«En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1.º de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde».
Nací con Franco mandando, y Franco no me asusta. Tampoco me lo pueden falsear, ni unos magnificándolo ni otros intentando minimizarle. Le guardo una simpatía amable.
Mi padre fué de los que estuvo en la guerra, con las ideas muy claras: Por Dios, por mi familia, por España. Se dejó en el frente media vida, y mi familia otra media. También estuvo cuando inauguraron el Valle de los Caídos, hace ahora cincuenta años, todavía soltero. Guardó siempre en su escritorio, hasta que murió, un trozo de esas cintas que se usaban en las inauguraciones, con la fecha bordada sobre la bandera.
A mi padre no lo podían engañar. Hizo la guerra, los tres años. Nunca nos contó batallas, pero alguna vez recuerdo haberle oído, en una de esas conversaciones que escuchamos los niños sin que los mayores sepan que estamos. Después he sabido más, por cartas que había en casa y por cosas que amigos de la familia me han contado. Mi padre fue una de las víctimas de la guerra, porque dio más, mucho más, de lo que recibió. Pero supo siempre lo que daba - vida - y por qué lo daba: Por Dios, por nuestra familia, por España; porque creía, porque amaba, porque sentía.
¿Yo que pienso? Yo pienso - yo sé - que la guerra la ganaron los hombres que lucharon con mi padre y como mi padre. A los vencidos no los juzgo con resentimiento, pero no les encubro las culpas. Y si me viera forzado a decir más, yo digo - yo diría - esto mismo:
Palabra por palabra, con el sentido con que se dijeron entonces y que, viniendo de quien vienen, mantienen hoy y conservarán perennemente el más alto e incontestable refrendo.
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En la España de la memoria falseada de los vencidos resentidos, es una necesidad decir verdades por la verdad de los que fueron resistentes, luchadores, víctimas, mártires y vencedores. En paz, pero con la honrosa certeza de la victoria.
Por muchos y por todos. Y por mi padre, que venció y se ofreció por los nuestros, por España y por Dios.
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