El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, inauguró anoche la Fnac hispalense, un establecimiento que supone el número quince dentro de la franquicia que esta cadena francesa posee en toda España. Ubicado sobre el antiguo edificio del Banco Urquijo, en la Avenida de la Constitución, este templo del ocio y de la cultura cuenta con un total de 3.500 metros cuadrados de superficie, de los cuales 2.500 metros cuadrados se dedicarán al espacio comercial.
El hecho es que un edificio en la axial y antigua calle de Génova (o genoveses), entre las Casas Consistoriales y la Catedral Metropolitana, en plena Carrera Oficial de las Cofradías de Semana Santa, la vieja sucursal de un banco, termina siendo superficie comercial para venta de video-consolas, dvds, maritatas de esas que inventan los nipones, mp3, y alguna librería de noveluchos de esos que se editan veinte cada cuarto de hora (y al otro cuarto están en el contendor de reciclaje).
Me temo que lo más animado del "centro cultural" será el bar, el chateo-bar y alguna tienda de ciber-moda, que también habrá. Témome también (y no sé por qué temo yo tanto, tonto!) que el negociete con la franquicia francesa estará gestionado por algún primo, amiguete, querendón-ona, u compromiso de los del capullo en el puño que caciquean por Sevilla y su antiguo Reino bajo la boba baba impotente y sinvergonzona de los chuflas del peperío.
Total, el 27 de Mayo se vota para que Sevilla siga igual, pero con coartada de urnas para que parezcamos demócratas y coartada de centro comercial-cultural para que parezcamos cultos y modelnos.
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