Esta vez los de Francia, contra el gran Pio XII, al que le tienen declarada una particular guerra, con mucho de publicidad y propaganda quasi criminal. No me imagino la que se armaría si los católicos protestáramos organizadamente contra personajes tan siniestros como Menachem Begin, Moshe Dayan o Ariel Sharon, héroes del estado de Israel y del judaismo internacional.
Tampoco imagino las "represalias" si la Santa Sede publicara, por ejemplo, una encíclica del estilo de la Mit Brenneder Sorge o la Non Abbiamo Bisogno denunciando las extremas injusticias cometidas por Israel en Palestina y contra el Pueblo Palestino. O si el Papa diera a la prensa algún comunicado sobre lo mismo con el cuidado lenguaje y los términos cautelosos de Pio XII, pero dando a entender sin necesidad de muchas explicaciones que lo que se dice lo dice por Israel y contra el estado de cosas propiciado por Israel. ¡ La que se armaría !
Por lo pronto se verían seriamente amenazados todos los antiquísimos e históricos enclaves cristianos en los Santos Lugares, extremándose y recrudeciendose la opresión político-social que soportan las comunidades cristianas de palestinos, católicos, griegos, sirios, libaneses, armenios, egipcios, etiópes, etc. en Tierra Santa, todos ellos antiguos habitantes de la Palestina hoy Israel. ¿Y si los católicos se movilizaran contra el muro que divide y separa Palestina y a los palestinos por la fuerza injusta, opresora y contra derecho del estado de Israel?
Pero de eso no se habla. Que nadie diga nada. Y el Papa muchísimo menos. En particular el actual, porque además de cristiano, católico, sacerdote, obispo y Papa de Roma...es alemán, de Baviera, antiguo arzobispo de Munich.
Y así va todo. Un Israel traumatizado que acusa a los inocentes no de callar, sino de no haber dicho lo que ellos querrían que hubieran dicho. Con toda irresponsabilidad histórica y una temeridad casi criminal.
Me figuro, en una ficción, a esos rabiosos rabinos franceses si por causa de las palabras del Papa los nazis hubieran represaliado y masacrado a más judíos. Un Papa al que ellos desprecian y tachan que sí habló y a la vez prestaba recursos y refugio a los judíos de Roma y de Italia y del mundo, con esa característica tan práctica y realista de la caridad, que más que decir hace.
Tocante al Judaísmo, la Iglesia Católica (y las demás confesiones cristianas estimuladas y siguiendo el ejemplo de la Iglesia Católica) ha hecho un patente esfuerzo por acercarse, comprender y acoger. Con la respuesta tan reluctante y displicente del Judaísmo, que da en público la mano para después volver la espalda y mantener falsas acusaciones, sabiendo que hieren la mano que les bendice.
Una flagrante y culpable "descompensación". Deberíamos decirlo bien alto, para sacudirnos infundados complejos, y poner las cosas en su sitio. A no ser que sigamos el juego absurdo en el tablero predeterminado y bajo las reglas dictadas por un sólo jugador, siempre atacante.
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