lunes, 2 de junio de 2008

Comunicadores


No me gusta ver gente en un banquillo frente a un tribunal y expuestos al populacho (populacho es todo el que especta un juicio; y algunas cosas más). No tengo bien definido en mi fantasioso ideal cómo debiera ser, pero odio a los jueces, a los tribunales, y a quienes los forman.

Por eso me desagrada ver al Federico en el banquillo. Patético el hombrecito sin su-arma-su-micrófono defendiéndose (si eso es posible una vez delante de un tribunal) malamente con excusas. Y más patético ver junto a él al niñato Gallardón, que heredó de papá puesto político y posición in saecula saeculorum y se queja porque le hacen pupa, mamá-mamá...

Nunca me trataría con un tipo como el Federico. Ni de lejos. Me desagrada profundamente y me revuelve las tripas sólo escucharle el eco. Él y los que son como él. Pero el Federico es una necesidad. También detesto a los médicos, que son una detestable necesidad.

Un político, si es político, debe de tener vocación de ser tiroteado, ser bombardeado, ser secuestrado, arrastrado por la plebe en un tumulto y linchado. La vocación política debería garantizar todo esto, en una proporción que no atino a definir, pero más o menos según equivalencia con los índices generales de siniestralidad laboral. Por supuesto, serán gajes asumidos por el político que se precie el aguantar carros y carretas de la prensa y los medios, que para eso están.

Además de para corromper y dejarse corromper, los medios deben estar para no dejar vivir tranquilos a los políticos. Lo de la oposición y demás basureros son comparsas y escenografías preparadas por los políticos para parecer que alguien se les opone etc.. Pero es un duelo amañado con pistolas de fogueo, donde nadie cae por muchos tiros que se peguen.

La prensa y la crítica de los medios es distinto, porque les hiere y les duele. Son una de las pruebas de que la cosa funciona. Mis detestados USA, son mis admirados EEUU, ejemplo ejemplarísimo tanto de las aberraciones del sistema como del buen funcionamiento de los medios cuando tiran a matar al político.

Pero aquí, con tanto marxismo pertinaz entre ceja y ceja, y con papás y abuelitos de antes y de durante el Movimiento, los politiquillos de polichinela se quejan cuando el Federico de la cachiporra les arrea y corretea a mamporrazo limpio.

El Federico es una higiénica necesidad, decíamos. Pero es aberrante que el Federico necesario sea mantenido por la Iglesia y subsista en la radio de la Iglesia. Es una contradicción, porque en la Iglesia Católica y Apostólica no debiera caber un semejante como el Federico.

Nuestro Episcopologio es de lo más mediocre que se pueda encontrar. Cierto que en otros sitios están peor, o que en casi todos sitios están igual. Es verdad. Pero nuestro elenco episcopal es tan manifiestamente mejorable como las fincas que calificaban los del IRIDA. Ese excelso Colegio Episcopal Hispano se equivocó metiendo en la Cope al Federico; se equivocó dejándolo estar; se equivocó no llamándole al orden; y se está equivocando no habiéndole echado ya de la Cope.

A Ramiro el Monje, su antiguo Abad le aconsejó sin palabras lo que tenía que hacer descabezando delante del emisario espigas sobresalientes. Quizá lo de la Campana de Huesca fue luego un extremo tétricamente violento y sanguinario, pero fue efectivo. En este alegórico parangón, cabeza para la campana ya hay, pero ¿quién será el Ramiro?

De paso, con el Federico deberían catapultar de la Cope al charlatán protestante, repugnante fantoche de ambón de secta biblista que no sé yo quién colocaría en la Cope, que ese es otro misterio. Pero misterios los del Rosario, que con los nuevos ya son 20, y sirven para rezar. De otra clase, no debiera haber.

A la Jerarquía le reconozco ser Jerarquía. Y en esto no admito bromas. Puedo discutir la calidad de las personas, pero no admito ni una duda sobre la entidad de lo que son (aunque ellos no se lo tomen tan en serio y en sagrado como yo y como debieran). Pero un coro de obispos politiqueando es de lo más bochornoso para un católico que se precie. En España, por desgracia, desde San Leandro y aquellos Concilios de Toledo, parece que se les pegó a la mitra el virus maligno del politicismo.

