Recibí ayer, por correo ordinario, un sobre tipo comercial, blanco, abultado. Yo pensé, primeramente, que eran octavillas de propaganda electoral, o papelorios pios (folletos, revistitas etc.). Y era eso. Abro el sobre y dentro viene una carta circular patatín, patatán y mambrú se fué a la guerra. Mas con la carta, vienen también tres folletos:
- Unas Oraciones Cristianas muy buenas para los nervios etc. Pero les echo un vistazo y veo detallitos que no me gustan, las Letanías Lauretanas regularmente traducidas y otros cuantos puntitos que mi gusto no soporta. Y como la máxima charitatis agendae es "No quieras para los otros lo que no quieres para tí" y tenía cerca la papelera, pues a la papelera!
- Un Mes de María, a buenas horas con flores a María ayer, que empezó Junio y ya estamos con las Letanías al Corazón de Jesús, en Vos confío (se las recomiendo). Y como yo soy muy repío y me sé del tirón y carrerilla el Mes de María para todos los días del Mes de Mayo y a estas alturas, casi cincuentañero, no estoy para cambios ni modernuras, a la papelera también (con cuidadito, a pedacitos chicos, de maniático pio, que lo soy mucho, gracias a Dios).
Había un tercer libretito, que me dejó suspenso, un instante (dos instantes?) perplejo, desnortado. Pues era el tercer opúsculo un cuadernillo con una foto en la portadilla de un señor con corbata, sonrisa cordial, y cara reconocible que, por un momento, yo no atiné a reconocer (el alzheimer que acecha, como la gripe porcina, yes). Después del instante (o dos) de suspensión intelectiva, leo al pié de la foto: "Luís Valls. De la Banca a Dios". Y el nombre del autor (que callo). Y aquí me acaeció el desporrompompero politraumático espiritu-anímico-católicón.¡ Señor ten piedad!
Yes. Ni están ustedes alzheimer ni les he contagiado ningún virus ni bacteria ni microbio por interrete. No. Es que ese es el titulillo y el contenido del folletín: "Luís Valls. De la Banca a Dios". ¿Que quién es/era Luís Valls? Si lo conozco yo, lo conocerán ustedes, i presume. De todas formas, en la Wiki, he encontrado una breve semblanza del susodicho, por si alguno quiere leer.
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El folleto que me llegó por correo, si no se lo imaginan ya, es de género "causa de los Santos", que desde los ochenta se puso tan accesible, pues la Santidad es para todos y todas (y no me extrañaría que, proximamente, hasta para "tod@s". Yes).
Yo que para muchas cosas me inclino a ser de "la vieja escuela", discuto y matizo la mayor. Porque ese es el problema, entiendo: Que no se matiza qué y para quiénes y de qué forma y manera, con qué condiciones, es o sea o puede ser la Santidad de los Santos y/o para los Santos. Al hilo, me hace pensar en aquella sentencia (?) que dice que "Hay Santos que la Iglesia impone a Dios y Santos que Dios impone a la Iglesia". Algunas veces me parece claro, y hasta escandalosamente evidente.
El candidato postulado, Luis Valls, es un "dechado" de virtudes...pero a lo moderno. Las palabras evangélicas "...dejándolo todo le siguieron" parecen haberse transformado en una especie de "sin dejar nada también se apuntó a eso", o por el estilo. Y se pudiera entender justo y hasta muy castizo, porque siempre, de toda la vida, se nos ha enseñado la importancia primerísima y transcendental del "negocio de la Salvación", las "empresas espirituales" y hasta la "economía de la Salvación". ¿Me siguen?.
Digo yo que un avispado y perspicaz hombre de negocios y mundo, por nada se dejaría ir el negocio, la empresa, la economía mayor y más alta. Y allá que fué. Pero con todo lo suyo. Sin dejar nada. Entiendo, comprendo, que lo del joven rico que sale en los Evangelios es un personaje de aquel entonces, que no tiene por qué extrapolarse al presente, al Tertio Millenio este nuestro en que estamos, que es otra cosa. Y otra cosa tuvo que ser lo de Leví el Publicano, que dejó de repente el banco de cobro de impuestos y se fué con el Rabbí Jesús Nazareno, y que terminó siendo San Mateo Evangelista, que se lee mucho en Misa su Evangelio, Uds saben. Y por supuesto que Zaqueo el recaudador medio enano de Jericó es un personajete anecdótico, que tampoco es definitivo, ni definitorio ni concluyente. Que no es modelo, vamos, quiero decir. ¿Me explico/se me entiende?
Del ilustre financiero camino de los altares, conspícuo ejemplar, se muestran unas cuantas perlas, prendas de sus eximias virtudes. Como por ejemplo:
- "...Desde aquel día glorificaría a Dios con uno de los medios más difíciles para darle gloria: el dinero" (Sic).
- "...los dones recibidos y su humilde actitud le llevaron a comprender que su trabajo en la Banca era el de mero administrador de unos bienes que Dios ponía en sus manos para que los gestionara adecuadamente..."
- "...Su relación con el dinero fue prudente y brillante..."
- "...Sus obras de caridad tenían un matiz singular: Que los beneficiarios fuesen corresponsables para devolver una pequeña cantidad con objeto de ayudar a otras personas. En su pensamiento, dar dinero a fondo perdido no era bueno para nadie..."
- "...Practica squash como deporte favorito..."
- "...Hizo vida la fe, por eso Luís es para la Iglesia modelo de santidad en el trabajo, particularmente en la Banca".
Entre col y col, lechuga. Es decir, que trae más cosas por el estilo y fioretti, florecillas del santo de la Banca ya camino de los altares. ¡Cosas veredes!
Y yo no sé qué decir. Porque se me ocurren bastantes cosas que decir. Por lo pronto, le echaba al ruedo a un San Juan Crisóstomo y a unos cuantos Padres del Desierto, a ver cómo los toreaba el valiente (y su cuadrilla, incluído el panegirista autor del folleto, muy señor mio). En un primer momento, pensé pasar el articulete. Después decidí dejarlo en Ex Orbe, para que no corriera demasido.
Que nos den bofetadas los malos de fuera, vale, eso está profetizado. Pero que nos desconchen la casa, fachada y salón de estar, los santificadores de dentro mientras juegan al parchís o al juego de la Oca (no quiero decir el Póker, el Mus o el Julepe) de la santidad de los miembros del club, y arriesgan en la Bolsa, comprando y vendiendo, negociando, las acciones del Regnum Coelorum, eso tiene castañas pilongas de repetición y tiro al blanco.
