domingo, 5 de abril de 2009

Como niños hebreos


En los pueblos, en nuestras parroquias de barrio, se ven estampas de pura sinceridad, simple religiosidad de los sencillos, los que están más cerca del Reino porque son más niños, aunque sean viejos. Y en los dias mayores, son mejores, más llamativamente creyentes, como si quisieran con su inocente fe reparar la poca fe de tantos.

Son niños-niños, o son viejos, o deficientes, o enfermos. En los pueblos tienen mote, y son la tonta fulana o el loco mengano, o fulanita la de no sé quién, todos reconocidos y tenidos en menos con esa displicencia popular, que no es implacable pero sí descarnada.

Son los que dan el beso más sonoro al Niño en Nochebuena, los que reciben con más alborozo el regalo de Reyes (y los que más lo esperan), los que dicen el ¡Viva! más alto, y el Amén más seguro; son los que no se olvidan de echarse agua bendita, cuando entran y cuando salen, los que meten el rodillazo más grande (si pueden) delante del Sagrario, los que tampoco olvidan besarse el pulgar cuando se santiguan, los que dan la paz con beso de verdad, sonoro y con reduplicación, los que abren más la boca para la Comunión, los que tocan más fuerte la campanilla, los que echan con más alegría los centimillos que traen para la colecta, los que encienden más velitas al Santo y recogen más estampitas cuando se reparten.

El Domingo de Ramos son inconfundibles: Llevan el ramo de olivo más grande, y si no hay uno mayor cogen cinco o seis de los medianos y los van meciendo en la procesión con la gloria de Getsemaní. Ellos solos valen por media procesión. Y cantan alto, sin cortarse, la copla que se saben de carrerilla, sin templar la voz, pero con toda su voz.

Ya dije quienes son: Los monaguillos más imposibles, la tonta más conocida del pueblo o del barrio, el más feo de su calle, el cojo con su muleta, o la viejecilla que nadie sabe que edad tiene porque todos la conocieron vieja desde que tuvieron uso de razón. Está también la gorda de la Misa de 12, y el jubilado de la de 9'30, y ese que nunca viene a Misa pero no se pierde un Domingo de Ramos, compuesto con traje de chaqueta que ya no se puede abrochar porque lo estrenó cuando pesaba una arroba menos. Salen contentos, y esperan el Domingo de Ramos como el primero, el primero que recuerdan y que reviven.

Son los que creen y hacen fiesta por Cristo y sus Misterios, que no dudan, que son su vida, tan verdadera y tan simple que asombra a los que creen con más teologías y doctrinas.
Son la abuela que suspira, y el niño que rie, y el que va dormido en el hombro de su padre, y el que va de la mano de su hermanillo mayor, la niña del carrito y la que siempre la lleva. Y el sacristán viejo que ya no sale porque está baldado pero en Semana Santa se repone, y de Ramos al Corpus parece que le han recambiado el cuerpo y el alma.

Son los que hubieran podido ser pastores en Belén, los mismos que comieron pan y peces multiplicados, los que escuchan Bienaventurazas.

Hoy son todos niños hebreos, con ramos y con palmas, los que salen por nuestras calles cantando !Hosanna! ¡Bendito el que viene!
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+T.

2 comentarios:

eligelavida dijo...

Recuerdo en una Audiencia del Papa hace muchos años. Estaba sentada junto a los enfermos. Mientras el resto de la gente saludaba al Papa ceremoniosamente cuando le correspondía el turno, éstos veían que el Papa se acercaba y se arreglaban el pelo, se estiraban la ropa y en vez de darle la mano, se lanzaban a su cuello y lo besaban. Me daban envidia por su falta de respetos humanos para hacer lo que con todo cariño queríamos hacer todos.

párvulo dijo...

Me estoy acostumbrando a los textos de Terzio. Para un católico tan deficiente, y tan deseoso de serlo mejor, son un regalo inesperado. Al igual que "Ex Verbo" y "Assumptus". Gracias Terzio.