lunes, 5 de octubre de 2009

El sermón


Misas de 9'30, 12, 1 y 8. Cada una con sus feligreses asistentes: edad, corte social, circunstancias e impoderables personales de cada quisque, más o menos abarcables en un conjunto digamos que regular, desde gente normal-normal a gente media-subiendo. Y algunos despistados.

El Evangelio, el mismo para todas las Misas, con sus dos lecturas previas: Mc 10, 2-16 (1ª lect. Gn 2, 18-24 ; 2ª lect. Heb 2, 9-11 ); y el sermón. Y la dificultad de predicar para "todos los públicos" sin que la gente "desconecte" o "reaccione" o "malentienda". Que de todo esto pasa: Los "hipersensibilizados" por algún tema, se disparan como un cohete; los "politizados" causa sui, se arrancan como un miúra; los "delicados" se incomodan hasta la náusea; los "petrificados" se quedan lo mismo y nunca pasa nada aunque tiemble la tierra desde sus cimientos (bueno, esto reconozco que nunca lo he probado; pero valga como aproximación). Todo esto, si me explico.

El Evangelio es claro y rotundo, terminante: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (ni Moisés siquiera); y el que/la que se divorcia y se vuelve a casar, comete adulterio. ¿Está claro? Y está claro también que se trata de "hombre y mujer", como "al principio Dios los creó"; no se contemplan otras posibles y eventuales variaciones, alternativas y/o modelos. ¿Está claro?

Peeero...Pero en la cuarta banca del extremo izquierdo está Dª Alfonsita, con una hija separada y divorciada y vuelta a casar por lo civil, con un hijo del primer matrimonio y tres de este segundo; un problema. Y en una de las bancas de detrás, está Don Torcuato, que se le "casó" su hijo Fabio María con su "novio" Rodolfo Manuel hace un año, y que viven en casa y son los que cuidan de la esposa de Don Torcuato, en cama y con alzheimer desde hace cuatro años; un problema. Y sólo cuento dos porque no es para hacer un catálogo de historias con acotaciones melodramáticas. Real como la vida misma.

Y el cura predicando ("¡Ay de mí si no evangelizo!") Porque más allá de todo lo que el cura comprende (que lo comprende (y mucho)) está lo que el cura cree (que lo cree (y cada día pide creer más)) y lo que el cura recibe como encargo y a lo que se debe con toda la fidelidad del ministerio y la gracia recibida: El Evangelio, íntegro, sin merma y sin aditamentos (Ap 22, 18-19); algo dificultoso porque a más de uno, por más de un motivo, le viene la tentación de añadir o de quitar; o de callar.

De entrada parece convenir cierta condescendencia. Teniendo en cuenta que un sermón se monta sobre las palabras, cualquier palabra vale y se riza el tirabuzón ilativo-argumental y se predica de la gastronomía de Cuaresma a propósito de la lectura del Festín de Baltasar, verbigracia. O como aquel buen párroco que el día de San José se explicaba así al empezar el sermón:

- "Amadísimos hermanos: Celebramos con toda devoción la fiesta del Patriarca San José, que es de todos sabido que ejerció el artesano oficio de la carpintería, esto es, que trabajaba con la madera; la madera, esa materia de la que se hacen los confesonarios: Meditemos, pues, amados hermanos, sobre la confesión..." Y espetaba al respetable un sermonazo sobre el tema.

Así se ha predicado siempre que no se ha querido predicar algo, muy socorrido recurso para no decir lo que se debe decir cuando toca decirlo. Un tipo de homilética muy "cortesana", pero también acomodable a la urbana, y a la aldea, con casi el mismo motivo en la aldea y la ciudad que en la corte: No inquietar, no "problematizar" (ni problematizarse).

Claro que es un incompatible compromiso (des-compromiso) cuando tan tajante dice el Señor esto que decía: "No penseis que he venido a traer paz, sino guerra..." Mt 10, 34 ss. Merece leerse y meditarse, con sus versículos de coda y sus paralelos en San Lucas. ¡Prender fuego! ¡Incendiar! Pero he aquí que la tentación de muchos sermones es echar agua y que no haya fuego (aunque algunos oyentes, por su parte, son especialistas en montarse un bunker para resistir el bombardeo cuando cae y por si cayera).

El cura de mi parroquia tiende a lo incendiario, más bien; como si tuviera algún gen de Guy Fawkes o alguno de los de la trama de la Gunpowder Plot. Y la arma. Con sus cautelas, que las pone; pero al final, la arma.

Una de las mejores bombas fue cuando clamó, repitió y machacó que "...los católicos estamos sólos; nadie defiende ni promueve nuestros principios, nuestra moral, nadie! Ninguno de los partidos con representación parlamentaria son pro-vida, todos son abortistas, todos son divorcistas: ¡Estamos sólos! Y tenemos que resistir, no podemos ceder nuestra representación política votando a partidos que hacen o permiten leyes contra la vida y la familia..."

