Mayo me entra con flores a María y alergia con moco y estornudo perpétuum móbile, todo en un tomo; desde el año 1984, tal dia como hoy, un 10 de Mayo.
Como no me expongo a la mortificación indiscreta del médico alergólogo, no sé si el caso es típico o atípico, y me apaño con pañuelos y sorbetones con flores a María que Madre nuestra es.
Y lo paso regular, pero con médico sería peor, sin duda.
Tampoco me expongo a saber de qué es la alergia, porque sería muchísimo peor; la hipocondría se me hiper-agudizaría y no podría estar al lado de un olivo o una espiga o un jaramago...y sería muchísimo peor.
Si en vez de por esporas o pólenes vegetales la alergia fuera causada por ácaros u otros bichos, el caso sería tremendo y sin remedio, porque desde que vivo sólo, el piso que es mi morada parece una versión de la cueva de San Jerónimo: Libros y Crucifijos por todos sitios, con decorativas telarañas y polvo para recordar; sólo me falta el león, porque tengo calavera y todo.
Yo llevo con resignada mortificación la alergia de Mayo (y Junio y propina, porque el moqueo me dura hasta San Fermín, más o menos). Incluso estoy dispuesto a confesar que el picorcillo narigotero con el estornudo incontenible y el mocorrotazo, tienen su extraño punto quasi placentero.
Pero si me coge con gente y con flores a María, resulta una incómoda circustancia, la verdad.
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