domingo, 1 de abril de 2012

Entra el Rey de la Gloria


El sol ha dorado con rayos más bellos
la nueva mañana que luce esplendente;
relucen el oro y la piedra del Templo,
parecen espejos las puertas de bronce.

Las voces salmodian los himnos del alba
al Dios de Israel, Inmortal y Fuerte,
al tres veces Santo, al Omnipotente
que rige los cielos, el mar y la tierra

con todas sus cosas, con todos sus seres,
que juntos le alaban arriba en la altura
y abajo en el mundo; todas las criaturas
rendidas le aclaman con honor y gloria:

Bendito el Eterno, el Rey de la Gloria,
bendito el Señor de las alturas,
por siempre bendito, por todos los siglos,
que le canten los ángeles todos.

Y aquella mañana, brillante, dorada,
la voz de los graves levitas del Templo
siguió prolongada, firme, como un eco:
Bajaban del monte cantares y voces
de gloria y loor, un clamor, un torrente
de gente alabando, hombres y zagales,
mujeres y niños decían ¡Hosanna!
ancianos y mozos gritaban ¡Bendito!

¡Hosanna en el Cielo y Gloria en la altura!
¡Bendito sea el Reino que llega!
¡Hosanna al hijo de David! ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre de Dios!

...in crastinum autem turba multa quae venerat ad diem festum cum audissent quia venit Iesus Hierosolyma acceperunt ramos palmarum et processerunt obviam ei et clamabant osanna benedictus qui venit in nomine Domini rex Israhel et invenit Iesus asellum et sedit super eum sicut scriptum est noli timere filia Sion ecce rex tuus venit sedens super pullum asinae Io 12, 12ss

Bello como el sol, limpio como el cielo,
la faz del Rabí lucía radiante,
serenos sus ojos, paz en su mirada,
los labios moviendo oraciones,
con suave sonrisa de gracia.

Llevaba las manos abiertas, tendidas
en signo de paz, de regia ventura,
sublime en su gesto de Rey sobrehumano,
sencillo y cabal, humilde y sincero:

...Mira, Sion, a tu rey,
montado sobre un borriquillo,
no temas: ¡Bendito el que viene
trayendo la paz a tus muros!...

Traía los cabellos ungidos,
aromas dejaban sus ropas
que olían a nardo especioso,
a bálsamo, a incienso,
a mirra y a ungüentos de oriente.

La gente, admirada, extasiada
ante aquel Rey de reyes
humilde de alma,
de mansas entrañas,
le echaban al paso sus mantos,
tocando la orla del suyo.

Los niños cantaban coplas de victoria,
tocaban alegres las palmas,
trinaban con vivas batiendo los ramos
de olivos y palmas airosas.

Era un clamor desde el Monte
de los Olivos, bajando
de Betania y Betfagé...


"...Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciendo: -"Id al pueblo que está enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: - "¿Por qué lo desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita." Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho. Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños: -"¿Por qué desatáis el pollino?" Ellos les contestaron: «Porque el Señor lo necesita. Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús. Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino. Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto. Decían: -"Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas." Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: -"Maestro, reprende a tus discípulos." Respondió: -"Os digo que si éstos callan gritarán las piedras." Lc 19, 29-40

Y el Cristo que Dios
mandaba a su pueblo
entraba aclamado
en la regia Sión.

Sería su trono
la Cruz, su corona
de espinas, el cetro
una caña. Su faz no ocultó
a injurias ni a golpes,
su espalda azotada,
sus manos clavadas,
sus pies traspasados,
su pecho con lanza
herido hasta el centro,
con sangre y con agua,
manante en regueros
de santa virtud.

Por eso la luz
refleja su gloria
en la faz del Cristo
que entra jubiloso
para ser Cordero,
sacerdote, hostia y ara,
de Alianza Nueva
de eterna salud.

Ave, Rex noster, Fili David, Redémptor mundi, quem prophétæ praedixérunt Salvatórem dómui Israël esse ventúrum. Te enim ad salutárem víctimam Pater misit in mundum, quem exspectábant omnes sancti ab orígine mundi, et nunc: "Hosánna Fílio David. Benedíctus qui venit in nómine Dómini. Hosánna in excélsis".

+T.