Me mantengo fiel a mis gustos originales, que fueron románticos. Creo que fue Schubert mi primer enamoramiento musical, y sigo prendido también de Brahms. Este movimiento de su 3ª sinfonía destila melancolía otoñal, dulce como una ensoñación recreada con las más bellas nostalgias, almas y cosas que se tuvieron, que vuelven como sombras amables, como música suavemente recreada en el ser de otros y el mío.
+T.
3 comentarios:
Estos dos están también están entre mis preferidos. Por ejemplo ahora mismo estaba oyendo el Canto de Cisne.
Schubert tiene algo -quizás ese aire de joven aniñado, bajito y rollizo de su retrato habitual- que lo hace ver como una persona con talento pero que no triunfará en la vida y que hace que nos de cierta pena. Se dice de él que anduvo todo el camino del romanticismo musical, desde los comienzo hasta el umbral expresionismo
Brahms –con una vida un tanto triste también- es deslumbrante, a mí me gustan sus sinfonías y su música de cámara. Las sonatas para viola, trompa y clarinete (instrumentos relativamente poco comunes como solistas) son especialmente deliciosas.
Lo que has puesto es el movimiento más conocido de la sinfonía más popular. La primera la tuve escuchar 10 veces, y no exagero, hasta que me empezó a hacer tilín.
Por cierto, me acuerdo que hace unos meses, o sería un año, escribiste alguna pieza sobre opera y pusiste unos videos con una primadonna carnosa hasta decir basta. No sé cuál sería la opinión de los moralistas tradicionales al respecto de la ópera, pero para mí, aunque no la considero escandalosa, me parece una escuela de malas costumbres.
Me gustan más las sinfonías impares. La primera, y ante todo la segunda. Esta, es la música de la película, Aimez-Vous Brahms? (en español, "No me digas adiós" en su tercer movimiento es deliciosa.
Gracias por esta bella entrada.
Schubert es medio impío: En el Credo de sus Misas omite el artículo circa Ecclesiam, no pone nunca el "...et in Unam, Sanctam, Catholicam et Apostolicam Ecclesiam"; cosas de los artistas, rarezas que yo les exculpo indulgentemente.
A Brahms, que fuera luterano, también se lo perdono.
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