jueves, 20 de noviembre de 2008

Lutero sigue Lutero

Le vieron arder entre llamas cuando murió. Eso contaron algunos visionarios, en aquellos tiempos en que había visiones y el Purgatorio suplía a la Inquisición cuando esta no llegaba porque no la dejaban llegar. Pero fue así y se contó mucho: Al ex-agustino Martín Lutero heresiarca mayor (y duradero) de la Cristiandad moderna le vieron en llamas vivas. Y no se dudaba de eso, aunque no se viera en cinemascope y para todos los públicos. Pero se le vio.
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Sucede que, de un tiempo a esta parte, hay un extraño interés por exculpar a Lutero, como si se le quisiera mitigar el ardor de las llamas vivas. No sé. En la audiencia de ayer Miércoles a los peregrinos, en la Sala Nervi, Benedicto XVI comentaba a San Pablo, en el marco del Jubileo Paulino. Para testar la doctrina sobre la justificación, remacha que Lutero la entiende mal cuando hace de la "sola fides" el eje de su doctrina (herética). Aunque el "herética" apostillando es mío y no de B16, ese es el sentido de la catequesis papal. Aquí está en el original italiano. Y este es el resumen de Zenit (regularcillo, como de costumbre, por mano y hechura de la redactora). En resumen, un tema apropiado al Año Paulino, con una oportuna y clarificadora referencia a Lutero, que entendió, comentó y enseñó mal a San Pablo.

Las herejías que en el mundo han sido lo fueron (o lo son) por exceso o por defecto. Es decir, que algunos se quedan cortos y otros se pasan al confesar, entender y/o exponer el Credo. También hay cierta heterodoxia "de omisión", que callando oculta lo que debe ser expuesto y proclamado íntegro. Las más de las veces, las herejías han sido primero "personales" y luego "eclesiales", en el sentido de que empezaron con uno que las pensó, luego las aceptó, después las enseñó y finalmente las divulgó, infectando a una parte de la Iglesia.

Si el hereje no se corrigió y/o no fue corregido, la consecuencia histórica suele ser un cisma, una parte del pueblo cristiano que se erige autónomamente desafiando a la Iglesia y su Magisterio. Lo personal pasa a ser institucional y perdura más o menos en el tiempo, con consecuencias más o menos graves y/o definitivas. Así, la "reforma" protestante protagonizada por Lutero y su entorno significó la más grave agresión a la Iglesia desde las antiguas herejías trinitarias y cristológicas que dividieron a la Iglesia entre los siglos IV-VIII.

El llamado "Cisma de Oriente" fue un episodio más bien de controversia y ruptura intra-eclesial-jerárquica, porque el Dogma y los Sacramentos quedaron los mismos y reconocidos tanto por la Ortodoxia bizantina como por la Catolicidad romana, a pesar de la separación. Por su parte, la reforma protestante no sólo fue un rechazo-rebelión anti-jeráquico-papal-romano, sino que incluía una explícita heterodoxia respecto a partes importantes del Dogma y la Tradición, junto con una negación bien definida de los Sacramentos y su doctrina.

Otra diferencia entre uno y otro caso es que el Cisma de Oriente se consuma durante un período de varios siglos de controversias y tensiones, mientras que la reforma protestante prende en Europa en menos de cincuenta años, evolucionando y generando nuevas formas religiosas que extremaban los mismos planteamientos de su génesis luteranista. No sólo tuvo como efecto la disgregación de la Cristiandad Occidental, sino que desencadenó el "replanteamiento" de los estados europeos, marcados desde entonces por el tráuma que hizo del Occidente Cristiano un conflictivo mosáico de naciones y confesiones.

Entiendo que los católicos que hablan de "rehabilitar" a Lutero, lo hacen desde una benévola comprensión del personaje y su obra, pero obviando gran parte de la obra y el personaje. Del "mejor" Lutero se podría admirar su pasión por la Sagrada Escritura y su sinceridad espiritual, ansiosa de Gracia. Lo que excluye, sin embargo, es tan sustancial para la Iglesia que apenas queda posibilidad de "comunión" salvo un escueto Credo trinitario-cristológico, una reducción de la Iglesia al mínimum quasi pre-niceno que ha derivado en las sectas radicales hacia formas más veterotestamentarias que eclesiales.