El bajón de la Causa de los Santos que propició Juan Pablo II (¡¡¿?!!) se ha convertido en el coladero de tantas causas mediocres que nunca debieran haberse postulado, ni siquiera en la mente de los "devotos" cercanos . No sé si se dan cuenta de cuánto se desacreditan y nos desacreditan.
Hace unos días se abrió (y yo pienso que demasiado pronto, pero así están los tiempos), la causa de Lucía de Fátima, más de ochenta años de clausura carmelita. Otro "estilo" de santidad, otro "camino", tan distinto del de la Banca. ¿Valen lo mismo? ¿Todo es lo mismo? ¿Pueden significar lo mismo? ¿Caben en el mismo "catálogo"? ¿Son todas las causas igualmente "viables"?
Aparte de todo eso, acomodar el "No podeis servir a Dios y al dinero" interpretando "pero yo sí, pues yo voy a servir a Dios en la Banca" es un temerario discurso muy dudosamente evangélico. Aunque siempre estará al quite el teólogo de turno para darle salida al "dilema" teológico, espiritual o moral. Es su oficio, ¿no?
¿Llegará a los altares? Dios lo sabe. Tengo la teoría de que, en estos casos, los Santos que la Iglesia "impone" los dejan en un poyete del Cielo, ex profeso, como una galería de "raros". De todas formas, seguro que no le ponen silla al lado de San Mateo, que dejó el negocio; ni tampoco al lado de San Lorenzo, tan mal gestor de los bienes de la Iglesia que los repartió a los pobres de Roma ( y a él - que no jugaba al squash - lo asaron a la parrilla en pleno Agosto romano). Y así, tantos, hasta ahora, casi todos, y seguro que en el Común de Santos Innominados, más, muchísimos más.
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p.s. Me están dando ganas de encomendarme a Don Luís y comprarme un decimito de lotería o un cupón de la once, a ver si me tocan y con los milloncetes hago "negocio" de santidad y prospero económicamente. Ya les contaré, si hubiere novedad (aunque, pase lo que pase, squash estoy seguro que no practicaré, no sé si eso será obstáculo para una eventual beatificación).
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37 comentarios:
Don Terzio, a mí como que eso de combinar los tipos de cambio spot y los tipos de cambio forward o bien operar con forward a plazos distintos, no me mueve mucho a la piedad. Pero doctores (en la London School of Economics, of course) tiene la Iglesia, supongo.
Luis del Vall pertenecía al Opus Dei, ¿verdad?
He encontrado el obituario que publicó José Luis Gutiérrez en El Mundo y que leí en su momento.
La verdad sea dicha, me he quedado perplejo, más teniendo en cuenta lo que se lee en dicha necrológica:
« «El socialismo ha entendido muy bien lo que es la banca, dónde está su fortaleza, en que puntos es vulnerable. Con esas coordenadas ha dominado la situación desde el primer momento».
La elogiosa mención al Gobierno socialista no era casual. Valls no ocultaba sus buenas relaciones con la izquierda desde el inicio de la Transición. En 1.983, con motivo de un acto conmemorativo en la sede madrileña del PSOE, Luis Valls que asistía como invitado una minúscula tarjeta en la que, su titular había escrito: «Le agradeceré su presencia en el acto». La tarjeta pertenecía a Alfonso Guerra , quien, nada más entrar en el recinto, rodeado de cámaras, se dirigió, en primer lugar a él, al que saludó de manera visiblemente afectuosa.
Sus relaciones con Antonio Gutiérrez, quien fuera secretario general de CCOO y hoy diputado del PSOE, rebasaban, asimismo, los límites de la simple cortesía. En la sexta planta del Edificio Beatriz, Valls ocupaba un grandioso y moderno despacho, flanqueado por una gran cristalera que filtraba la luz de la calle a través de una impecable terraza –jardín sembrada de petunias, prímulas y pensamientos, que aportaban una serenidad luminosa, colorista y vegetal. Allí junto a las flores, estaba la foto dedicada de Gutiérrez.
A Luis Valls se atibuía gran influencia en el sector del Opus Dei más cercano a los socialista, y en lograr – junto a los buenos oficios del citado Ramonet – que en la beatificación y santificación del Fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer, los socialistas – y sus terminales mediáticos – guardaran inusitado y respetuoso silencio sin una sola crítica».
Sinceramente, no entiendo nada.
Quisiera hacerle una pregunta, D. Terzio, pero temo pasar por ignorante o impío. En cuyo caso, prefiero pasar por lo primero.
¿La Iglesia es infalible respecto de las canonizaciones? El Papa puede equivocarse humanamente en cuestiones de administración eclesial y concesiones "de gracia" (a saber: títulos de agradecimiento, condecoraciones a colaboradores laicos, etc.).
Creo que queda claro, pero con esta pregunta no estoy cuestionando en modo alguno el Magisterio de la Iglesia y sus Pontífices.
Y, si se me permite, segunda pregunta: ¿me podría recomendar usted un libro en el que de la forma más ortodoxa posible pero no "a machamartillo" se explique hasta donde se pueda el Misterio de la Providencia?
Muchísimas gracias por su labor.
Abraham Álvarez
“Al César lo que es del César…”.
El señor Valls fue buen gestor del Banco Popular que presidió durante años. No cayó en la tentación de la cocina contable (entre otras cosas porque en sus tiempos no existía ese enorme engaño que en términos financieros se llama “fair value”; y que traducido al castellano coloquial es: “maquillar el valor de los activos a tu conveniencia”). Tampoco jugó con los instrumentos derivados, en su tiempo las finanzas eran más sencillas.
Ahora, con mis modestas miras y por mucho que cavilo, no acierto a comprender la conexión que existe entre ser buen gestor empresarial y la derivada consecuencia de iniciar el camnio a los Altares.
¿Santificación por el trabajo?: almuerzos en Zalacaín, Horcher, saludos afectuosos en Club 31 (con esas sonoras palmadas en el cogote reservadas exclusivamente a practicarse entre Presidentes de grandes Corporaciones, Ministros, etc, ante la mirada del séquito y corte), reunión con los grandes banqueros en la sede de Banesto, en Banco de España, viajes y vida amable, recibiendo por doquier parabienes, zalamerías y peloteo.
Valls tuvo necesidad de tomar decisiones duras que dudo un Santo podría hacer: despedir empleados, “cortar cabezas”, aún, amparado en la razón profesional (es decir, por falta de capacidad: ¿pero es ésta razón cristiana?).
Seguro fue buen hombre y cristiano, pecador como todos… pero ¿Santo?
