Era nuestro miedo muchas noches, noches de otoño o de invierno, cerradas, lloviendo y con viento que sonaba y silbaba en los cristales y por las ventanas. Para dormirnos nos contaban cuentos de ánimas, de muertos que aparecían y pedían Misas, de gente que murió y se las veía de noche en los espejos.
Mis tías contaban que sus tías les contaban que en los espejos, pasada la media noche, si te mirabas salía el reflejo del demonio. Sería por eso, pero nunca las ví ante el espejo pasadas las 12. Y las doce en el reloj de la cuesta sonaban tan lentas, sonando según las trajera el viento, más cerca unas veces, lejanas otras. Y rezaban por los difuntos, y los niños preguntaban, imaginando a los difuntos con las caras vistas en retratos viejos. Y el reloj repetía las doce.
Si rezaban el rosario, los niños se dormían; un rosario lento, tan largo, con tantos mementos y réquienes y difuntos. Yo calculaba que uno por cuenta, por cada perlita negra, por eso duraba tanto el rosario, y nos dormíamos.
Si el cuento lo contaba tia María, se acababa pronto y nos dejaba con ganas de más; si era un cuento de tia Titi, el cuento duraba y nos dormíamos la Titi y nosotros, y el cuento seguía en los sueños.
- Cuando se murió la vieja del callejón del Pinto, volvía en alma todas las noches y su hija la sentía que se acostaba a su lado y respiraba y se levantaba la colcha y el lado de la cama estaba frío como un muerto, como un muerto. Y la hija decía - "Madre, madre ¿es usted?" Y en eso se oía a la lechuza - "Shhiiiiissss...shhiiiiissss...ssshhhiiiisssss...." Porque su madre vino de Bilbao, era bilbaína, y la gente de Bilbao recalca mucho la ese, como las lechuzas.
Y en eso se oía de verdad a la lechuza...La lechuza se oye volar - ...plas...plas...plas...- y cuando vuela chirría -...sshiiirrssss....sshhiiirrrssss....ssshhhhiiiiishhhhjjjuiiiijssss...- y parecía que era el eco de la vieja del callejón del Pinto, que volvía y se acostaba en la cama de su hija por las noches.
- Y cuando se murió el niño de la hermana de la tata Patrito, por las noches se veía en el espejo la carita amortajada, que se la pintaron de albayalde, y el niño murió morito porque no lo bautizaron y está en el Limbo, sin pena ni gloria, y por eso se reflejaba la carita en el espejo de su madre, que se le cortó la leche en la cuarentena y estuvo a la muerte, la pobre...
- ¿Qué es que se le cortó la leche?
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- ¡Cuidado la pregunta del niño! Anda, que ya tienes un pecado de purgatorio: Esas cosas no se preguntan.
-- ¿Y tú, las cosas que les cuentas? Como si no hubiera cuentos con menos detalles.
- " Ea! Se acabó el cuento. ¡Venga el rosario!"
Y empezaba el rosario y después de persignarnos, ya estábamos dormidos, tapados hasta la coronilla, temiendo a la lechuza, a las ánimas en pena, a que se asomara el niño del limbo en el espejo.
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