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En Alemania, un musical se pitorrea aberrantemente de los Papas, la Iglesia Católica y todo lo demás. Siendo el Papa actual alemán, es, seguramente, un estudiado detalle que tienen con él en su patria, no vaya a creerse que están contentos y orgullosos de tener un Papa después de tanto siglos. Se estrena en Munich, para más casualidad.
Y otra vez en España, en casa: El primer "militar gay" posando en pelotas sobre signos e imágenes sagradas, para un calendario "benéfico" (advierto que el enlace trae fotos indecentes del sujeto, para que no las vea el que no quiera verlas). El aguerrido militar es aquel que se "casó" en impúdico marimonio con otro militar; ya se han "separado" (un affaire que siempre olió a preparado y con cobertura "superior"). Ahora, el marcial ejemplar se brinda a posar sacrílegamente, sabiendo, reconociendo y declarando que "a la Iglesia no le va a hacer gracia". Con premeditación y alevosía. Se ha hecho fotos encima de un altar, parodiando un crucificado, y otras acostado sobre unas tumbas, en un cementerio. Muy valiente el "gesto", como verán.
A cada uno de los de cada caso yo les diría lo de siempre: Que con los moros que degüellan a los que se rien de su religión y que ahorcan a sodomitas, con esos no se atreven. Pero con nosotros sí.
Nunca alentaré barbaridades, pero algún día pasarán. Y el día que un católico emberrechinado cometa una barbaridad, yo no la justificaré, pero comprenderé bastante al que meta miedo a toda esta mala piara, que merecen estar ante un tribunal y pagar bien pagados sus abusos.
Una piara que cuenta con la tácita y complacida aquiesciencia de los que mandan, que hasta subvencionan generosamente estas "iniciativas" tan de su gusto. Aquí, en España, y fuera de aquí, porque la infección es pandémica.
Cuando salen noticias así, me gusta repetir la advertencia: Deus non irridetur! De Dios no se rie nadie. Y esas burlas se pagan caras, muy caras, y siempre: En la vida o en la muerte.Y no es broma el asunto.
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6 comentarios:
El otro día, Don Jose, hablando con un amigo éste me recordaba hechos como esos para avalar su tesis de que España se está descristianizando. Sin embargo, los cristianos siempre fueron indignos de Cristo.
El fenómeno es universal y de todos los tiempos, desde las persecuciones de los romanos a las furias iconoclastas de luteranos y calvinistas, y los crímenes contra los católicos durante la republica-ca y nuestra Guerra Civil (ese capítulo que el fantoche Garzón obvia con flagrante injusticia y parcialidad).
De vez en cuando, se reaviva la persecución, como ahora aquí, en España; y con más crueldad en la India, o en China, o el África musulmana. La Iglesia es un organismo vivo y sufre las agresiones de los microbios del medio. Y se resiente, pero resiste. Y al final, prevalece.
Sobre lo que dices de la indignidad, no sé en qué sentido lo dices. Si es tocante a nuestros pecados respecto a la celsitud del Redentor, la "indignidad" es más de la que imaginas y sólo los muy santos tienen conciencia apropiada de ella. De todas formas, la Iglesia confiesa contínuamente su indignidad; antes de la Comunión, por ejemplo (y en el ritual antiguo, el "Dómine non sum dignus" se rezaba triplicado como el "mea culpa" del Confíteor).
PERO: Tocante a la dignidad del cristiano, no hay en este mundo nada más digno ni santo que un cristiano, que por serlo vale más que todos los demás de todas las falsas religiones juntas.
Un "Amén" de un cristiano vale y puede más que todos los rezos del mundo.
Y de ahí nuestra "responsabilidad" y el contrito reconocimento de nuestra indignidad. A propósito de todo esto dice San Pablo que "llevamos tesoros en vasijas de barro".
Ita!
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Suspendo el juicio, Don Jose.
¿Estás bien? ¿algún trastorno? ¿un ataque de ácaros, quizá?
...Es que llevas 4 comentarios seguidos, y estoy preocupado: No es normal!
No me alarmes, please, que soy cardíaco!
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Muy bueno el tic-tac. Me recuerda lo de tardius quam credis, omnes vulnerant, etc.
Lo digo en serio, no se crea.
Esperemos que ningún cristiano cometa alguna barbaridad. No por los blasfemos, sino por los cristianos.
Ahora, muy civilizadamente, yo me ofrecería para bajarle un par de dientes.
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