A veces pienso en lo que para mí es una paradoja: en Valencia tuvimos un gran Duque que dejó sus palacios, posesiones y títulos para servir a Dios. Cuatro siglos después un servidor de Dios ambicionó y consiguió un título de nobleza… Ambos son Santos de la Iglesia: ¿en mi desconocimiento, estimado Terzio, pregunto: ¿comparten la misma Santidad?
Saludos cordiales.
Venga, entro al trapo (no del folleto, que tiene pinta de poco defendible, al menos por los pasajes que citas). Y un aviso primero para el que no lo sepa: yo soy del Opus Dei.
Bien: en teoría no veo ningún problema en que un banquero sea santo. Que yo sepa, para seguir a Jesús no todos tienen que ser san Alejo y dormir debajo de la escalera, o quedarse desnudos como san Francisco (si no, estábamos apañados). Otra cosa es que todos tengamos que renunciar a todo por el Reino de los Cielos. Yendo a lo práctico: los cristianos no pertenecientes al estado religioso (y que tienen que santificar el mundo: cf. CV II) tienen que estar desprendidos de los bienes, pero tienen que manejar bienes. Y qué hacemos con los banqueros: pues de primeras parece difícil que sean santos, pero ojalá hubiera habido muchos como Valls en tantos bancos del mundo que ahora se están hundiendo por malas prácticas.
No sé si Luis Valls era santo; lo que sí sé es que podía serlo: salvo que ser banquero sea pecado.
Y que yo sepa, Zaqueo se quedó con al menos la mitad de su dinero.
Saludos cordiales (aunque un poco cabreados).
A ver:
1º A Abrahám Álvarez--> El acto de la canonización, ex sese, no es un "magisterio infalible ex cáthedra", pero los teólogos siempre lo han considerado más allá (con más valor) que el magisterio ordinario, y se le reconocía cierta infalibilidad, por lo menos tocante a "garantizar" que tal o cual siervo de Dios gozaba de la beatitud celestial y glorificación. Lo que discuten algunos teólogos con bastante fundamento es si las beatificaciones-canonizaciones tienen el mismo valor magisterial desde 1983, cuando Juan Pablo II reformó en tantas cosas el procedimiento canónico (por ejemplo dejando a los obispos la potestad de incoar causas en sus diócesis etc.), con lo que el "acto magisterial" ya no sería de la misma índole. Tocante a otros particulares se suele notar que supuesto que las afirmaciones-testimonios sobre la virtud de un siervo de Dios están sujetas a humano error, la beatificación-canonización no enseña infaliblemente que tales actos de virtud hayan vividos/practicados por el siervo de Dios, sino sólo según la certeza moral que se concluya del testimonio de los testigos etc. (debidamente contrastados, por supuesto). Desde las disposiciones de Sixto V, Urbano VIII o el "experto" Benedicto XIV y la desaparición de la importante figura del "Promotor Fidei", las innovaciones en el proceso de las causas de los santos han hecho que prosperaran muchas causas (y muy rápido) que antes no hubieran podido ni siquiera abrirse.
Sobre la Providencia: Busca en Antonio Royo Marín "Dios y su Obra" (1ª parte, sección 3ª, capítulo 6. La Providencia) Y aquí puedes leer un clásico espiritual del tema.
A Ángel Ruiz: No he tenido intención de enseñar el trapo a nadie, para nada. Pero te niego la mayor: El seguimiento de Cristo tiene exigencias, y no todos pueden. El texto del Joven Rico es muy definitorio. Un Santo "de altar", lo mismo. Una santidad "común" y "posible", puede que no sea una santidad "ejemplar", y mucho menos "cultual". En la tradición de la Iglesia, hay ciertas actividades muy "marcadas" que ahora, desde otra perspectiva se "admiten", pero siguen siendo bastante incompatibles con rectos criterios de santidad. Si acudimos a los Padres de la Iglesia y los Concilios, lo que se enseñan sobre las actividades financieras es doctrina muy severa, mucho. Según esto, un "perfil" así es incompatible con la santidad, por lo menos con la santidad "ejemplar" y "cultual".
Hace unos día (y sin tener nada que ver con el folleto de Valls), el p. J.Mª Iraburu publicaba un artículo que, me parece, extracta un librito del año 1973-4, del p.D.José Rivera y el mismo Iraburu, el nº 1 de Cuadernos de Espiritualidad, titulado "La Santidad"; el artículo de Iraburu se llama Santos no ejemplares Recomiendo su lectura (y quizá se pueda encontrar la obrita completa en la Fundación Gratis Date ).
Que la labor de Valls banquero sea meritoria como banquero, no significa que tal labor le haga "apto" para aspirar a una declaración formal de santidad ejemplar; ni siquiera si vivió particularmente una santidad privada-personal: Hay supuestos y circunstancias que no se pueden desligar si de ellos se ha hecho una "profesión". Por ejemplo, no me imagino "canonizable" a un verdugo ejemplar, o a un director de un casino "ejemplar", o a un fabricante de armas "ejemplar", o a un especulador de Bolsa "ejemplar". A un banquero "ejemplar", tampoco (a no ser que a su "profesionalidad" se le adjuntara otra circunstancia--> un martirio, por ejemplo, por causa de la Fe o la Caridad; pero este no es el caso, evidentemente).
Pretender "convalidar" y/o "homologar" algunas "profesiones" o dedicaciones con el concepto de Santidad Cristiana, entiendo que es una degradación del concepto. Absolutamente.
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Me alegro de que alguien se atreva con el tema, digno de una disputatio de las que Santo Tomás proponía a sus alumnos.
Yo estoy convencido de que se puede ser banquero y santo.
Un buen banquero no sirve al dinero. Sirve a la sociedad, haciendo rendir el dinero. Cosa muy evangélica y necesaria para que la economía funcione y haya pan para todos y la humanidad pueda crecer. Es un trabajo tan santo como el de San José.
Otra cosa es que algunos o muchos banqueros hagan cosas no muy santas. Esas malas prácticas no son necesarias ni propias de la actividad bancaria.
Una de las desviaciones de que un católico debe abominar es el puritanismo. Y también es puritanismo el prejuicio de que el dinero es malo de suyo y que manejarlo es pecaminoso.
Además, ojo a la envidia. Hay que examinarse a sí mismo de todo vicio. Pero si vamos buscando y suponiendo los vicios en los demás, desbarramos.
Terzio no pude parar de reirme del comienzo al final.
No conozco al tipo pero me resultó muy gracioso lo de servir a Dios con el dinero.
En cualquier caso, Cristo dice que es complicadísimo que un rico pase... no que sea imposible. Y para lo complicado están los santos. Es decir, si bien acuerdo con los principios que nutren el post, me parece que puede haber un santo a lo León XIII.
