jueves, 17 de diciembre de 2009

El caso Munilla


Empiezo declarando que no soy "munillista", y que me parece un error suscitar un "munillismo" que tiene pinta de banderismo ideológico más que de verdadero interés por Munilla y su caso. Porque lo de Munilla ya es un caso. Uno más entre los que ultimamente han aflorado en varios enclaves eclesiales "de vanguardia", en Europa casi todos ellos. Europa descristianizada es también el campo de experimentación y acción de los descomponedores internos de la Iglesia. Y de eso va lo de Munilla, aunque se revista el caso con ikurriña y aberchalismo kale-borrokero. Allí, por allí, todo apesta a canalla nacionalista y el tufo hediondo de lo etarritarri tapa hasta el olor del incienso. Cada casa huele a sus guisos.

Mas este caso no es sólo cosa de Munilla. Detrás y por debajo y a un lado y otro están los otros: Dos eméritos a cual más ikurriñero, Setién y Uriarte. Y Pagola. Me imagino que Uriarte intenvendrá, más cerca o más lejos. Incluso pudiera auto-arbitrarse como "moderador". No sé si Pagola habrá sido de los firmantes, de todas formas no me lo imagino entre los "apoyos" del nuevo Obispo. Y el resto del clero, ya tan "marcado" con la firma y publicación de la carta.

Pero hay más: Están también los patrocinadores de Munilla, tan entusiastas como los ikurriñeros. Si en la mente de los padrinos del nuevo Obispo de San Sebastián estuviera simple y llanamente la restauración/revitalización/regeneración de las decrépitas Diócesis vascongadas, la intención sería recta y muy loable; sin embargo no está claro. Los humanos no somos sustancias simples, y nuestras intenciones tampocos son monotemáticas. Cuando se sospecha que en la mente de los promotores y simpatizantes de Munilla hay más que simple intención pastoral o afinidad católica, no se sospecha por gusto sino con ciertos indicios.

Nunca ha habido una pastoral pura y neta pastoral, sin mezclas y aditivos. Por ejemplo, en las tres Diócesis vascas lo pastoral se ha mezclado y amasado con lo nacionalista-independista-aberchalista de la manera más turbia, escandalosa y pernicioasa. Y ahí están los frutos, los espinosos frutos que han desarbolado la riqueza católica de aquellas castigadas tierras y sus respectivas Diócesis.

Hay muchas maneras de desarticular cosas, de desencajar y desarmar. No sé si lo de la carta es "táctica" o simple plantón, pero en ese marco vasco, con tantas faenas en el registro, la carta de los curas guipuzcoanos parece kale-borroka. Y si no, por el estilo.

Un estilo que retrata relativamente bien a sus firmantes, gente con ganas de "actividad", que no sólo amenazan cornada sino que embisten de verdad. Si lo de la carta es el primer capítulo, a ver qué es lo que sigue. Cuando el arribo de Iceta pasó algo parecido, y después parece que la cosa se templó, no sabría decir hasta qué grado. Aunque yo diría que Iceta es de otro estilo y, como no es titular sino auxiliar, no es lo mismo que la entrada de Munilla.

Lo de Munilla era algo que se venía cantando, que se pedía, que tenía sus "partidarios", que había "munillistas" antes del nombramiento. Tampoco sé cuántos son ni qué son ni de dónde han salido. Esos entusiastas en torno a un hombre/un nombre no me gustan, no es un fenómeno con el que simpatice, particularmente cuando sucede en el ámbito eclesiástico

Y otra duda que tengo es si son más los munillistas extra-diocesanos que los propiamente fieles de la diócesis. No lo sé. Nadie me lo aclara. Estas últimas semanas los "partidarios" de Munilla han surgido como una legión, véase el Facebook y todo eso. Así mismo y por su parte los anti-munillistas, con ese manifiesto kale-borrokero del clero como bombazo de overtura sinfónica.

Ese clero firmador es un mal clero. Las "razones" que explican y justifican su acción son nefastas, muy del estilo de "somos iglesia" y movimientos de vanguardia radical (dígamos "terrorismo eclesiástico", por comparación). La cartita de los curas guipuzcoanos parece el borrador de un "trágala", un sine qua non que le lanzan a la cara como un guantazo. Yo no sé decir si como definitivo o como simple aperitivo, para ir abriendo boca.

Conociendo el panorama, también pudiera pasar que todo quedara en nada y se resolviera en un parto de los montes, como el de la fábula. Ahí está, por ejemplo, el caso del propio Blázquez que, se reconozca o no, va a pasar sin pena ni gloria por Bilbao; quizá lo más "significado" que va a dejar sea a Iceta, que tampoco se sabe cómo pueda evolucionar. Algunos dirán que ya son dos para empezar a renovar, Munilla e Iceta. Pero dos mitras son nada sin clero. Y es el clero el que se ha levantado, de manera bastante clamorosa.


Yo, si tengo que simpatizar, simpatizo con Munilla. No le tengo la más mínima ni a Setién, ni a Uriarte ni al heterodoxo Pagola, lamentables protagonistas de la descomposición de la Iglesia en las Vascongadas. Pero insisto: Me parece un error movilizar una campaña pro-Munilla o suscitar un "munillismo" con banderita y pancarta. Será que me tomo las cosas de Iglesia con más gravedad de criterio, y ni firmo una carta terrorista ni monto un facebook de animadores.

En España está emergiendo una nueva generación de Obispos, con unos patronos/mentores más o menos reconocibles. Se saca de lo que hay, y lo que hay es de calidad más que mediana. Tampoco los "promotores" son excepcionales, también ellos salieron de lo que había. Sería una lástima que los errores, tensiones, deformaciones y batallitas de los padrinos fueran la dote de sus ahijados y estos prolongaran la etapa anterior. Lo que ha pasado en la Iglesia de España, tan "provinciana", debiera superarse por los nuevos mitrados, que deberían saltarse a piola o con pértiga o con trampolín lo que hay y lo que han dejado sus predecesores. Los nuevos obispos recogen una "herencia", pero tendrían que estar decididos a no entrar al trapo que le tienden desde el pasado. Tan patente, por un lado y por otro, el caso de Munilla.


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