Este tio del pergamino enmarcado
es el causante original de esto
y de esto también
El Felipe es el padre ideológico de los sinvergüenzas no-estudiantes kaleborrokeros sureños, cachorros rabiosos de la perrera post-marxista, descontentos porque se les seca la teta de la mamada gratis-subvencionada y el porro barato con hachís del moro. El Felipe es el 'protogenitor' de esa camada.
Los infames cívico-delicuentes, niñatos de la malcrianza de 30 años de corruptora dictadura psoera sin solución de continuidad, han profanado la imagen del monumento de Santa Ángela de la Cruz y han grafiteado los muros blasfemando contra San Fernando.
Mientras, el mismo día y a la misma hora, el vaina ppero más conspícuo del Cabildo de la Ciudad obsequiaba al Felipe, presidente prostituyente, con el título de 'hijo predilecto', con la coartada excusante de la Expo'92, el emporio de la turbia corruptela.
Si digo que el mismo, el Felipe, es también la primera pieza de la decadencia y crisis de la actualidad, no exagero ni un pelo, a pesar de decirlo desde Sevilla, tan hiperbólica quasi siempre.
Me indigna que el tal ande suelto y le den diplomas por ser lo que fue.
Me duele que Sevilla esté tan degradada que estime filiación predilecta lo que es un baldón infamante, un manchón de estiércol apestante.
Yo sé que estas cosas son así, que el mundo es mundo y el sinvergüenza se laurea; no obstante todavía le queda a uno un resto de ilusión por algo, una aspiración a la mejoría, el antojo razonable de un poco de bien, de honra, de genio, de pundonor, de virtud limpia como una pared encalá al reverbero. Todo eso que no hay ni se ve venir.
Triste dia de San Fernando, el patrón de la ciudad, con la Capilla Real cerrada por obras, el cuerpo del Santo sin exponer, la blasfemia sacrílega campando por las calles, y el demiurgo emponzoñador recogiendo un título de honra para su descrédito y de deshonra para los otorgantes.
Lo peor es que con estas cosas, velis nolis, hasta los espectadores salimos salpicados, si no culpables por comisión, sí señalados por omisión.
&.
miércoles, 30 de mayo de 2012
Humo y Satanás
Me han enviado (gracias, Troglodita) un link de un artículo de Prada titulado 'El humo de satanás', publicado en el ABC (para leerlo hay que estar suscrito); el link que han mandado es de otra página web a la que no quiero dar publicidad desde Ex Orbe; no me gusta facilitar la conexión con quien no simpatizo, no concedo esas gracias. De todas formas, el artículo de Prada es normalito, nada excepcional.
Prada mantiene una inclinación apocaliptóide desde su admiración a Castellani, gran ingenio. Comprendo y comparto la fascinación por el Apocalipsis de San Juan, un libro que trasmina misterio por cada versículo, cuya lectura no cansa: Se puede leer un capítulo, o un fragmento, y releerlo seguidamente, y cada lectura suscita una imagen distinta, con variaciones. Por lo menos a mí, que soy muy adicto al libro, me ocurre ese fenómeno, y paso de un vitral a un Cranach, de Holbein al tapiz de Angers, del Beato a un libro de horas, todo esto sin solución de continuidad y sin contradicción de imágenes. El Apocalipsis me causa ese efecto. Pero siempre procuro leer el Apocalípsis Joánico sin ir más allá del texto, sin extrapolarlo, sin acomodarlo. A la Historia, me refiero.
Porque, por una parte, el Apocalipsis tiene una historia-marco de referencia que es el del tiempo y circunstancias de su composición, cuando el destierro martirial de San Juan Evangelista en Patmos. Por otra, su entidad profética puede aludir a un futuro no realizado, según valor de toda profecía, pero la identificación Apocalipsis-actualidad, es decir, la superposición de las escenas/capítulos del Apocalipsis con la la realidad en transcurso, con el tiempo presente, es un recurso desacreditado por manido y proclive a equívocos y confusiones muy nocivas.