En especial en estas épocas, porque antes uno le dejaba todo a la Iglesia para que administre pero hoy hay cada obispo.... Además en el sistema económico actual la vida económica (y, por tanto, la ayuda económica) pasan por los medios de producción. Es decir, puedo ayudar más quizás dando trabajo en una empresa que dando pan y ropa...
Digo todo esto aunque no niego se sea más complicado el mantenerse entero que el que un camello pase por la aguja, que hay que ser verdaderamente santo, y muchísimas otras cosas.
Por último (y me disculpo por lo largo) lo felicito por la explicación tan...centrada sobre la infalibilidad o no de las canonizaciones.
REspetos.
Natalio
Angel Ruiz, de acuerdo con esto: Lo que realmente importa es donde uno tiene puesto el corazón. Es decir, se puede tener dinero sin valorarlo y estar dispuesto a dejarlo a la primera de cambio, cuando se nos pida.
Pero otra cosa es entrar y servir en un sistema perverso en sí mismo, como lo es la banca, que significó desde sus orígenes la institucionalización de la usura. La concentración del mayor poder terrenal hoy día, pues como decía Rotschild, "dadme el poder de emitir y manejar la moneda (que eso y no otra cosa hacen los bancos además de practicar la usura), y no me importa quién haga las leyes."
La banca, en resumen, significa la aniquilación de la soberanía de las naciones y el traspaso del verdadero poder a manos de unos pocos financistas -en su mayoría pertenecientes a cierta tribu milenaria-, que deciden desde entonces qué se produce y que no, a qué gobiernos se ayuda y a cuáles no, etc. etc.
Por no hablar de la tergiversación que provoca la banca en el concepto de "moneda", ya que la convierte en el objeto de su actividad, siendo que nunca debió salir de su papel de "medio" de las actividades económicas humanas.
La lista de defenestraciones al sistema bancario es interminable y otros la han hecho con mucha mayor lucidez que yo. (Sto. Tomás, por caso).
A lo que voy es que no es posible, en el camino de santidad, transitar con el carro del enemigo y llegar a buen puerto.
Sdos.
PL
Hay inflación de santos. A veces, parece que se busca la declaración de santidad (la canonización), como el que pretende un título nobiliario. Más aprovecha a la vanidad de los vivos, que al presunto destino de ultratumba del muerto.
¡Y pensar que el rico comerciante Don Miguel Mañara, aún no sea ni beato...!
Yo en el tema de la banca como algo intrínsecamente malo no entro, porque no sé del tema (pero no creo que la discusión sobre la usura en la Edad Media sirva de mucho). A mí la banca no me parece intrínsecamente mala (no me caen bien, pero ese es otro problema) y en el cielo por suerte no habrá banca, pero aquí parece necesario y por lo tanto bueno.
Sí que me sorprende el ejemplo del verdugo: supongo que a Usted no le parecerá mal el oficio de verdugo (dando por supuesto que actúa con todas las bendiciones legales) ¿o me equivoco?
Lo de las devaluaciones de las canonizaciones desde 1983 no sé si lo dice de broma, porque no acabo de creerme que lo diga en serio (o no quiero creérmelo).
Sobre lo de la inflación de santos, quién sabe cuántos hay y cuántos tiene que haber. Lo de la santidad "ejemplar y cultual" no lo entiendo (supongo que para reyes -p. ej. san Fernando- sí que vale) o quizá es que no me guste lo que intuyo: pero mejor nos iría con santos que sean ejemplos de virtudes en la vida cotidiana.Si la cosa va de la cuestión de la prohibición del comercio a los religiosos (que me parece que va por ahí) mejor nos iría a todos sin curas ni frailes que tengan que ver con dineros y con buenos cristianos en cada profesión. Y luego, si alguno de ellos vive heroicamente las virtudes, sea barrendero o sea verdugo o sea banquero, pues que se le canonice, que falta nos hacen santos así (de santos raros ya tenemos un buen catálogo, y gran cariño que les tengo, pero me gustaría que hubiera de otros más 'normales').
He leído con gusto el artículo del P. Iraburu, que está muy bien. Pero la expresión "santos no ejemplares" me parece poco feliz, ya que no dejan de servirnos de ejemplo. Normalmente es fácil discernir el aspecto "no ejemplar" de su personalidad. Y no parece que la Iglesia no los canonice. Muchos santos canonizados tienen aspectos no ejemplares (en según qué grado, todos menos la Virgen). La Iglesia prudencialmente evita canonizarlos cuando se prestan a mayor confusión o escándalo (caso de Orígenes). Creo que don Jesús Urteaga escribió un librito sobre "los defectos de los santos".
Caso de un gran santo canonizado y con un aspecto no ejemplar: San Josemaría y su "escrivadebalaguerismo" (por usar el nombre que la malicia mundana ha puesto a este defecto en su recuerdo). Ese prurito nobiliario enraizado en sus "fondos inconscientes" le llevó a hacer alguna tontería (sacar un título), pero a mí, queridos amigos, me parece insignificante en el conjunto de su personalidad enorme y santa.
Admirado Don Terzio, este post es excelente, y excelentes son también los comentarios. En concreto, su observación sobre cómo el ”Dejándolo todo le siguieron” se ha degradado en un “sin dejar nada también se apuntaron”, aplicable a todos nosotros, es estupenda.
Yo matizaría lo elemental: no es lo mismo el señor que es banquero porque es director o interventor o contable de una sucursal que el que es un gran ejecutivo del banco, como el caso que Vd. comenta. En el primer supuesto, el que curra con euros como otro lo hace con ladrillos o con aspirinas, claro que puede ser un santo de primera, si cumple sus deberes (Juan 3, 12-13) y trata a todos con justicia y es desprendido con el dinero ajeno y lleva una vida austera. Para este caso, tiene mucha razón Mendrugo: no conviene ser ni puritanos con el dinero ni envidiosos con los ricos, y un banquero puede hacer mucho por la sociedad en la que vive.
Si subimos por la escala y llegamos a los grandes directivos, ahí todo se complica. Al menos en España, hay muchas evidencias de que la banca ha de meterse en lodazales para hacer negocios: compadreo con los políticos, trato discriminatorio según el tipo de clientes, operaciones confusas desde el punto de vista fiscal, alegrías contables, ... Es posible que no haya más remedio que pasar por ello si uno quiere que su banco prospere, pero esas decisiones injustas afectan a la propia vida moral, creo. No digo que fuera el caso de este señor, al que no puedo juzgar: pero en la opinión general de España hay la impresión de que hay que ser un poco maquiavélico para salir adelante en la gran banca. En este caso, vendría su exacta matización, Don Terzio: el joven rico iría al cielo de cabeza, por cumplir la Ley de Moisés, pero no podría aspirar a ese nivel superior que se supone propio de los santos canonizados; y también la aclaración, muy bonita, de Diego Mallén, “buen hombre y cristiano, (...) pero ¿santo?”.
Varias cosas:
1. Me he reído mucho con la entrada. A ver si se agarra usted más cabreos de estos, D. Terzio, que dan mucho de si.
2. Conocí a D.Luis Valls, tuve la oportunidad de charlar con él en varias ocasiones tanto en ambiente distendido como en el profesional. Tipo afable como pocos y en el mundo de la banca menos todavía. Así a bote pronto no se me hace difícil pensar que está en el Cielo, pero eso no me toca a mi decidirlo.
3. Su labor en el Banco Popular fue extraordinaria y se conoce poco, porque solamente se sabe de los resultados. Al contrario de lo que dice alguno por ahí el Banco Popular comerciaba con derivados como todo hijo de vecino, pero era una institución prudente y segurata y le iba muy bien. Fue morirse Valls y venirse abajo.
4. Al contrario de lo que algún otro sugiere más arriba, Luis Valls no era una persona ostentosa, yo creo que era modesta en el sentido de que comparando lo que se podía permitir con lo que de hecho se permitía mediaba un abismo. Conozco, por ejemplo, la casa en que vivió la mayor parte de su vida y, en fin, pocos banqueros se permiten esos "lujos". Y tampoco estoy diciendo que viviera en una chabola en el Pozo del Tio Raimundo.
5. Me ha hecho particular gracia eso de "De la Banca a Dios". Me recuerda aquello de "Por el Imperio hacia Dios" y la famosa contestación de Canals: "Yo pensaba que a Dios se iba por la humildad".
6. Y aquí hago mi reflexión final: El peligro que aquí se corre, desde mi humilde punto de vista, es pasar del posible hecho que un señor dedicado a la banca llegara a ser santo, a considerar a la banca una actividad santa. El título del libro representa ya toda una declaración de intenciones en este sentido. Y no muy afortunada por cierto. La banca, creo yo, es como mucho un mal necesario, y de lo de "necesario" no estoy del todo seguro. Y hablo con mucho conocimiento de causa. A mi me parece que si el Sr. Valls fue un santo, seguramente tal cosa ocurrió "a pesar de" y no "gracias a". Y el problema es que la canonización del Sr. Valls sea percibida como patente de corso, muy en la línea de, por ejemplo, los métodos naturales de regulación de la fertilidad que no sin gracia alguno ha llamado "el condón católico".
No se si me explico.
Hay santos célibes y casados. Reyes y míseros. Religiosos y seglares. ¿Es todo lo mismo? No y sí. Los santos participan de diversas maneras de la santidad del tres veces Santo. María escogió la mejor parte, pero Marta también es santa.
Es ridículo, en el orden sobrenatural, tener pelusa de aquéllos que nos parece que han tenido una vida más fácil o se han privado de menos. Como tenérsela a los de la hora undécima.
Luis Valls, que comía con frecuencia en Horcher, nos diría que Horcher tampoco es para tanto.
He publicado todos los comentarios, menos 2: Uno de un tal "Simbad" y otro de uno que firma "Quinchino", muy sulfurados y poco educados los 2.
Digo muy en serio que las causas de Santos han dado un bajón sustancial desde las "reformas" de JuanPablo II. Por ejemplo, el concepto de "virtudes heróicas" ha desaparecido y se ha sustituído por una "virtud stándard" que resalta lo "normal" cuando si hay algo que no es "normal" es, precisamente, la Santidad.
De San Bernardo decían los que le conocieron que era "in ordinariis non ordinarius", extraordinario en las cosas corrientes. Que un banquero sea eficiente y responsable, es lo suyo; si se le añade el plus de una vida cristiana ordenada y perseverante, tampoco eso es "extraordinario". Quizá la degradación del entorno social (y cristiano) hace que resalten ciertos comportamientos-vidas no por su "celsitud" sino por el "descenso" del nivel medio. ¿Me explico?
Pero insisto que un "banquero" no me parece un "modelo" cristiano, y el rezar todos los días y llevar una vida morigerada no me parecen "virtudes" suficientes para promover una "candidatura" a los altares.
Insistir en la "normalidad" de la "santidad para todos" debería conllevar la "coherencia" de no postular otra santidad sino la normal, común y corriente de la generalidad de los que formamos (con más o menos nivel) la Communio Sanctorum. A no ser que se pretenda deliberadamente "sobresalir", pues caso de pretender tales, insisto: Un banquero no es modélico por mucho que sea honrado banquero con la addenda de haber sido, también, responsable católico según determinada y específica vocación.
Quizá dentro de ese círculo determinado pueda servir como modelo "interno" para los de su misma "vocación". Pero para ser "modelo" universal y santo "de altar", es insuficiente, muy insuficiente y hasta diría que posiblemente "equívoco".
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Mendrugo- Permíteme una amistosa discrepancia. Yo creo y casi estoy seguro que el Sr. Valls estaría de acuerdo conmigo que de hecho Horcher si que es para tanto.
Pero bueno, admito que la templanza no es mi virtud dominante.
¡Ah! y solamente he estado en Horcher una vez en mi vida. Y dudo que se repita.
Ogh! Yo soy tan provinciano que pensaba que el summum de la buena mesa seguía siendo el Lhardy.
Pero no desesperen, que ya ven que casi ningún lujo es óbice para aspirar a tener imagen de bulto y altar con velas.
Si se hubiera mantenido el Promotor Fidei, otro gallo (de San Pedro) cantaría.
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P.S. Decía yo de nuestro querido (y santo oficioso) Don Miguel Mañara, que fue "rico comerciante", aunque parece que vivió de joven de las rentas, porque comerciante de fortuna fue su padre. Miguel Mañara Vicentelo de Leca, hoy diríamos que fue un "político municipal", y renunción a sus cargos (entre otros, el de caballero veinticuatro) después de morir su esposa e ingresar en la Caridad. Conste en acta.
Me encantará llamar en lo sucesivo a las revistas papelorios.
Estoy deseando encontrarme en la situación de tener que referirme a tales cosas.
¡Gracias, Don Jose!
Joaquín ha hecho una referencia importante en la cuestión de la santidad: la renuncia.
