La noticia del
cierre de la embajada de Irlanda ante la Santa Sede ha sido un bombazo. Un bombazo apreciable en medios eclesiásticos sensibles al valor y el significado de la diplomacia. Desde luego, la decisión del gobierno irlandés deja en entredicho la calidad y el nivel político del actual Gobierno de Irlanda, eso parece indiscutible.
Salvo que todo haya sido un golpe estudiadamente diplomático, una especie de grado extremo en el nivel de tensión de una crisis diplomática, más allá de la habitual
'llamada a consulta' de embajadores, u otras de estas pautadas y reconocidas formalidades diplomáticas
ad casum.
Que el anuncio de la decisión incluya también junto a la Santa Sede a otras embajadas de tercer orden (Irán y Timor Oriental), denota una intencionalidad bastante notable, un guantazo descaradamente afrentoso. Es patente en este caso cuán fácil resulta fabricar un incidente diplomático cuando se quiere tener uno a mano para usarlo como arma ofensiva, la historia está bien surtida de incidentes de esta clase.
Me resisto a creer que todo sea, como se comenta, por lo de lo del clero-pederastazo. Tiene que haber algo más, alguna razón de más calado político. Quizá sea todo una maniobra de agitación que el gobierno y sus agentes montan oportunamente para distraer a la opinión pública del clima de desastre en que se halla inmersa Irlanda por causa de la crisis económica y su pésima gestión. Si en España existen gente como Zp y Rubalcaba y partidos como el Psoe capaces de todo lo que sabemos (¡y tememos!), ¿Por qué no en Irlanda? Se trataría de una versión a la irlandesa de lo que aquí ha pasado (o puede pasar) con otros sujetos, otros nombres, otras siglas.
¿Alguna consideración más al respecto? Sí, una muy importante, por lo que nos afecta y porque no escarmentamos: El poder político termina enemistándose con la Iglesia, atacándola como el perro que muerde la amno del que le da (le daba) de comer. Más tarde o más temprano.
Si la nación irlandesa y sus dirigentes han tenido un valedor histórico firme y leal, ese ha sido la Iglesia, la iglesia de la propia Irlanda con la Roma Católica detrás. Aquí mismo, donde escribo, en Sevilla, como en otras ciudades españolas (Valladolid, Salamanca, Santiago de Compostela, Madrid, Alcalá de Henares), hubo un Colegio de Irlandeses, fundado en 1608, para la educación, formación y misión de clérigos irlandeses para Irlanda. Con la misión católica no sólo se mantenía el catolicismo, sino el patriotismo irlandés, cuya resistencia y supervivencia no se explican sin la misión y el aliento de los sacerdotes católicos. Y Roma, que conocía todo y animaba todo.
Lo que pudiera estar ocurriendo es una especie de emancipación secularista de la política irlandesa respecto de la tutela o poder fáctico de la Iglesia Irlandesa, con el pederastazo como coartada y Roma como gong resonante, para dar el campanazo y que resuene. Diría yo.
Sin embargo, la actualidad irlandesa se aleja de la imagen de la tradicional 'Irlanda Católica', según parece a pasos acelerados, con una
opinión pública que se manifiesta cada vez mas adversa al catolicismo. Aun sabiendo y ponderando lo fácil que es para los medios la manipulación ideológica de la opinión pública, la situación de la ex-católica Irlanda viene a ser como la de la ex-católica España, mutatis mutandis.
La Iglesia es buena para los principios heróicos, los intermedios tenaces, las metas triunfantes. Pero la Iglesia estorba después, mucho más en un régimen liberal-democrático que tiende a imitar modelos definidamente secularizantes que miran al Catolicismo como un obstáculo que superar y a la Iglesia Católica como un rival que vencer (cuando no un enemigo que exterminar).
Pero insisto: Lo del escándalo de la clero-pederastia, una coartada. Y lo del cierre de la embajada en Roma, una bomba (de humo).
+T.