Para rematar pidió que nadie fuera a la manifa del 17-Oct, que eso era un engañabobos que no servía para nada, sino para irritar a unos y desactivar a otros, porque el aborto se hace/se legaliza en el parlamento y el parlamento se vota en elecciones: "...El que sea de verdad católico y pro-vida que lo demuestre en las urnas eligiendo partidos que defiendan y promuevan ideales en consonancia con la fe y la moral católicas; y si no los hubiera, no se vota. Pero una manifestación, a estas alturas, es una pantomima sin sentido y sin efecto...".

El colofón de la homilía fue una glosa aplicada de Hb 2, 9-11, enfatizando el gran misterio cristológico y cristiano de la perfección y consagración por la cruz, referido muy particularmente a la vida familiar, el matrimonio y la maternidad.

Total, un sermón muy poco "corriente". Me gustaría que se oyera en más sitios y que algún mitrado se atreviera a decir cosas por el estilo.

Pero nuestros mitrados o no hablan, o no se les entiende lo que dicen, o mandan a la gente que vayan a las manifestaciones. Muy valientes, muy consecuentes, muy beligerantes.

¿Saben Uds. en qué se nota la "acogida del sermón? En el Credo: Cuando empieza el cura - "Creo en un sólo Dios..." la gente le sigue y lo reza con un tono y volumen verdaderamente estimulantes (o estimulados).

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8 comentarios:

Mendrugo dijo...

En pocos pasajes del Evangelio habla el Señor de forma tan categórica. Por la importancia del asunto, sin duda. Pero también porque nos conoce (a laicos y curas) y sabe que por respetos humanos acabaríamos condescendiendo en lo del divorcio, como Moisés. Pues para evitarnos la tentación lo deja cristalino. Y que los blandos se remitan a Él: «Yo en este punto tendría más manga ancha, pero Jesucristo ya veis lo que dice».

Anónimo dijo...

No se puede seguir permitiendo que la gente se case "por la Iglesia" tan alegremente. Los cursillos prematrimoniales son ridículos como preparación al sacramento que determina tu vida para siempre.
De hecho muchísimos matrimonios actuales pueden ser nulos, de acuerdo a la siguiente causa:
"... si uno de los esposos lo contrae ignorando qué es el matrimonio canónico o con una mentalidad errónea sobre alguna de sus propiedades esenciales, es decir, sin saber a lo que se compromete..."
Hacen falta sacerdotes santos, no funcionarios, porque si quien te guia es ciego caerás.

Anónimo dijo...

Don Terzio, mi confesor me comentó que una vez vino una señora a confesarse, y entre otras cosas se acusó de estar viviendo con un hombre divorciado con el que ella no estaba casada, el sacerdote le preguntó si pensaba dejarlo, la sra. contesta que de ninguna manera, el cura le niega la absolución, y la mujer ofendida se marcha a gritos no sin antes hacer hacer gestos amenazantes,como queriendo pegarle.
Faltan más sermones sobre el tema, y como ejemplo de sermones corrosivos los de Newman, la edidorial encuentro los está reeditando.

Juvenal

Tumbaíto dijo...

Sí, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre . ¿Ahora bien, qué ha unido Dios?

Embajador dijo...

Menudo cura sociata. Haciéndole el juego a Pepiño. ¿Todavía no se ha enterado que hay que echar a Zapatero y que todo lo demás se nos dará por añadidura?. Seguro que hasta le de por leer a Leon XIII o (¡gasp!) a Pio IX y sus diatribas anti-liberales.

anco marcio dijo...

Llevo años oyendo en una parroquia a un cura, que opina como dómine Terzio y créanme que aunque algunos protesten y pataleen, la mayoría le admira y considera hombre de Dios.
¿Que la predicación del Evangelio escuece muchas veces? Es lógico; somos hombres y estamos muy lejos de lo que el Evangelio dice, sin embargo yo animaría a ese cura, si me lo permite, a continuar anunciando a Cristo (por cierto, cada día habla mejor, el cura, claro). Si lo que quieren oír es una pamema dulzona, que se queden en casa y vean lo que los poderes públicos ofrecen al público, para mayor gloria de nuestros padres de la patria, que por cierto cuando están en la oposición braman contra los proyectos legislativos del Gobierno y cuando llegan a él sufren amnesia y no los derogan; si no me creen, tiempo al tiempo. Aunque luego pondremos cara de tontos.

Juanan dijo...

Pues el cura de tu parroquia tiene más razón que un santo. Quizás es que él también lo es, o lo será en cuanto estire la pata.

Pero yo iré a Madrid :P no apelando al Gobierno, sino a la sociedad.

Terzio dijo...

El cura de mi parroquia no es santo; lo que dice lo dice santamente, pero santos son los que hacen buenas obras además de predicar rectamente. Al fin, Santo es sólo Dios, recuerda.

Y a mí me parece que vas a Madrid por Palladio, no por la manifa de los pperos sub-católicos (enterate antes si abren lo de Palladio ese día; es una buena coartada, sin duda).

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