A mí que este señor haya tenido un despacho lujoso, con sillones de piel, mesa de caoba y estilográfica de oro, realmente me da igual. No creo que vaya en contra de la santidad, porque al fina y a la postre, un director de un banco ¿va a vivir en un cuchitril? ¿tendrá zancajos? Es más, si los tuviera sería ofensivo.
Sin embargo es más interesante el tema de la renuncia y la humildad. Santo Tomás Moro, el hombre más poderoso de Inglaterra - quitando al Rey - renunció cuando su fe se vió comprometida; San Pío de Pietrelcina, estuvo sometido a una reclusión injusta, sin embargo obedeció; y así podríamos seguir revisando hagiografías, donde los ejemplos saldrían a borbotones.
Este señor banquero - y esto que digo es sencillamente para fijar las circunstancias que le tocó vivir, ¡el Señor me libre de enjuiciar a nadie! -, tuvo tratos con socialistas precisamente durante la Transición, esa época donde tanto se transigió en lo fundamental. ¿En ningún momento se vio comprometida la fe? Que un banquero en esa época no tuviera motivos de renuncia y sacrificio me parece extraño. Y eso del utilizar argumentos estilo “es mi responsabilidad ya que….”, no me parecen suficientes.
Como ha explicado muy bien Terzio, que un banquero sea virtuoso como tal, o un ingeniero como ingeniero, no es razón suficiente para la santidad. Ser buena persona no es ser santo.
Y para terminar, creo que hay muchos otros en la cola como Miguel de Mañara, Marcelo Spínola, Diego José de Cádiz, Padre Tarín, Padre Torres Padilla, Luis de Trelles, Cohen y etcaétera.
De todas formas, Doctores tiene la Iglesia.
Permítanme unas matizaciones por alusiones:
• “Productos derivados”: ¡pues claro que Banco Popular los utiliza desde siempre! Lo que quería indicar, y tal vez Embajador del Infierno no me comprendió es que el Banco bajo la Presidencia del señor Valls usó adecuadamente los instrumentos derivados y otros de cobertura (que hace diez o quince años carecían de la complejidad actual).
• Si el respetado don Terzio hubiese traído noticia del inicio de beatificación de un sacerdote o seglar martirizado y asesinado por su Fe bajo el terror rojo en la última guerra, o de un misionero que entregó su vida haciendo el bien en aldea perdida en América o Africa, bien cierto que poco debate hubiera levantado tal situación.
• Ser Presidente de un Banco o alto directivo exige tomar decisiones basadas en criterios de racionalidad empresarial del estilo: no conceder un préstamo a una familia que lo necesita por no ofrecer las garantías adecuadas (no cumplir con el “credit scoring” que dicen ahora los cursis), ejecutar (embargar) los bienes a quien no puede pagar, despedir al profesional que, a pesar de esforzarse al máximo, no llega a cumplir los objetivos que se le asignan. Todas son decisiones habituales en el mundo empresarial: ¿puede un Santo de la Iglesia haber sido el responsable último de tales medidas?
Déjeme don Terzio traer una cita de nuestro gran Azorín en su obra La Voluntad (Barcelona, 1902, pág. 87):
“…la vida apagada de una monja es tan intensa como la vida tumultuosa de un gran industrial norteamericano. Y es desde luego más artística.., con sus silencios augustos, con sus movimientos lentos y majestuosos, con sus rituales misteriosos, con sus hábitos blancos con cruces coloradas, o negros con blancas tocas. Y siendo su vida más artística, es más moral, más justa y más humana”.
Saludos cordiales
Alguien ha comparado la posible santidad de un banquero con la de un Rey. Creo que no es lo mismo. Un Rey nace para serlo y tiene por delante una misión de servicio a su patria. Es verdad que se meterá en berenjenales más peliagudos que un fraile, pero la banca no es una misión con la que se nace y se sirve a un pueblo. EL banquero elige serlo y, desde luego, habría que discutir si los bancos son un servicio para los demás.
El tema del dinero es un tanto extraño como lo ven en el OPus y en los Legionarios (imitadores de los primeros). Ambos grupos tienen un cierto aire a calvinismo que, sin serlo, chirría con la Tradición Católica.
Espero que algún día los católicos españoles volverán a tener el nivel intelectual que fue la universidad de Salamanca y sabrán qué es un banco.
Pero por el momento tengamos algo claro: el pensamiento navarro no existe. Por lo tanto, encuentro sospechosísimas las modernuras provenientes de centros educativos allí sitos (o de sus filiales (me han dicho que en ellas se enseña muy bien la carrera de empresarials (de la empresa al cielo))).
¡Ah, sí! ¡Se me olvidaba! En relación con la normalidad, un español normal sería hombre y mujer (lo que es más que bisexual (¿la palabra sería bisexuado?)), ya que los porcentajes necesario para considerar a una propiedad "normal" respaldan tanto a "ser hombre" como a "ser mujer".
Creo muy desatinado creer que un santo pueda ser normal.
O sea, que ni socialdemócrata, ni banquero, ni comer en el Horcher... Qué difícil se pone la cosa. Ni la Ley mosaica.
Sobre las críticas, una velada, otra no, sobre el marquesado de Peralta de Escrivá: Supongo que los esparcidores de mierda habrán oído todas las campanas sobre la cuestión.
Espero nunca ser santo 'cultual', aunque sólo sea para no caer bajo el escrutinio de semejante rapacidad. Muy teológica, eso sí. Aunque también lo era la de los fariseos.
Muy estimado: Me alegro que no aspires a santo "cultual" y te contentes con ser celebrado (¡firmo ahora mismo!) el 1 de Noviembre, dia glorioso entre todos los del Calendario.
El problema es que te "promuevan" a la "santidad cultual" con un "perfil" poco congruente.
Es de lo que va el artículo. Muy "cuidadoso" si te fijas. Sobre los comentarios, he borrado los ofensivos (de verdad); los que he dejado me parecen críticos, pero no indecentes.
Lo cortés no quita lo valiente. Y para ser osado (y proponer a un banquero para "santo" es osadía, mucha) hay que ser también fuerte y resistente.
Cordiáliter, of course, como siempre.
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Agus- El hecho cierto es que el asunto del Marquesado de Peralta nunca ha sido convincentemente explicado. En el Opus Dei existe cierta tendencia a dar respuestas simplistas a cuestiones complejas. Lo cual está bien de puertas para adentro, pero suele resultar contraproducente de puertas afuera.
El caso es que para los que entendemos que un santo es un hombre como los demás, el hecho de que haya cometido errores en su vida no tiene una importancia fundamental. Si acaso esos errores al mostrarlos en su lado humano acrecientan la impresión de santidad, y sobre todo la impresión de que cualquiera puede alcanzar la santidad, que al final es de lo que se trata.
