jueves, 13 de septiembre de 2012
Jugando con diabluras
Existe un sub-catolicismo que en vez de nutrirse con sacramentos, oración y obras de misericordia sobrevive a costa de dosis de apariciones, apocalipticismos y demonios/exorcismos atque derivados. Un sub-mundo católico que ocupa espacios de primera plana y que genera un preocupante (para los que nos preocupamos) mercado-merchandising. Cada vez son más los adictos.
Cuando esta mañana leí que en Polonia han sacado una revista sobre demonios/posesiones/exorcismos, me topé con la evidencia de que nuestros temores se ven desbordados por la versátil realidad. La noticia comunicaba también un agravante: Que la revista no es una parida de cuatro frikis gótico-tatuados, sino que detrás del invento hay unos cuantos curas, sacerdotes polacos.
Como es natural/preternatural, la excusa editorial se crece con la justificación de que el demonio existe y todo eso, como si la profilaxis de las obsesiones y posesiones diabólicas fueran el principal objetivo de la nuevangelización (una fascinante dimensión que a lo peor se le ha pasado por alto al comisario nuevangelizador Don Fisichella). Vivir para ver.
Entre el suficiente y prudente saber que los demonios existen y actuan y el aficionarse al género y sus derivados, hay una distancia que marca y delimita un sano catolicismo de otro catolicismo enfermizo y fantasmagórico que apenas sabe rezar sin titubeos el Credo pero conoce el anecdotario del último anuario de demonios, posesos y posesas, íncubos y súcubos. Y el hit parade de exorcistas, con los 40 principales del ramo, mister exorcista del año y últimas novedades de la boutique del exorcista on line. Un estrambótico apéndice si no fuera un apartado tan sórdido.
La crisis de las sociedades católicas tradicionales (y pienso en España misma, y en Italia, y en Irlanda, un caso más grave aun) es un fenómeno complejo de analizar en todas sus causas y derivaciones, pero fácil de apreciar en sus consecuencias, porque son evidentes. Que Polonia fuera el siguiente catolicismo en sufrir esa crisis que empieza con síntomas, sigue con debilidad y continua con derrumbe y vacío, era algo que se veía venir; el juanpablismo no tapa todos los agujeros ni es una dieta adecuada para subsistir sólidamente, más allá del entusiasmo. Por eso esa revista de exorcismos y curas exorcistas avisa de algo más que de un mero síntoma.
¿Un catolicismo popular que se desconecta de lo sagrado y se engancha a lo más oscuro? ¿Un catolicismo que accede a lo sobrenatural desde la fascinación por lo diabólico? ¿Una supuesta pastoral que justifica el conocimiento de los fenómenos preternaturales como un incentivo para la fe de los católicos post-modernos?
El diablo nunca ha sido un agente de evangelización. Ni el temor del demonio es una gracia: El don es el temor de Dios, que es todo lo contrario.
Es curioso que cuanto menos se predica y se pide el don del temor de Dios más propaganda se le haga al demonio y sus terrores. Siempre he pensado que son muy peligrosos esos que pasan de Dios pero están oscuramente fascinados por el demonio y sus cosas.
"Sobrii estote, et vigilate, quia adversarius vester diabolus tamquam leo rugiens circuit, quaerens quem devoret" Iª Pet 5, 8-9.
Con esto nos debería bastar, y no buscar saber más de algo que nos puede exponer a ese león rugiente devorador.
¡El Señor nos libre!
+T.
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