquel