lunes, 16 de mayo de 2011
Universae Ecclesiae, la esperada instrucción
Vísperas de mucho, días de nada. O por lo menos de poco, diría yo. Será por el hambre no saciada, será por la sed no satisfecha. Pero la instrucción me sabe a poco. Porque expone el motu proprio Summorum Pontificum, pero no añade casi nada más.
Sí, hay detalles. Sí, dice cosas. Sí, el texto de la instrucción se presta a ser comentado y examinado y da materia para un seminario sobre el asunto. Por ejemplo el nº 8 de la instrucción, que expone 3 razones/motivos del motu proprio:
8. El motu proprio Summorum Pontificum constituye una relevante expresión del magisterio del Romano Pontífice y del munus que le es propio, es decir, regular y ordenar la Sagrada Liturgia de la Iglesia3, y manifiesta su preocupación como Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal4. El documento tiene como objetivo:
a) ofrecer a todos los fieles la Liturgia romana en el usus antiquior, considerada como un tesoro precioso que hay que conservar;
b) garantizar y asegurar realmente el uso de la forma extraordinaria a quienes lo pidan, considerando que el uso la Liturgia romana que entró en vigor en 1962 es una facultad concedida para el bien de los fieles y, por lo tanto, debe interpretarse en sentido favorable a los fieles, que son sus principales destinatarios;
c) favorecer la reconciliación en el seno de la Iglesia.
a) quiere decir que ofrecer no es realizar; y que el tesoro digno de conservarse, ni se ha conservado, ni se conserva
b) declara: 1º- que la forma extraordinaria ni está garantizada ni asegurada; 2º- que es una concesión pro bono fidelium que no se otorga de buen grado y oportunamente en la mayoría de los casos; 3º que se destina a los 'fieles', y no cita a los sacerdotes (¿porque no se destina a los sacerdotes?)
c) reconoce que existe una ruptura interna, eclesiástica, muy grave, como pocas veces las ha habido; una ruptura que se hará más extensa y profunda en tanto en cuanto no se corrijan los errores que la han ocasionado, los litúrgicos muy especialmente
Así y todo, mi impresión es que esta instrucción, tan esperada, no va a hacer más practicable el motu proprio cuando, se supone, debería clarificar sin dudas y facilitar sin trabas su ejecución.
¿Un obispo que se pasa por el forro de la mitra lo que dice el Papa va a cumplir obedientemente lo que le mande hacer una comisión (y siendo la comisión Ecclesia Dei, además) y tratándose de materia litúrgica ??? Parece como si se ignorara la pasta (tan deficiente) de que están hechos nuestros prelados.
Nuestros prelados son el principal obstáculo para la recuperación y re-introducción de la Misa tradicional. Son sus enemigos. Ni siquiera digo cripto-enemigos, porque no se emboscan para boicotear, lo hacen a las claras, sin complejos. Justamente por el grave complejo liturgicista con que les infectaron allá por los años en que se de-formaron en los seminarios, a golpes de textos bugninistas y críticas irreverentes contra la Liturgia y el Rito de la Iglesia. Esos sacerdotes de entonces son los obispos de hoy, adversarios de la restauración litúrgica que significan Summorum Pontificum y ahora esta instrucción Universae Ecclesiae.
Otro frente hostil, muy adverso, es el de las facultades teológicas y centros académicos, profesores y enseñantes de liturgia, uno de los sectores académico-eclesiásticos más deformados y corrompidos. La resistencia al motu proprio y la Misa tradicional es muy intensa, quasi visceral.
La clave del futuro del motu proprio y la instrucción, no obstante, son los sacerdotes, los párrocos más concretamente, pues ellos son (deberían ser) los promotores de las celebraciones de la Misa Tradicional. Pero tanto Summorum Pontificum como ahora Universae Ecclesiae conceden la iniciativa a los fieles, no a los sacerdotes. A estos se les permite sólo la celebración sine populo:
23. La facultad para celebrar la misa sine populo (o con la participación del solo ministro) en la forma extraordinaria del Rito Romano es concedida por el motu proprio a todos los sacerdotes diocesanos y religiosos (cf. motu proprio Summorum Pontificum, art. 2). Por lo tanto, en tales celebraciones, los sacerdotes, en conformidad con el motu proprio Summorum Pontificum, no necesitan ningún permiso especial de sus Ordinarios o superiores.
