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Lo presentaba la inmoral esa que apareció en los 80 provocando-provocativa como técnica y sigue con lo mismo, degenerada insolente entre las que hociquean en los estercoleros de tele y prensa. La vieja (literalmente, con tantas arrugas como la Vega) presentadora derivaba todo el reportaje sobre la "violencia machista" y demás subgéneros dependientes. Incluyendo salidas y entradas de temáticas gay-lesbi y otras des-moralidades. Lo común, lo corriente, lo de todos los dias en la España del talante y el zperismo que infecta el ambiente. Hasta que salió el caso Calamita.
Apareció el juez y la furia de la indecente se desesmelenó cual bruja de aquelarre. No sé si es que se identificaba con las "afectadas" por la sentencia de Calamita, por concomitancia o por simpatía de status y/o sensibilidad correspondiente. No sé. Pero el tratamiento del caso Calamita fue grotesco-ofensivo hasta donde yo no hubiera podido imaginar (aunque con la vieja y arrugada presentadora esa por medio eran de temer las desvergüenzas acostumbradas de la sujeta, pero así y todo).
De Ferrín Calamita tengo hecho cierto concepto, que me reservo porque apenas se más según lo que extracto de lo leído. Me inclino a su favor porque sólo alguien de una notable integridad de conciencia y moral puede arriesgarse en su labor hasta el grado en que lo ha hecho este señor juez, no ignorando las consecuencias que se podía acarrear.
¿Consecuencias según derecho, según la ley y toda la ley? Esto es lo que no sé responder. Por cierto que me hiperdespimporreo las mitocondrias de la pineal cartesiana cuando recuerdo las catoliquísimas declaraciones de aquel señor que fue nombrado presidente del Consejo del Poder Judicial, tan devoto, tan pio, tan moral-moral-moral: Ubi est? Quiero decir que si su católica señoría no ha asomado sus católicas puñetas (las de su toga) en el caso del juez Calamita. Sin duda que el caso merece echarle puñetas, buenas puñetas católicas.
Más arriba he escrito tres palabras-conceptos ("integridad" "conciencia" y "moral") que no concibo ausentes en un juez. Precisamente por el cometido que le cabe. Un juez que invoca su conciencia, integridad y moralidad es un respetabilísimo señor juez, que merece honores. Resulta ofensivo presenciar cómo se le desautoriza e inhabilita desde la confrontación "institucionalizada" a esos conceptos inseparables de la probidad de un hombre dedicado por oficio a administrar justicia.
La conciencia como ley primera debería ser la primera ley en ser invocada y respetada. Resulta evidente que se ha ido por el hombre, y que el caso Calamita es otro caso "ejemplar" armado por la piara como espantapájaros de posibles y eventuales jueces "con conciencia". Una víctima que se inmolará en el ara de la parcialidad ideologizada, a mayor deshonra y demérito de la justicia, el derecho y la ley.
Si se considera el delicadísimo tema que ha sido la "materia" del caso que se ha vuelto contra Calamita, que me diga el más perverso si en ese caso y similares no es de rigor juzgar según conciencia. ¿Cabía el recurso de "inhibirse"? Ya digo que no entiendo, pero supongo que no puesto que la ley obliga al juez. ¿Contra conciencia? Cualquiera desesperaría de un tribunal que tuviera ese presupuesto, sabiendo que los jueces aplicarían leyes que repugnan a su conciencia.
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Hoy ha aparecido en los medios una carta abierta del juez Don Fernando Ferrín Calamita, muy bien explicada. Algunos titulares destacan esta frase: "...se me condena por católico". Estoy con el juez: Se le condena por católico. Una condena que resulta más estridente en estos mismos días en que se exime de responsabilidades políticas-criminales a los que se sientan a negociar con los terroristas asesinos vascos. Esta es la justicia de los tiempos del talante tolerante de la piara.
Viendo el manipulado y tergiversado reportaje, me acordé de la película "Vencedores o Vencidos" , la peli de Stanley Kramer que escenifica una semblanza del Juicio de Nuremberg. Todo el peso del argumento gravita sobre la conciencia (obligada por la ley vigente pero siempre conciencia libre y responsable para juzgar). Merecería verse y comentarse con el caso Calamita de fondo.
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Por cierto que, con el caso Calamita también de fondo, las "acciones" que preparan jueces y funcionarios de justicia me parece torres de arena y molinos de viento.
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