domingo, 25 de marzo de 2018
Pueri hebraeorum
Niños de Jerusalén
meced los ramos,
al paso del Nazareno
tended los mantos.
Cantadle '¡Hosanna!'
al Rey que humilde viene,
que es Quien os salva.
¡Gloria en las alturas,
que le alaben todas sus criaturas!
+T.
miércoles, 7 de marzo de 2018
Confusa doctrina
Cuando se habla del Sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor hay que hacerlo con lenguaje teológico preciso, conforme al dogma. Si alguien dijera esto:
"...Cristo realmente presente en el pan y en el vino consagrados..."
inmediatamente yo le corregiría enfatizando que la presencia no es algo que ocurra "en" las especies (pan y vino) sino que las especies se transubstancian en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esta doctrina eucarística es fundamental, esencial. Pues bien, el que se expresa tan incorrectamente es PP Franciscus, en la catequesis (?) de este Miércoles. E insiste, más adelante:
"...Invocamos al Espíritu para que venga y en el pan y en el vino esté Jesús."
Desconcertante...porque es el Papa.
Después habla más apropiadamente:
"...La acción del Espíritu Santo y la eficacia de las mismas palabras de Cristo pronunciadas por el sacerdote, hacen realmente presente, bajo las especies del pan y del vino, su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz una vez por todas (Cf. CCC, 1375). "
Pero, incluso así, resulta sumamente desconcertante que un documento papal contenga esas imprecisiones, esas confusiones, acerca de una doctrina netamente católica, principal en el Credo Católico.
El resto del texto (leer aquí), vulgar, con expresiones chocantes (improvisadas?), como todas las suyas desde que llegó. Nunca, ninguno de sus predecesores habló así. Si digo que, doctrinalmente, estamos en el nivel más bajo de toda la Historia Papal, no exagero.
n.b. He evitado escribir 'heterodoxia' porque me da miedo. Y vergüenza, también
+T.
domingo, 4 de marzo de 2018
Catholic Fashion
Lo que fascina a la gente de nuestro tiempo suele ser lo más pútrido de nuestra época. Y pocos mundos más putrefactos y fascinantes para la masa social que el de la moda, sobre todo la de más nivel, la de los salones y pasarelas internacionales. En esos antros deslumbran estafermos como las divas que salen en este vídeo, mascarones de maquillaje, fantasmones terroríficos, la jet del infecto sub-mundo de la moda. Me afecta poco, quasi rien, no sufro al respecto tentaciones. Pero esto otro sí me ha revuelto la atrabilis:
Se llevan al mega-antro de NY city los ornamentos sacros de los Papas para exponerlos en una galería de mundo-demonio-carne. Y un Cardenal de la Santa Romana Iglesia acompaña la aportación vaticana y la presenta ante la corte más sórdida de la jet-fashion, una orgía de monstruos de la degeneración, a cual más estragado por vicios y excesos.
Quizá el repugnante Ravasi incluya esa exposición y su sarao anejo entre sus actividades pastorales para la nueva evangelización. A mí, sin embargo, me parece un sacrilegio y una patética señal del des-catolicismo que nos descompone y nos corrompe.
Además, muy sutilmente, se ataca el sentimiento de los católicos tradicionales, que considerarán una abominación desoladora ver las tiaras, mitras y mantos pontificios en manos de esa panda infernal.
El daño que sufre la Iglesia Católica es grave y profundo, como lo demuestran estas escenas de canallesca frivolidad, contemporáneas del sufrimiento de los cristianos en el mundo, tan ajenos al repulsivo escenario donde se luce Ravasi llevando los ornamentos sagrados para disfrute de los impíos.
Se merece un final como el del bíblico festín de Baltasar.
+T.
jueves, 1 de marzo de 2018
Illo témpore...
Suelo tener a mano un misal antiguo, de los de mano, de devoción, como complemento y auxiliar; de hecho, varios: en el despacho, en casa, en la sacristía, incluso alguno cerca del Altar, de socorro, por si algún imprevisto. De entre los que manejo le tengo especial querencia a uno muy gastado, de los que pululaban por mi casa y se salvaron de la aniquilación del derrumbe, encuadernado en piel, despellejado en el lomo alto, con las cintas quasi a punto de disolverse en hilachas, con alguna merma en las páginas primeras y últimas y por eso le falta el colofón que me impide ponerle fecha, pero se imprimió y publicó en Valencia, en 1941-43 (creo), antes de la reforma de la Semana Santa (¡ay!). La edición estuvo a cargo, con prólogo, notas y comentarios, del padre Vicente Molina S.J. En Cuaresma, trae unas sabrosas introducciones a la Misa del día, con mención referencial de la estación romana respectiva. Este es el comentario de la de hoy, Jueves/Feria Vª de la IIª Semana de Cuaresma:
"Jueves de la Segunda Semana de Cuaresma. Estación en Santa María al otro lado del Tíber.
- Este templo de la estación estaba rodeado de la barriada más opulenta de los judíos y, como es natural, allí abundarían los vicios y hasta el desprecio a Cristo. Muy oportuna es la lectura del Evangelio de hoy que nos narra la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro; el Epulón, tipo del pueblo judío, rico en dinero y depravado, y Lázaro, tipo de la Iglesia, rica en virtudes y escasa en dinero. Los reproches de Cristo al pueblo judío tenían allí una resonancia especial."
Ya sé que quienes me leen no son tontos, pero, aun así, destaco el 'como es natural' y el 'Epulón, tipo del pueblo judío, rico en dinero y depravado'. Pero no es menor el subrayado para el 'Lázaro, tipo de la Iglesia, rica en virtudes y escasa en dinero'. Admirable todo. Estupefaciente, también. Incluso le cabría a todo ello el calificativo de inocente, la inocencia de ese bendito padre Vicente Molina, que Dios tenga en su Gloria junto a los Santos Inocentes, los confesores, no los mártires. Porque no me imagino al buen reverendo en el infierno de los antisemitas o en el limbo de los bobos, simplemente infiero que eran cosas, mentalidades, pensamientos de la época, de aquella terrible época del cuarentitantos, cuando por el Trastévere y el Lungotévere las SS hacían estremecer los umbrales de los hijos de Judá en la Urbe.
De todas formas, hagámonos cargo de que se pensó así y se escribieron - piadosamente - cosas así, sin más malicia, pero como cito. Aunque me gustaría que no hubiera existido todo eso, ni lo pensado, ni lo escrito, ni lo dicho, ni lo hecho.
Considérese, pues, cuán astuto es el tentador, capaz de disimularse hasta en el comentario pío, entre las páginas de un misalito, tanquam fina y silente víbora, lista para picar y envenenar (¡Sancte Michael, divina virtute in inferno detrude!).
Por lo demás, para cerrar, diré que en mis años de Roma, cada Cuaresma, siempre que pude, hice las estaciones, que les tengo devoción desde que, cuando niño, leía en los misales eso de 'Estación en Santa María in Trastévere', verbigracia.
+T.
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