¿Por qué sine pópulo? Porque, en el fondo, no se quiere que los fieles se re-inicien y re-eduquen en la espiritualidad de la Misa tradicional; nuestros obispos no quieren fieles afectos a la Liturgia tradicional. Se admite, se consiente, se tolera a los que hay. Pero no se promueve que haya más. Y como la promoción depende, efectivamente, de que en las Parroquias se celebre el rito y la gente se vaya formando en él, no se deja la iniciativa a los párrocos y sacerdotes, los únicos que de hecho pueden realizar/ejecutar lo que el motu proprio y la instrucción conceden. Es decir, que todo puede quedarse en papel mojado, en cuanto los derechos litúrgicos de los fieles no tengan ejecutores de los mismos; es decir, sacerdotes promotores de la iniciativa. Se reconoce un bien, se concede este bien, se arbitran reglamentos para su práctica, pero se restringe todo puesto que se les veda la facultad de poderlo hacer a los únicos que pueden realizarlo.
Se me viene a la cabeza la exclamación de San Pablo:
"...¿Cómo invocarlo sin creer en Él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de Él? ¿Y cómo oír hablar de Él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía?..." Rm 10, 14-15
Lo de la formación en los seminarios no pasa de ser una de esas recomendaciones que tiene quasi nulo valor en cuanto no vayan respaldadas por un decreto efectivo:
21. Se exhorta a los Ordinarios a que ofrezcan al clero la posibilidad de adquirir una preparación adecuada para las celebraciones en la forma extraordinaria. Esto vale también para los seminarios, donde se deberá proveer a que los futuros sacerdotes tengan una formación conveniente en el estudio del latín8 y, según las exigencias pastorales, ofrecer la oportunidad de aprender la forma extraordinaria del rito.
Cualquiera que sepa cómo se las gastan nuestros prelados, acertará si supone que la 'exhortación' será agua de borrajas. Por lo pronto, la recomendación ya estaba hecha, y no sé de ningún seminario español que haya emprendido esa tarea. Sé, sin embargo, de las incomodidades (digámoslo así) que sufren los seminaristas que se interesan los más mínimo por el tema.
Y así estamos. Con los seminarios ignorantes. Con los curas impedidos, sin poder celebrar la Misa con fieles asistentes. Y con los obispos en guardia, con el báculo alzado, para que ningún seminarista pida instruirse, ni ningún cura pida Misa con pueblo. No sea que el pueblo se vuelva católico y recupere el catolicismo perdido. Que no ha de tornar. Que no se quiere que vuelva.
Como tampoco quieren ver volver la Misa tradicional, que consideran una extravagancia de siglos pasados pretendida ahora por grupos extraños, casi todos sospechosos de estar incursos en el nº 19 de Universae Ecclesiae.
¿Que qué dice el nº 19 de U.E.? Pues más que decir lanza una sospecha la mar de chocante, con tufo de antigua inquisición, lean ustedes:
19. Los fieles que piden la celebración en la forma extraordinaria no deben sostener o pertenecer de ninguna manera a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la santa misa o de los sacramentos celebrados en la forma ordinaria o al Romano Pontífice como Pastor supremo de la Iglesia universal.
Esa es la mente sospechosa de los obispos, muy bien retratada en este nº 19 de Universae Ecclesiae.
Uno concluye que, en el colmo de sus desconciertos, nuestra Iglesia, en patente proceso de des-catolización, concede con parsimonia y administra con cuentagotas los remedios que sanarían la enfermedad y contendrían y remediarían la plaga. Razonablemente, consideradas las circunstancias, se comprenderá si los más conscientes dudamos de que exista una verdadera y efectiva voluntad de sanación y recuperación.
¡Qué caro lo van a pagar los reticentes que no quieren! (cuando llegue su hora). Y cuánto nos queda que sufrir a los conscientes que queremos, y que no vemos que esté clareando definitivamente la oscuridad.
+T.
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