El boletín diario de la agencia Zenit es un muestrario bastante aproximado de lo que hay. Y de lo que no. Uno siempre le echa un vistazo esperando encontrar alguna buena noticia, pero lo que encuentra son desconcertantes gacetillas. Como esta de ayer:
El Atrio de los Gentiles discute sobre el Dios de los ateos
El título se podría poner como ejemplo de oxímoron. Y de equívoco. El contenido del acto del atrio, se intuye, pues, oscuro. Pero con linterna.
La luz en la sombra esclarece desde la palabra luminosa del rector, dottore Ivano Dionigi. No me queda claro si se declara/reconoce ateo sólido-compacto o si se trata, más bien, de un delicuescente agnóstico. De todas formas, lo que dicen que dijo hubiera hecho las delicias del beato-súbito JPIIº:
"Yo pienso que hablar del hombre equivale ante todo a hablar de Dios, y hablar de Dios equivale ante todo a hablar del hombre."
Dicho esto deberían haber cantado el ite missa est seguido, o una versión a la bolognesa de nuestro castizo apaga y vámonos. Y sanseacabó. Pero como parece que había 1500 expectantes almas. O cuerpos, según se mire, según sea o no sea creyente o no el computador de los que ocupaban asiento; digamos que 1500 mentes, un termino medio (?) que contentará a los incrédulos y satisfará a los creyentes (???!!!). Mil y quinientas humanidades personalizadas (¡!) que tenían que escuchar algo más, ávidas de saber, sedientas de sapiencia. Y por eso después del signor rettore intervino la Sua Emminenza il signor Cardinale Ravasi, GianFranco.
Donde se ponga un cardenal, que se quite un rector, of course. Y eso que no iría de hábito cardenalicio pleno, sino en traje menos "llamativo". No sé - confiésolo - cómo iría, en qué paños, pero aventuro que, fuera como fuera, causaría una impresión mucho más efectista que la del rector. Seguro.
¿Y qué dijo Ravasi, después de esa cita memorable para la antología del equvocismo universal? (la del rector, me refiero). Pues el Emmº y Revmº Ravasi no se dejó amilanar por el rector. Y si a oximorones se jugaba, ni corto ni perezoso lanza el suyo, a ver quién puede más:
"Dios en el ateísmo". (apostilla el gacetillero de Zenit: "...o de lo que podría definirse como la espiritualidad del ateo").
Y se enfrasca Ravasi en una reflexión (dice la crónica) sobre Ciorán. Que no digo que no sea buen botón de muestra ad casum. Todo un alarde de cuánto sabe y qué leída es Su Eminencia (Ravasi, cioé) y cuánta modernidad ribetea la púrpura de Su Eminencia, flecos de seda del moiré de su fajín carmesí.
El efecto sobre aquellos que dijimos mil quinientos cultos asistentes, no sabría yo cómo medirlo. Tampoco lo sé, que yo no estuve. Pero desde mi asiento me pregunto y reflexiono (yo también sé hacer eso, y no soy eminencia) sobre la escena, sus circusntancias, sus circunstantes y su valor. Y no atino a justificarme qué hacía un Cardenal del a.D. 2011 hablando de Cioran ante un público convocado en la Universidad de Bolonia como gentiles de un atrio.
¿Evoco o cito la escena y la sentencia de San Pablo en el Areópago, o no? Es que se me viene a la cabeza, incontenible. Claro que Ravasi no fué abucheado ni despreciado, faltaría más. Sería, al contrario que San Pablo, aplaudido y admirado. ¿Por qué? Por Cioran, es evidente. Si al cliente le gusta el café y le sirven café-café, del mejor, en taza de fina porcelana, con azúcar cande, tarta de chocolate y moka, y copita de Benedictine, el cliente sale encantado y con ganas de repetir más cafelitos con Ravasi. Su Eminencia Reverendísima Gian Franco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, como subraya el boletín de Zenit.
Una cultura pontificia a partir un piñón con el más selecto ateísmo, ateísmo universitario, satisfecho de poder contar con un Cardenal Ravasi, tan sincronizado con la sensibilidad ateística post-moderna.
Volviendo a Ciorán (la ocurrencia ha sido magnífica, de magistral director de escena) no me explico cómo se puede alternar eso que dice el Señor de ser sal y luz con el discurso sobre Cioran y su pensamiento (muchas veces no-pensamiento). Precisamente Cioran. Comprendo que, puestos a elegir, Cioran da la coartada del ser/no ser, tan apropiado.
Pero estoy también convencido de que la conferencia del brillante Cardenal Ravasi no ha servido para llevar luz a las almas, no precisamente con el sombrío Cioran. Pero sí habrá dejado el gusto de que tanto Cioran como los que se debaten entre tinieblas y sombras de muerte son almas (perdón: mentes, quería decir) escogidas, muy por encima de los vulgares creyentes, de los comunes católicos obtusos; conque preferible reconocerse y mantenerse en un nivel Cioran que un ramplón plano creyente. Ravasi no dixit, pero se entiende - es evidente para una mente inquieta, interrogante e interrogada, cuestionante y retadora - que lo que quiere decir Ravasi es que más vale ser y permanecer vitalmente al estilo Cioran.
De todas formas, si hay Dios (¡¡??) al final nos dará asiento a todos por igual en el Cielo (¿¿!!), con preferencia a los cioranistas inquietos sobre los miserables y malditos católicos, cristianos y demás mala gente ceryente. En general.
Un púlpito para las sombras, como decía en el título. Y un cardenal de la Santa Romana Iglesia predicando humo, complaciendo con grajeas agridulces de Ciorán a la gentilidad post-moderna.
p.s. Por cierto, miren ustedes quienes (entre otros) están promocionando la candidatura de Ravasi para arzobispo de Milán: Il Cardinale Gianfranco Ravasi in pole position
+T.