miércoles, 25 de abril de 2012
Filtraciones
Tengo y mantengo una muy buena impresión/opinión del Cardenal español Don Julián Herranz, un personaje discreto sobre el que el Papa ha descargado un asunto de suma discreción sobre una grave indiscreción. Así se anuncia en la comunicación que se ha conocido hoy mismo:
Notificación de la Secretaría de Estado
En este tipo de comisiones, importa mucho quiénes sean los oficiales colaboradores que prepararán los informes, dossieres, documentos, testimonios, pruebas, que terminarán en las manos de los Emmºs. Srs. presidentes de la comisión, que decidirán y redactarán el documento-informe final que será presentado al Papa, con las conclusiones que sean. El valor y el peso del trabajo dependerá mucho de esos subalternos, al servicio del Cardenal Herranz.
¿Curiales que investigan a otros curiales e informan sobre asuntos turbios de curia? ¿Se presumen válidos, capaces, eficaces, sinceros, certeros, competentes, veraces? Se presume, sí. La Iglesia, aun en los casos más anómalos, sean de fuero interno o externo, presume bondad, virtud y recta intención, unos mínimos, por lo menos.
Sin embargo, el asunto que le toca investigar al Cardenal Herranz es sumamente espinoso, en cuanto implica a las más altas instancias, administraciones y departamentos de la Santa Sede, incluída la Secretaría de Estado. Lo ocurrido estos últimos meses ha sido algo inaudito, síntoma alarmante de graves desajustes internos en la curia, personales y hasta puede que institucionales.
Cuando la información es un valor, en sí o relativo, saber antes, o más, o mejor, se convierte en una baza que algunos usan en el juego del poder, con más o menos habilidad, acierto, efectos y consecuencias. Lo que pudiera valer referido al mundo, sus negocios, tramas y laberintos, tocante a la Iglesia se sujeta (debería sujetarse) a normas de inspiración sobrenatural, muy delicadas a la hora de entreverar con formas y materias que no son compatibles al 100% con los ideales evangélicos y la tradición apostólica.
Cuando el Señor dijo "...vuestra palabra sea sí, sí, o no, no", o cuando predicaba "...nada hay oculto que no llegue a saberse...lo que os digo al oído predicadlo desde la azotea", o cuando enseñaba "...sed sencillos como palomas y astutos como serpientes", cuando advertía que "...los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz", revelaba una doctrina dificil de compaginar con protocolos de corte diplomático y procedimientos de cancillerías.
Sea lo que sea y como sea que fuere, a los encargados de los asuntos oficiales de la Santa Sede, se les escoge para eso y para eso se les prepara. Si al final les vence el espíritu del mundo y lo mundano se impone sobre lo espiritual, la obra resultante aplastará lo santo y dejará emerger lo pecaminoso, con daño espiritual inmediato y daño material a más corto o largo plazo. Las ventajas que se hayan pretendido fuera del orden de la santidad y el bien espiritual, serán pompas del mundo, pago de vanidades con capital del banco de los hombres, que suele ser, la mayoría de las veces, plata de la bolsa de Judas o réditos del banco del infierno.
Conque el cardenal Herranz tendrá que apechar con un encargo antipático, deberá zajar un abceso purulento y maloliente, y va a tener que chocar con más de uno. Dios le conceda un buen ángel auxiliar-extra-coadjutor.
Bajando a un plano más común, más vulgar, diré que las filtraciones existen y las hay en todos los niveles, donde menos te esperas, con sorpresas la mar de chocantes porque quien menos te imaginas, quien no debiera saber absolutamente nada de nada, un día, en un rato, te suelta tres o cuatro comentarios sobre algo que le deja a uno estupefacto, con el asombro en la cara y la interrogación en la mente: ¿Cómo habrá gente que se atreva a contar esto, a decir esto, a comentar esto? Gente de Iglesia, además, gente del clero, para más preocupación, gente de curia, para mayor desasosiego y malestar del que recibe, por indirecto conducto, la pequeña o gran noticia de lo que sea o vaya a ser.
Una perniciosa página que presume de millones de lectores se ha ganado fama, precisamente, a costa de indiscreciones de curias, alardeadas con desvergonzado desparpajo, para sonrojo de muchos, compromiso de algunos y diversión del resto de los millones de lectores del mentidero, un salón friki-católico de la peor casquería infra-informativa. Tan lamentable como cierto.
¿Se pondrá orden, se impondrá el orden? Quizá en las esferas que examinará el Cardenal Herranz, sí, por lo menos por algún tiempo, durante unos meses, o unos años; Dios dirá. Cuánto más dure la disciplina del discreto sigilo y la prudente reserva, mejor para todos. Recemos para que se logre.
Pero en el mundo de la prensa-paonazzo eclesiástico-clerical, los frenos no serán tan posibles, porque dependen de la buena voluntad, rectitud y virtud de sus responsables.
Dificil, pues, el asunto, porque en esos medios se evidencia a diario la constante irresponsabilidad de sus actores/autores.
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