Lo que no se entiende y de hecho provoca rechazo es la pretensión de absoluta perfección en lo humano y lo divino. Al mismo San Josemaría le provocaba rechazo los santos aquellos que de bebés no tomaban biberón los viernes.
Hace algún tiempo leí una lamentable biografía de Eduardo Ortiz de Landázuri (¡ojo! lo lamentable era la biografía, no el biografíado). En ese libro se presentaba al famoso médico como poco menos que un superhombre con tintes de ángel. Claro, leyendo esas cosas uno sale pensando que hay seres llamados a la santidad por haber sido dotados de excepcionales cualidades, y otros (como el que suscribe) que están en el mundo más bien de "comparsa". No se si me explico.
Me ha molestado, naturalmente, que Agus me llame “esparcidor de mierda”. Sobre todo que me tome por un detractor de San Josemaría (que así hay que llamarle). Pero el bufido es señal de algo que quiero destacar: Los miembros de la Obra están tan hartos (y tan susceptibles) porque les atacan mucho. Los enemigos de la Iglesia les tienen en el centro de sus invectivas. El libelo anti-Opus es ya un género (en la prensa, en el cine…). Tampoco faltan entre los católicos quienes les tienen “poca caridad”. Y esta persecución es su mayor gloria y la prueba de que el Opus es realmente Dei.
Pues digo yo que habría que distinguir entre santidad y canonización (ni todos los santos han sido canonizados, ni todos los canonizados habrán sido santos). Lo que nos debe preocupar, a cada uno, es la santidad. La canonización, que bien pensado es casi una mera autorización para rendir culto oficial, no añade un ápice de santidad al "santo", ni le depara mejor suerte en la vida futura.
Yo, como ya creía que había dejado claro mi punto de vista sobre esta entrada en dos comentarios no quería intervenir más, pero como veo otro del Embajador (y a él y al anfitrión de este blog les tengo en estima y visito sus blogs respectivos con interés, aunque me temo que estoy muy a la izquierda de ambos estando a la derecha de lo que las encuestas definen como centro), pues -digo- me lanzo a matizar: lo del marquesado de Peralta, si tienes interés, está en el volumen III de la biografía de Vázquez de Prada en Rialp, pp. 550-560, con todo detalle, hasta con una carta a Franco y todo. Se puede discutir lo conveniente de la petición que hizo -y él siempre dijo que lo hacía por su hermano y sus sobrinos y no hay por qué ponerlo en duda, salvo prueba en contra-, pero antes de hacerlo consultó con mucha gente; como se explica ahí, hasta con el cardenal Larraona, una eminencia del derecho canónico.
Con ello a la gente del Opus Dei nos dejó el ejemplo de cumplir un derecho cuando es un deber, por mucho que no apetezca. Quizá desde el punto de vista de la opinión pública fue algo perjudicial, pero el vio que tenía que hacerlo y lo hizo.
Y la biografía de Landázuri yo la dejé a las pocas páginas.
Ángel, me estoy refiriendo todo el tiempo a Valls, un "tipo" de "santo" muy discutible, absolutamente. Ni siquiera me consta si es una "postulación" oficial o una ocurrencia del cura que ha impreso el folleto (que es lo que he imaginado desde el principio, porque no tengo otra fuente).
Lo demás, ha salido en los comentarios y no debes dejarte afectar, porque apenas significa nada más. En ningún comentario de los publicados he detectado mala intención o burla; ironía, la habitual en comentarios entre gente de la misma cuerda. Si he sospechado más "carga", los comentarios han ido a la papelera (8 ó 9, de toda "especie").
Lo que dudo es que estés tan "a la izquierda" referencial que dices. Tocante a ideas y "posiciones" no somos puntos en una línea, ni siquiera marcas en un plano bidimensional: Yo diría que, más bien, seríamos satélites en órbita...o algo así. Con ciertas constantes constitutivas definibles, pero en movimiento de rotación y de traslación.
Gracias a Dios.
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Soy lector esporádico del blog.
No me río, pero me sonrío.
La entrada tiene 31 comentarios publicados y 8 ó 9 bien suprimidos (imagino). Más comentarios de lo habitual... ¡Bien!
Pero,
Joaquín dice "ni todos los santos han sido canonizados, ni todos los canonizados habrán sido santos".
Bueno, demos gracias a Dios y a la Iglesia que el 1º de noviembre de todos los años celebra
con solemnidad a Todos los Santos, canonizados o no. Pero, ¿no debemos creer que todos los canonizados son santos = que gozan de Dios en el Cielo? Por favor, páter, ¿es posible que haya algún santo de santoral que no esté en el Cielo?
Esporádico.
Terzio (paso al tuteo) no estoy enfadado, en absoluto y los comentarios me han parecido todos respetuosos en general; de hecho la discusión estaba interesante, aunque tengamos puntos de vista algo lejanos respecto a un tema sensible, el de la santidad 'de altar'.
Y no quería polemizar porque prefería pensar las cosas un poco más, pero como salió lo del Embajador de que no se había explicado lo del marquesado, volví a entrar en la conversación, sólo para eso. Y aprovecho para poner un enlace más asequible, en página del Opus Dei a toda esta agotadora cuestión.
Y no sé si me he explicado bien respecto a lo político: me sitúo claramente en la derecha, pero a la izquierda de algunos de ustedes (o al menos me da esa impresión).
Y un cordial saludo, por supuesto.
En una cinta de Moebius no tienen sentido las izquierdas ni las derechas, así que desde esa perspectiva no me defino...
El anónimo lector "Esporádico" tiene la gentileza de interpelarme. Contesto con gusto, sin olvidar que otros participantes de este cálido debate también han polemizado de manera menos abierta conmigo...
Dice Esporádico: ¿no debemos creer que todos los canonizados son santos = que gozan de Dios en el Cielo? ¿Es posible que haya algún santo de santoral que no esté en el Cielo?
Respondo, de forma escueta:
1. No tenemos por qué creer que todos los canonizados son santos. No es materia de fe, y tan sólo alcanza a una "pía creencia". De hecho, durante el pontificado de Pablo VI se retiraron del santoral algunos que se tienen por apócrifos o legendarios (San Cristóbal, San Jorge, Santa Cecilia, etc.).
2. En materia de canonizaciones, no siendo de fe, cabe pensar en la fabilidad de la declaración. Asunto que no he estudiado (pero que invito que se haga). Así, no cabe descartar que algún "santo" al que se da culto, a la hora presente se encuentre en el Purgatorio.
