miércoles, 31 de octubre de 2007

Sanctorum Communionem Credo

Nos decían en las catequesis, cuando niños, que en los Santos, como en las vidrieras de las iglesias, se traslucía la Luz de Dios. Así me lo contaron una vez, y esa imagen de la luz se me viene a la imaginación cada vez que me toca explicar qué son/cómo son los Santos.

La Santidad es un atributo esencial de Dios, inseparable de su Ser. Desde Él se comunica a todo lo creado, hasta ese grado ínfimo de la criatura simple que participa algo de la santidad por ser, sencillamente. Pero en el hombre la santidad es una vocación, una expectación, un aliento de más ser; lo que busca el mortal a tientas y enmedio del desegaño insatisfecho de las cosas, el cristiano sabe que es la santidad: "Quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum, ita desiderat anima mea ad te, Deus..." Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a Ti, Dios mio..." Sal 42, 1

Agustín dice lo mismo al comenzar las Confesiones: "Para Ti nos hiciste, Señor, y nuestro corazón deambulará inquieto hasta que en Ti repose...", casi proclamando la sentencia de que la santidad es el cánon del hombre, su proporción, su medida. El cánon de Protágoras es insuficiente: El hombre es la medida de todas las cosas...pero no para sí mismo.

Las palabras del Señor son la sentencia de esta ley: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" Mt 5,48 / "Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es Misericordioso" Lc 6, 36 / "Sed santos porque yo, vuestro Dios, soy Santo" Lev 19, 2

Y cabe hacer la ilación consecutiva saltando de santidad a misericordia y de misericordia a perfección; y también desde la misericordia a la perfección concluyendo en la santidad; o variando la secuencia empezando por perfección con la misericordia enmedio y la santidad al final...

Son las variaciones sobre la santidad, tan ricas y matizadas como las policromías irisadas y traslúcidas de un vitral de un rosetón: Una misma, sóla y única Luz trasluciéndose inagotable y haciendo de luz lo que traspasa: "..No destruye la naturaleza, sino que la perfecciona y la eleva".


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Huesos de Santo y batatas


Mi abuela Antonia tenía su peculiar calendario, que era de fiestas y dulces: Cada una tenía su repostería y era pecado tomar el dulce que no era en la fiesta que no tocaba. Los pestiños y las perrunas de manteca y almendra son de Navidad, como los alfajorillos, los mantecados, las tarteras de cidra y el mazapán; pestiños y perrunas se hacen en casa, y los otros se encargan fuera. Para Semana Santa, torrijas, pellizcos, piñonates, gañotes y empanadillas de cidra. Para los dias de los Santos de la familia, brazos de gitano, bizcochos, huevos reales, empanadillas de crema, y, si caen en verano, helados de mantecado al corte. Por los Santos y Difuntos, las batatas al horno, las batatas en almíbar y...los huesos de santo.

Los huesos de santo eran una especial chuchería que se traía de Sevilla, de alguna de las confiterías de toda la vida. Mi abuela Enriqueta era la especialista y distinguía si eran de La Española, de Ochoa, de La Campana, o de Convento. Mi padre, que era quien se encargaba de comprarlos y traerlos a casa, prefería los de La Española. A mí me gustaban todos, y me gustan y los compro con esa especie de ritual casi de culto. Y es que soy muy de rito hasta para eso, como Dios manda.

¿Y qué se lee en estos dias de Los Santos y los Difuntos? Se lee la "lectura recreativa" del Padre Coloma "Era un Santo!" ¿Que no la conocen, que no la han leído, que no saben quien es el Padre Coloma? O,mio Dio! Mon Dieu! My God! Mein Gott!!!!! Uds. los que no leen al padre Coloma (ni comen huesos de santo por los Santos, seguro), ustedes acabarán mal.

Háganse el favor de comprarse una bandejita de huesos de santo, y cómanselos leyendo "Era un santo!" . Será el comienzo de una deleitosa afición que les abrirá el apetito de otros y más altos deleites.


N.B. Postrimerías y postre vienen de lo mismo: Considerénlo, medítenlo.


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