martes, 20 de mayo de 2008

El pais de Frankenstein

Me atrae desde jovenzuelo el ambiente de la Inglaterra fini-dieciochesca y pre-romántica; y también el primer romanticismo; y por supuesto ese fenómeno literario de la "novela gótica". Y sus autores, of course.

Después de la pesadez insoportable de las novelas de la ilustración con sus tesis morales de inmoralidades estragadas, los relatos de misterios tenebrosos que raptan el sentido y deliran noctámbulos, son una delicia. No sólo de ilustración vive el lector.

Sin embargo nunca me gustó ni Mary Shelley, ni su "Moderno Prometeo". Las ellas literarias que me gustan, las de esa época, son la Austen, las Brontë, la Barrett-Browning, y las de su especie. De la Shelley deduje una estampa de refinada alternadora contertulianta de románticos de la galería, que no sé de dónde concluí pero que me la ha hecho tan poco simpática como su monstruo.

Su monstruosidad, la que imagino, por mucho grabado que vea, tiene la cara del papá de la Family Monster, malrato de mis noches de verano, cuando tierno infante de siete-ocho impresionables años. Terrible. El monstruo de Frankenstein tiene esa cara monstruosa, que todavía me da escarrapelo. Y eso que me hago un concepto sumario, sin pormenores, del engendro de laboratorio; porque si me pongo a imaginar que lo hicieron de retazos de muerto, y lo cosieron con aguja colchonera, y le dieron energía con un rayo de tormenta, mi potencia imaginativa recrea un mostruo que ya quisiera haber tenido en mente la antipática Mary Shelley, que en paz descanse.


Que yo no sé si estará descansando en paz con la monstruosidad que están elaborando sus paisanos; pero esta vez no es novelorio gótico, sino fantasmagórica realidad. Hace un año o así escribí sobre esas "quimeras" de laboratorio que ya están aprobadas por el Parlamento de su Majestad. Por cierto que el edificio neogótico puginesco pega la mar de bien como escenario para ubicar la legalización de los engendros. Muy propio. Casi un escenario de Harry Potter. La realidad superando cada vez que puede a la ficción.

¿Que pasa en England? ¿Huele a podrido como Dinamarca en Hamlet? Porque esas monstruosidades genéticas deben heder a carne corrupta, a humanidad hedionda. Y las leyes, también. Y también el Parlamento. Y el Gobierno de his Royal Majesty.

Si England sigue siendo el referente que ha sido para Europa desde los tiempos en que Mary Shelley se enervaba fantaseando un Frankenstein factor de mostruos, Europa y el mundo se van a plagar de híbridos antropo-animalescos, revival en carne mortal de los bestiarios medievales y sus lucubraciones.

¿Una "cartamagna" de los horrores? Parece que yes. Con la coartada de que es para vivir mejor. Coartada que esconde la terrible verdad de una muerte de la que se pretende huir creando una vida de novela gótica de terror. Es decir, que viviremos entre monstruos, a costa de monstruos, para morir como monstruos.

O peor.

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7 comentarios:

Joaquín dijo...

Me aventuro a pensar que si se aprueba una ley que autoriza la práctica, es porque la práctica ya existe. Las leyes siempre van rezagadas.

Laudato sie, mi signore, cun tucte le tue creature...

También las quimeras son criaturas de Dios, porque tendrán vida, aunque no las distingamos por su composición genética.

Isaac García Expósito dijo...

¡Qué desagradable la pintura de entrada!

Terzio dijo...

La pintura da miedo, pero es mentira; los embriones mixtos en laboratorio parecen panaceas, pero son una dantesca realidad.

Sobre el primer comentario, diré que hay que matizar y distinguir la creación del Creador y las alteraciones/agresiones de los hombres a la creación creada.

Yo también he jugado a eso y he puesto a una muñeca descabezada la cabeza de un mono de goma. Es facil. Lo de las "quimeras" de laboratorio supone un grado más de complejidad, pero no es "crear", es transformar.

Una transformación aberrante, contra natura. El producto de esa manipulación será un ser que aumentará el sufrimiento de la creación, sometida más que nunca al pecado y el desorden de los hombres.

No entiendo que se pueda entender de otra manera. Tampoco que el cántico del Poverello se avenga a ser música de fondo para el terror de una vida de alquitara en laboratorio.

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Anónimo dijo...

Se entiende de esta manera: no es crear, ni transformar, si se hace es para y por la Vida ya que las aplicaciones médicas que tienen son estupendas para tratar muchísimas enfermedades. Que usted quiera imaginar (o tema, pero le atraiga, como parece que le pasa con lo gótico) que vamos a tener gente con cabeza de vaca por las calles, sí es una quimera, al menos de su imaginación (o superstición).

Hugo

Terzio dijo...

Con cabeza de ninot de las Fallas tenemos un presi de gobierno. Conque de eso a lo que pueda andar por las calles en un futuro más o menos próximo, las sorpresas serán tan múltiples como las combinaciones que quepan.

No sé la que portará el mentecato convencido del comentario de más arriba; pero deduzco que no andará muy lejos del becerro ese que dice.

p.s. ¿Por qué la gente que no es afín lee y comenta cosas de las que debería pasar? Este blog, verbigracia.

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Joaquín dijo...

Es la atracción de los opuestos, y eso de que "los extremeños se tocan".

Terzio dijo...

Te juro que en tocamientos, tocaciones, tocaderas y demás derivados tocantes, no toco rien de rien.

Y como soy - más bien - rectilíneo divergente y no curvo convergente, con los extremos de mi polo, mucho menos.

Pas rien.

p.s. De los Extremeños, recuerdo un coro que acaba: "Champám!-Champám!...ChampánChampánChampán!!!". Muy rítmico y simpático.

p.p.s. ¡Muñoz Seca for ever!

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