domingo, 28 de octubre de 2007

Pulchra Victrix


El rey dijo a Ester: "¿Qué tienes, reina Ester? ¿Qué es lo que quieres?
¡Incluso la mitad de mi reino te será concedida!". Est 5,3.

Durante la semana pasada se ha estado leyendo en la secuencia del Oficio de Lectura el libro de Ester. Se trata de una de esas historias menores, anecdóticas, que se incluyen en un apartado de los libros históricos junto con los libros de Tobías y Judit . El tema de la narración es la peligrosa situación del pueblo judío a punto de perecer víctima de una persecución general, por instigación del primer ministro del rey Asuero de Persia. Por la intercesión de Ester, una joven israelita que ha llegado a ser esposa del rey, se destapa la trama criminal, el culpable es ejecutado y el pueblo hebreo se ve libre de la amenaza que pesaba sobre él.

La narración pondera en todo momento la belleza imponente de Ester, incluso apreciando la irresistible sensualidad de su porte, que llega a fascinar al poderoso rey hasta ese extremo de la cita, tan oriental "...la mitad de mi reino te daría...", que parece adelantar el escenario de las mil y una noches de Bagdad.

Lo impresionante, sin embargo, es descubrir cómo la belleza, la sensualidad, la gracia corporal, el exorno, la insinuante conversación, el gesto femeninamente estudiado...todo eso se hace instrumento de salvación inspirado y sostenido piadosamente, ofrecido religiosamente como un singular sacrificio a Dios.
.

Y Dios lo acepta: El sacrificio de la reina Ester, con todo su envoltorio de sensual y femenina hermosura.

Los judíos celebran todavía la fiesta de los Purim que conmemora la novelesca hazaña de la bella Ester. Los cristianos (los católicos!) hemos ido más lejos:

Interpretando alegóricamente toda la narración y sus principales elementos y protagonistas, se entiende la historia como una preciosa profecía: El pueblo amenazado es la Iglesia; Amán, el ministro malvado, es el Demonio; el poderoso rey Asuero es figura de Dios; y la reina Ester es una imagen de la Virgen María, Reina intercedente, espléndida y de majestuosa belleza que alcanza con su poderosa súplica la protección para su pueblo y el castigo del perverso enemigo.

A mí me emociona.
.
P.s. Lo de Judith Triunfans, para otro día: No se me adelanten.
.
N.b. La pintura de rutilante escenografía es de Sebastiano Ricci, veneziano (1659-1734); la quasi porno, de Chasseriau (francés, claro); se titula "La toilette de Esther", que suena ya casi porno total (y eso que es de 1841); está en el Louvre.


&.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La interpretación es ciertamente, erm, muy católica, es decir, muy del gusto católico.

Por otra parte, no deja de ser curioso como la pintura rezuma etnocentrismo europeo en cada trazo.

Una reina judía rubia...?

Me recuerda a esos cristos rubitos y de ojos azules...

:[

Terzio dijo...

Te olvidas de:

Iº Sam 16,12: "...era rubio, de hermosos ojos y bella presencia"; si David era así, Jesús, el Xtº, que es de su estirpe, ¿no puede ser rubio, alto, de hermosos ojos y presencia hermosa, como su antepasado secundum carnem?

Y sobre la rubia Esther, recordarte que en los harenes del Oriente, los afeites, tintes y los más sofisticados cosméticos eran algo común.

Finalmente: La éxegesis católica, aunque sea tipo alegoría alejandrina, es la más cierta de entre las posibles.

...y la más hermosa y atractiva también: Como la fascinante reina Esther.

'

Anónimo dijo...

No, no me olvidaba, lo del rey David no lo sabía.

Ahora bien, Jesús era de estirpe davídica?

No lo era José?
José, por ascendencia carnal, biológica, es descendiente directo del rey David; que esto es así acaba de demostrarlo el evangelista por medio de la genealogía de Mt 1, 1-17;

Lo que quiero decir es que José era el Padre Putativo (de ahí viene lo de Pepe) de Jesús, pero no era su padre carnal.

Al menos eso creía yo.

:|

La éxegesis católica, aunque sea tipo alegoría alejandrina, es la más cierta de entre las posibles

Jeje!
Me inclino por la protestante gracias...

:]

Terzio dijo...

Pues te inclinas incorrectamente...y encima mal.

La ascendencia davídica se le reconoce legalmente a José y se le presume carnalmente a María; eso es de todos sabido y una pérfida protervidad negarlo. Si se cree, se cree; si no, se duda de todo y se sufre por todo lo que se duda.

Esther - tan reina como bella - no titubeó; y si dudaba, superó la prueba con decidida acometividad.

Voilá la difference!

'

Anónimo dijo...

y se le presume carnalmente a María;

A bueno, si se le presume...

:]

se sufre por todo lo que se duda

Pues yo veo la duda como una oportunidad de ahondar y ejercitar la fe.
Además, el dudar no es pecado.

Un saludo!

:]

Terzio dijo...

Pero mantener la duda y/o mantenerse en ella, sí.

2 saludos.

¡

Anónimo dijo...

Jesús siempre fue muy comprensible con los que presenciaron sus milagros y dudaban, por qué debería ser severo con los que nunca los vimos?

Él decía Hombre de poca Fe sin acritud...

Terzio dijo...

Él no es "acre": Claro que no!

"...Qui Mariam absolvisti

et Latronem exaudisti,

mihi quoque spem dedisti"


Este verso del Dies Irae dice lo mismo que tú...y toda tu acertada intuición (que comparto, gracias a Dios)

'

Morgenrot dijo...

CORO MÍSTICO:

"Todo lo perecedero no es más que figura. Aquí no Inaccesible se convierte en hecho; aquí se realiza lo Inefable. Lo Eterno-Femenino nos atrae a lo alto."