Cuando empecé a estudiar la Historia de la Iglesia, descubrí la magnitud de muchos de los "contradictores" del Dogma, desde Arrio a Eutiques, pasando por lo discutible de Orígenes y Tertuliano. Pero siempre admiré más a los Atanasios y los Cirilos y los Flavianos y los Crisóstomos. Me convencí de que ser fiel es más valeroso (y dificil) que ser "innovador", y sobre todo es lo propio del verdadero discípulo, consciente de que ha "recibido una tradición que viene del Señor". En este sentido fue como Newman también se convenció de la firme estabilidad de Roma frente a la deriva de fe que supuso la mutación protestante.



Desde que Denifle y Grisar publicaron sus ensayos-biografias de Lutero, la historiografía católica perfiló un personaje que no cabía, absolutamente, en el concepto del "santo cristiano", a pesar de las humanas sinceridades que pudo tener. Tampoco le servirían de contrapeso sus "apasionamientos" enfervorizados, ni su arrebatada espiritualidad, demasiado desequilibrada para poder estimarse como 'mística' cristiana.

No me imagino a Lutero entre llamas, como le vieron algunos. Pero entre los Santos, tampoco. Admirar parte de algo no supone reconocerle ejemplaridad. En absoluto.

Un rayo de luz no basta para iluminar la hondura de una caverna, aunque sea luz.
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p.s. En las ilustraciones, el dibujo-retrato de Cranach, con Martín Lutero todavía fraile agustino; y dos fotos de la máscara mortuoria y manos de Lutero, en la S. Martinkirche de Halle (estuvieron mucho tiempo "reservadas", pero actualmente estan expuestas a los visitantes).

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15 comentarios:

Ignacio dijo...

Amén

Natalio Ruiz dijo...

Muy, muy bueno.

El asunto está en que Lutero (como suele ocurrir con otros herejes) hizo zanjas donde había hendiduras.

Y muchas veces por combatir al hereje justifican o defienden las hendiduras (o directamente las niegan).

Cuestión parecida (no es casualidad) ocurre con partidarios y detractores del último concilio.

Hay que distinguir los diagnósticos de las soluciones.

Respetos.

Natalio

Mendrugo dijo...

Me parece muy atrevido suponer a San Pablo irreprensible o integérrimo, aún restringiendo el criterio a la Ley judía. Yo guardaría esos adjetivos para la Virgen Inmaculada. El propio Apóstol reconoce sus luchas: «La Ley es espiritual, pero yo soy carnal, y estoy vendido como esclavo al pecado. Ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que vive en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo». (Rom, VII, 14-18). Paradojas de la voluntad debilitada por el pecado. Todos lo experimentemos, pero hace falta mucha humildad para reconocerlo. Este contraste se hace más acusado en alguien con altos anhelos espirituales, y si falta la humildad, puede llevarle a adoptar una actitud de negar la contradicción. Un problema moral que yo creo que está en el origen de bastantes herejías y también en las de Lutero.

Ignacio dijo...

¿estas cuestionando a San Pablo?


alucino.

Isaac García Expósito dijo...

Lutero es un hereje - hereje. De tomo y lomo. El frailón hizo un daño terrible.

El lado humano de Lutero hay que ponderarlo convenientemente. Amaba mucho la Escritura, pero prefirió el canon judío al cristiano. E, igualmente, aprobó el matrimonio bígamo de Felipe de Hesse.

La cuestión ahora es la escasa preparación de los que "pretenden" la rehabilitación. Es un problema de "memoria histórica": la tienen flaquísima.

p.S. Recomiendo vivamente la biografía de Lutero escrita por García Villoslada. La BAC la ha reeditado recientemente.

Mendrugo dijo...