Con lo que tienen por hacer, restaurar, curar, y prevenir dentro, resulta desalentador verles gastar fuerzas en ese ridículo y amañado ring de los políticos, con los asaltos pactados, y el árbitro comprado, y el público también. Un penoso espectáculo del que deberían retirarse y desconectar y apenas mirar de lejos y de soslayo con escrupulosa circunspección. Amén.

Pero el Federico es necesario. Tan necesario como esa cacareada "libertad de prensa" que en estos días está expuesta en un banquillo con el Federico, casi en inseparable y óntica sustancia.

A mí me importa la Iglesia, y el daño que le puedan hacer las imprudencias de los de dentro y la mala voluntad de los de fuera. A mí me da igual el "sistema", que me importa un pito. Pero si a ellos les importa, que se carguen y liquiden la única coartada todavía creíble de eso que ellos dicen que es democracia, es preocupante, muy preocupante. Porque la alternativa es que no haya quien les diga canallas a los canallas, corruptos a los corruptos, asesinos a los asesinos, re-putadas a las reputadas, y babiecas a los babiecas. Y todos sigan siendo lo que son aparentando lo que no son y sin nadie que les diga y les recuerde lo que son. Para que ellos no se olviden y la gente se entere.

Una necesidad. Ya lo he dicho, ¿no?.

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7 comentarios:

Isaac García Expósito dijo...

Umm,

"Pero es aberrante que el Federico necesario sea mantenido por la Iglesia y subsista en la radio de la Iglesia. Es una contradicción, porque en la Iglesia Católica y Apostólica no debiera caber un semejante como el Federico."

FJL es un trabajador, no pertenece (¿o sí?, está bautizado) a la Iglesia. Sería confundir las churras con las merinas (¿o no?).

¿Es un problema de formas o de fondo? ¿Molesta lo que dice o cómo lo dice? Si en vez de Federico fuese una una monja ursulina denunciando la que denunciase lo que está ocurriendo en España - con muy buenas palabritas -, con dos millones de oyentes además, sería acusada sin dudas de crispar.

Tampoco veo tan claro que los episcopoi estén metiendo baza en el juego político. Eso es un rollo que se ha montado el PSOE. Sin embargo el PSOE sí quiere meter mano en la Iglesia.

Por lo menos, yo lo veo así.

Agus Alonso-G. dijo...

Es difícil estar más de acuerdo que con el fondo de lo dicho en esta entrada.

Terzio dijo...

No.

El Federico es un lastre para la CEE, y por extensión para la Iglesia. Cantarle las cuarenta en tono mayor a la canalla pesoera del infame zp no es algo que se pueda permitir la Iglesia desde un medio de la Iglesia. Así y con ese tono del Federico no: Nunca.

Otro tema es la necesidad, como decía, de un Federico en la escena. Uno o varios, porque la pena es que es que uno sólo es insuficiente para los establos de Augias que hay que limpiar. Se necesitaría un Federico en cada ciudad, y en cada autonomía. Cuestión de higiene, ya digo.

Pero contratado y pagado por y en una radio de la Iglesia, ni hablar.

Y que hay políticos-eclesiásticos y eclesiásticos-políticos, parece mentira que se dude. El demonio mete patas y rabo muy preferentemente en estos espacios y suscita abundantes promiscuidades de esas.

Al final, los platos rotos son de la Iglesia y los paga la Iglesia. Los políticos no: Ellos cobran beneficios siempre.

Y repito que me interesa la Iglesia. Ni el estado ni los políticos me importan y no doy por ellos ni un estornudo porque no lo valen.

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Anónimo dijo...

¿¿Necesidad?? Quizá sí, para reírse y no hacerle mucho caso el problema es cuando ves a oyentes repetir como un loro las pamplinas de la Necesidad.

B.I.P.

Terzio dijo...

No trates con loros.

p.s. ¿b.i.p. es "bequiescat in pace"? Es que si es, se escribe con r y amen al final.

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Agus Alonso-G. dijo...

No me expliqué. Lo que digo es que comparto lo que dices de pe a pa.

Terzio dijo...

Y yo te entendí y no esperaba menos de tí. No te conozco en carne mortal, pero sí lo bastante para interpretarte muy justamente, oh mi más querido incordiado!

Vale!

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