3. No hay que confundir la canonización (inclusión en el canon o lista de santos a los que se puede dar culto) con que, de hecho, los declarados santos, a la hora presente, "residan en el Cielo". Se dice que el decreto de canonización "no hace santo", sino que lo "declara". No es un empujón al Cielo, para entendernos.
Saludos cordiales para todos, presentes o ausentes.
Ángel: La siniestra es mal sitio, conque no te situes en esa plaza ni siquiera por referencias que tu consideres al di lá. Precisamente, al extremo opuesto de la siniestra se colocarán los salvados, finalmente, es decir, los Santos.
Como estamos tan light en casi todo, nos olvidamos de los "grados de santidad", un tema "intra-santoral" que en otros tiempos apasionaba: Las Dotes y Las Aureolas, ajustadas según los méritos propios de cada Santo, que no son los mismos ni repetidos (las Aureolas, p. ej., explican los escolásticos que sólo las tendrán algunos Santos etc. Cfr Supplementum de la Summa Theologiae 96, 1 ss.)
Y esto último sirve para contestar al que dice que es "Esporádico" (además de indiscreto): Una canonización (léase todo lo comentado, please) "garantiza" que el siervo de Dios "canonizado" está en Gloria y goza de Dios como miembro de la Iglesia Triunfante; dudar de esto es una grave duda, culpable y pecaminosa en cuanto se le dé pábulo. Lo mismo referente al Santoral: Al estar inscrito en él como "Santo", la Iglesia enseña ciertamente que está glorificado.
Ahora bien, atiéndase a eso que digo más arriba: Grados de Santidad. En la Edad Media, cuando se creía más simple pero a la vez más profundo y mejor, se sabía muy bien todo eso, hasta el punto que el Dante describe a su manera (literaria) "los cielos" de los Bienaventurados etc. También los Ángeles tienen Jerarquías y Coros (tres y nueve, a saber). Estas "distinciones" explican y explicarán tantas razones que ahora no comprendemos del todo. Hablar de Santidad y de Santos es hablar de algo que está incluído en el Misterio, que creemos pero que no entendemos todavía en plenitud.
Reitero que el artículo es a propósito de la "promoción" de ese cierto modelo de santidad, que considero discutibilísimo y fuera de una recta perspectiva del tema santos-canonizaciones.
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Y ahora, a Joaquín:
Lee más arriba y verás que sí: Desde que sale el tema en cuestión, la Escolástica distingue el acto de inscribir a un sirvo de Dios en el Catálogo de los Santos como un acto especial del Magisterio Pontificio, no formalmente "ex cáthedra" pero sí cierto magisterio especial con más valor-garantía que el ordinario puesto que estaría dotado de "infalibilidad" ya que enseña algo "de fe". Al final de la Escolástica, San Antonino de Florencia trata de este tema; y de esa opinión son también nuestros Francisco Suárez y Melchor Cano (que en estas cosas concordaban) y Báñez y S.Roberto Belarmino, lo mismo.
Y con mayor autoridad, Stº Tomás mismo, que en una de la Qq. Quodlibelales (Quod. IX a.16) dice:
"Dado que el honor que profesamos a los santos es en cierto sentido, una profesión de fe, i.e., una creencia en la gloria de los santos, debemos píamente creer que, en este asunto, también el juicio de la Iglesia está libre de error."
Por último (y perdona la perorata) esos Santos que dices están en el Santoral y nunca se han quitado: San Jorge el 23 de Abril, Santa Cecilia el 22 de Noviembre y San Cristóbal el 10 de Julio (en el Misal de S.Pio V el 25). Desaparecieron del Misal de Pablo VI algunas "conmmemoraciones", como p. ej. Stª Bárbara y Stª Catalina de Alejandría, pero permanecieron en los Calendarios Particulares (p. ej. en la Diócesis de Jaén con categoría de Solemnidad en la Ciudad y de Fiesta en la Diócesis; y Stª Bárbara lo mismo, en muchos sitios); item más: La veneración universal de Stª Catalina y su devoción en las Iglesia Orientales ha posibilitado que vuelva a aparecer entre las memorias del Misal, corrección que ya viene en las últimas ediciones del Missale Romanum, en su fecha tradicional, el 25 de Noviembre. Otras como Stª Úrsula y Cc.mártires vuelven a celebrarse gracias a la restauración del Ordus Antiquor etc.
Bueno, no sigo. Pero te recomiendo que releas todos los comentarios (los mios con más atención), para que precises y clarifiques conceptos.
Cordiáliter, of course.
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Angel- Me ha alegrado mucho coincidir contigo en la apreciación sobre la biografía de Ortiz de Landazuri. Y lo digo porque yo no confío mucho en mi capacidad de apreciar narraciones, y me fió más de gente que si que entiende de estas cuestiones como tú. El que seas de izquierdas, derechas o del centro reformismo redentor me resulta irrelevante a la hora de hacer amistades reales o virtuales. Por cierto, genial la definición de D. Terzio de "satélites en órbita". Exactamente así es como me percibo a mi mismo y a tanta gente cercana en lo político-doctrinal.
Me gustaría recalcar que yo no he dicho que el asunto de Marquesado no hubiera sido explicado, sino que "nunca ha sido convincentemente explicado". Lo de "convincentemente" es clave.
Creo, no estoy seguro del todo, que he leído todas las biografías positivas que se han escrito sobre San Josemaría. Desde luego la de Vazquez de Prada la he leído. Incidentalmente, esta me atrajo particularmente por descubrir (en las notas, eso si) los vínculos estrechos que San Josemaría y los primeros del Opus Dei tenían con el carlismo. Volveré a repasar las páginas que dices, pero a mi me parece que VdP se limitaba a repetir con algún detalle adicional lo mismo que se ha venido repitiendo durante los últimos 30 o 40 años. Pero vuelvo a insistir, el hecho de que un santo cometa un error en lo humano, no lo hace menos santo, sino si acaso más.
Entiendo como ha mencionado alguien más arriba que la manera que ha tenido el Opus Dei de conducir estos asuntos pueda estar muy relacionada con la intensa persecución sufrida y la necesidad de defenderse en muchos frentes. Que D. Terzio me corrija pero según creo la ascendencia claramente judía de Santa Teresa ha tardado unos 500 años en ser reconocida unánimemente y sin problemas. Ya se que estoy comparando cuestiones totalmente distintas, y para los suspicaces aclaro que no estoy diciendo que ser judío sea un "error". Simplemente intento establecer un paralelismo entre dos santos respecto a lo que en determinada época pudiera ser percibido como "mancha" sea esta real o inventada.
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