No quería hacer de menos a San Pablo, siento que pueda haberlo padecido. Sólo recordar ese texto suyo tan expresivo sobre la contradicción entre nuestros buenos deseos y nuestras obras. Esa contradicción, mal aceptada por soberbia, puede llevar a alguno a negar el valor de las obras. Y creo que es el caso de Lutero, aunque no sea la única raíz de sus herejías.

Agus Alonso-G. dijo...

La máscara me recuerda al Wolsey de 'Un hombre para la eternidad', que hoy por cierto me he zampado.

Terzio dijo...

Wolsey y él fueron contemporáneos, tal para cual: Uno porque medró a costa de la Iglesia y puso al rey antes que al Rey; otro porque doliéndose por la Iglesia enferma en vez de curarla le dió puñaladas y le cortó miembros. Dos buenas faenas.

p.s. Imagino que te refieres al Wolsey que intrepretó Orson Welles: Sí, se parecen (terriblemente).

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Ignacio dijo...

Mendrugo, personalmente me resulta muy definitorio el elaborado y rebuscado argumento fallido, falaz, manido y demagogo intentando desacreditar a San Pablo.

Ya es la segunda que te veo que intentas medrar hacia un lado pretendiendo cuestionar el dogma; y sin embargo, no hay donde ver que es lo que tu escribes ¿porque no blogueas? podría ser una interesante conversación, mas que el convencimiento actual que tengo de que eres un tocahuevos con un poco de lecturas pero conocimientos escasos intentando sembrar la división.

Terzio dijo...

Mendrugo ha escrito y opinado bien. Le he entendido lo que dice y lo que quiere decir en cada uno de sus dos comentarios.

Por eso estoy seguro de que el comentario de Ign. es un malentendido. Y lo siento.

Y sentiría más si se vieran ofendidos o incomodados, uno u otro.

Cordialiter, of course.

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Alejandro Martín dijo...

San Pablo es, como cualquier cristiano, "cuestionable" en lo que pueda y tenga que ser cuestionado. Faltaría más.

Y en cuanto a Lutero: sin duda dio en el clavo en muchos aspectos, tanto de doctrina como de praxis. Pero lo inaceptable no fue que denunciase las múltiples barbaridades de la Iglesia de su época (que es lo que la mayoría de la gente sabe de él), sino que lo hiciese para poner en su lugar una metafísica pesimista, una antropología más pesimista aún, y una moral tan inflexible que condenaba por igual a Papas financiadores de arte renacentista, campesinos sublevados como los de Müntzer, médicos como Servet, herejes como Zwinglio... No fue ningún liberal como lo pintan algunos, sino como la mayoría de los herejes, alguien a quien le horrorizaba la laxitud de la doctrina oficial.

Tumbaíto dijo...

Sin duda la única pega que se le podría encontrar al dogma es que permita la existencia de dogmáticos.

ELIAS dijo...

Cuentan, que la madre de Lutero, en cama y moribunda, llamó a su hijo y le dijo:
-Hijo, yo muero, pero antes de morir, yo quiero que me digas si da lo mismo morirse pecadora
o convertida de la Iglesia católica al sendero.
Lutero, aunque siempre fue embustero, dijo aquí la verdad pura:
-Cierto, madre que en la reforma se vive con más soltura; aunque para morir y salvarse, la Iglesia católica es la segura.

ELIAS dijo...

Un día, ya al anochecer, Lutero y su esposa estaban en el jardín de su casa. Ella barría las hojas caídas mientras que su señor esposo se tumbaba a la bartola en la hamaca.
Presa por el embelesamiento, la mujer dijo a su hereje esposo:
-Martín, ¡qué bonito está el cielo, qué bello y estrellado!
A lo que su marido le respondió:
-¡Pues mira bien el cielo porque ni tu ni yo nunca iremos!

Terzio dijo...

Oh!

Dogmáticos! ¿Qué sería el mundo sin dogmáticos?

p.s. Caro Elías: Gracias por el anecdotario. Describen bien al personaje y su entorno.

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