El cartel anunciador del Domund 2012, por lo menos el que nos han mandado a la parroquia, es uno de esos montajes catequético-visuales que te dan excusa para montar una plática sobre el lema de la campaña misionera de este año. Existe el problema de que, como el montaje es moderno y lo moderno se abre intencionalmente a la libre interpretación, cualquiera puede sacar de lo representado otra imagen subjetivizada, mediante el manido recurso explicativo (a veces expresamente buscado) del 'para mí'. Para la mamá de unos niños de la catequesis el cartel era, según su primera impresión, una evocación del Increíble Hulk, supongo que por las manos pintadas de azul y verde que aparecen en primer plano del cartel. Me quedé de una pieza cuando me lo dijo, aunque convine que el parecido era razonable. Desde luego, el mensaje de las Obras Misionales Pontificias quedó truncado después de aquella sorprendente respuesta.
Pero ha sido un youtube de la misma campaña Domund 2012 el que me ha movido a escribir esta entrada, al presentar las misiones católicas como una actividad asistencial-filantrópico-humanitarista, como unas pocas (mínimas) instantáneas que se puedan captar como netamente referidas a nuestras misones católicas, y unos protagonistas desmitificados como héroes pero no identificados claramente como sacerdotes, religiosos, monjas y laicos católicos cumpliendo la misión de evangelizar. Vean:
Sólo uno entre todos los rostros/personajes que hablan
dice algo que se puede entender como netamente misionero. Los demás dicen que hacen lo que cualquier voluntario de una ONG. La idea que se extrae del vídeo es que la misión de los misioneros católicos en sus misiones es la misma que la que desempeñan los agentes voluntarios de las ONG, salvo un pequeño apartado, no muy desarrollado/expresado en el youtube, que se refiere a la religión y las cosas de la fe. Un detalle muy secundario, relativamente poco importante, porque lo verdaderamente relevante son las labores de atención humanitaria y promoción humana, económica, social y cultural que cumplen los misioneros (a quienes no se les identifica como tales misioneros). Esa es la impresión que se saca del youtube.
Las diferencias entre el antes y el después, entre el pre-concilio y el post-concilio, profundas y traumáticas en aspectos de la vida eclesial tan sensibles y fundamentales como la liturgia o la teologia, la moral o la familia, también afectaron a las Misiones Católicas, que se fueron desconfigurando hasta un grado de des-identificación como el que manifiesta ese youtube. Compárenlo con las clásicas y admirables misiones que aparecen en otros audivisuales, reportajes documentales o películas de ficción. Por ejemplo ¿recuerdan la película de Fred Zinnemann 'Historia de una monja', recuerdan las escenas de la misión africana? Compárenlas con las del youtube y comprobarán que los misioneros de entonces desempeñaban las mismas labores asistenciales que los actuales, pero con un carácter y una conciencia patentemente católica, justo lo contrario que lo que sale en el vídeo del Domund 2012, cuya presentación enfatiza el humanitarismo asistencial y minimiza la misión católica.
Entre aquella película y este vídeo median los 50 años del Vaticano 2º que se están celebrando, cincuenta años de pérdida paulatina de la conciencia católica de nuestras misiones y nuestros misioneros: Serán abnegados, casi heróicos, pero apenas se les nota que son católicos en misión de fe.
Como desafiante paradoja, quiero recordar y recalcar que el tenaz opositor y resistente al Vaticano 2º y su obra fue el gran misionero católico Monseñor Marcel Lefèbvre, Arzobispo de Dakar y Delegado Apostólico para las misiones francófonas de África. La triste distancia que separan las misiones que atendió Mons. Lefebvre de las que hoy casi no se reconocen como misiones católicas, es la misma que sufre la Iglesia Católica al compararse desde nuestra actualidad con su pasado más reciente, el de esos cincuenta años que algunos están convirtiendo en otra especie de infranqueable telón de acero, con el veto expreso de recuperar lo que quedó atras, al otro lado de la barrera temporal de los cincuenta años del Concilio que fue.
Lejos, muy atrás, han quedado aquellas campañas del Domund, con los chiquillos vestidos de misioneros y las huchas con las figuras del indio, el chino y el negrito. Lo preocupante, más allá del tipismo perdido, es la impresión de que también ha cambiado la idea, el concepto, la forma y la presencia de las misiones y los misioneros de la Iglesia.
Esta mañana, en la Plaza de San Pedro, era muy vivo el contraste entre los misioneros canonizados representados en los tapices que colgaban de la fachada de la Basílica de San Pedro y sus hermanos misioneros que asistían a la ceremonia de canonización. La monja que portaba el relicario de Santa Marianne Cope ni siquiera vestía el hábito de su congregación.
Son detalles mínimos, dirán algunos. Pero conllevan un significado elocuente, tan cargado de mensaje como si fueran un cartel en vivo del Domund, les respondo yo. Obviamente, la lectura de estos contrastes entre el ayer y el hoy de nuestras misiones resulta tan desconcertante como decepcionante: No por defecto de la acción, sino por la omisión de la misión.
+T.