Una entrevista: Habla Habermas.
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Y habla como un viejo que envejece y se da cuenta de tantas cosas, tantas ideas, tantas hipotéticas razones que han fallado. Pero el viejo no cede.
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Matiza, templa, condiciona...pero no renuncia. Ni cree, ni crea. Una especie de último clásico; porque es una recreación, una larga variación sobre sus precedentes; magistral, pero casi sin novedad.
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De Kant a Habermas hay un largo decurso, cumplido hito a hito. El profesor Habermas tiene la ciencia de sus predecesores, se le reconoce calidad de pensamiento, estructura, análisis. Pero está limitado por las fronteras de un pensamiento del que no se atreve a salir.
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Es capaz de entender el hecho religioso en cuanto reconocible y activo en la historia, el pensamiento, la cultura en general; hasta valora aportaciones pasadas y aún le concede cierto valor para articular el presente (tan amenazado?), pero no pasará de ahí. Nunca confesará el Misterio, su presencia y su vigencia.
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Está hablando un viejo. Sabio, con ciencia para hablar del ayer y hasta hacer un juicio sobre el hoy, pero exhausto de ideas para el futuro, al que timidamente se asoma desde una temblorosa contemporización.
No hay más. Y es lamentable, porque podría haber.
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p.s. Y el del artículo, pondera en exceso al anciano profesor, tan caduco como los sistemas que han sido su nutriente.
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