Item más: Durante la la crisis de la reforma protestante, Lutero y los demás agitadores anti-romanos, abusaron de los textos del Apocalipsis para arremeter contra la Iglesia Católica y el Papado, de manera muy burda pero bastante llamativa y efectista. Contaron, incluso, con el complemento de las artes gráficas de la recien inventada imprenta, difundiendo los grabados alegóricos-satíricos de Hans Holbein, Lucas Cranach y otros maestros. En ellos, el Papa era presentado como personificación del Anticristo, los Cardenales y la Curia Romana eran los secuaces del diablo, y la ciudad de Roma se dibujaba como la Babilonia ebria y prostituída de Ap 17 y 18, tocada con la tiara pontificia.
La exégesis anti-católica apocalíptica con su consiguiente sátira iconografica se convirtió en un auténtico tópico/género, un recurso pseudo-apologético quasi-clásico que pasó del protestantismo continental del XVI a la reforma anglicana y luego a las sectas evangelistas americanas. La especie sigue activa, circulando con éxito entre los protestantes y sus derivados, en tanto en cuanto la Iglesia Católica, el Papa y Roma existen y forman parte del presente y su actualidad.
Hubo también un género apocalíptico católico, tan virulento y con las mismas o semejantes identificaciones anti-romanas que las del protestantismo, con la diferencia de que las precedió en el tiempo (¿fueron su origen?) y de que se esgrimieron por un auténtico paladín de la reforma católica, me refiero a Fra Girolamo Savonarola, el incendiario predicador florentino. Cuando Savonarola arremetía contra Alejandro VI Borgia y los desórdenes de su corte pontificia, sus palabras eran más hirientes para la Curia Vaticana porque eran más certeras, sinceras y ajustadas que las que luego gritaron luteranos, calvinistas y demás sectarios de la reforma protestante.
La paradoja, en uno y otro caso, ya fuera Savonarola, ya Lutero, es que el Apocalipsis no es una profecía contra la Iglesia, sino una revelación para sostener el ánimo de los cristianos en tiempo de persecución contra la Iglesia. Por eso resulta tan contradictoria la identificación impía de elementos, personas, coyunturas, interpolando citas del Apocalipsis.
Del 'humo de Satanás' digo otro tanto. La ocurrencia de Pablo VI ha tenído un éxito que extralimita su significado (que, por cierto, sabría el Papa, porque sobre la oportunidad de la cita se ha escrito también mucho). Fuera lo que fuese que motivó aquella oscura apreciación del Papa Montini, habría que decir que 'humo de Satanás' colándose por las grietas de la Iglesia maltrecha lo hubo también en otros tiempos, en otros momentos, por cosas tan graves como la simonía, las corruptelas de la soberanía temporal, el nepotismo, y mil pecados y achaques más. Cada época tuvo su 'humo de Satanás'.
¿Es el de nuestra época un 'smog satánico' especial? Yo diría que no, que es el humo diabólico de siempre, porque ni el diablo ha cambiado ni los hombres tampoco.
¿Y la Iglesia, ha cambiado la Iglesia? Yo diría que no en sustancia pero sí en estructuras, porque se han debilitado, porque las grietas por las que el humo infernal entra se han multiplicado, son más grandes y más profundas: El problema no es el humo del demonio, sino la decrepitud de la Iglesia, las grietas por las que ese humo entra. El problema, re-re-pito, son las grietas.
Siempre que me re-citan la cita de Pablo VI, me hace penosa gracia pensar que el Papa del agiornamento, el aperturista que abrió puertas y ventanas, demolió sólidas estructuras y debilitó el edificio, fuese la misma persona doliente y timorata que se quejaba luego de que el humo entraba por las grietas que sus actuaciones habían provocado. Triste figura la de este patético Pontífice.
Resumiendo: El humo es sólo humo, Satanás el mismo de siempre, pero es la Iglesia la que merece atención, restauración, consolidación. Un trabajo de re-conversión ad intra, que se aviene muy mal con juanpablismos triunfalistas, años de jubileo y jmjs lúdico-festivas.
Las consecuencias de todo eso (llámesele 'humo', si se prefiere) las estamos sufriendo en estos días con un surtido muestrario de humos diversos.
Fumata, se dice en italiano.
+T.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)