domingo, 2 de septiembre de 2012
Congresos, exegéticas, biblias y Martini (q.e.p.d.)
Para este próximo lunes 3 de Septiembre, se anuncia en Sevilla el 3er. Congreso Bíblico Internacional. No me he molestado en buscar datos sobre el 1º y el 2º, porque deben haber sido parecidos a este 3º, que se presenta con este programa de temas, intervenciones y protagonistas:
III congreso Bíblico Internacional: “Los rostros de Dios en la Biblia”
Desde la presentación - ese título, ese lenguaje, ese discurso - se prevé el estilo, el contenido y el desarrollo. Los españoles que están son conocidos, unos más que otros. De los extranjeros me suena alguno. Sin más profundidades, el programa anunciado ya suscita alguna alarma. Por ejemplo:
3ª) ponencia.- Lo femenino y el Dios de la Biblia: Dra. Dña. Elsa Támez,
Profesora emérita de la Universidad Bíblica Latinoamericana
La doña Elsa Támez parece ser una buena pieza: Feminista militante, del ámbito de la teología de la liberación, muy instruida y reconocida (lean este perfil de la susodicha). No sé qué pueda decir que resulte aprovechable, rectamente formativo para un católico.
Otro participante, artista invitado, James Dunn, protestante, metodista escocés:
5ª) ponencia.- Dios y la cristología del Nuevo Testamento: Dr. D. James Dunn, Profesor del Departamento de Teología y Religión, en la Universidad de Durham
Y para que se hagan una idea de lo que pueda decir el de la 1ª) ponencia, echen una ojeada a esta pequeña controversia en una web suscitada por las tesis del tal Ronal S. Hendel.
Con estas tres catas, entenderán Uds. cuán poco bueno puede ser el fruto de ese congreso bíblico. No se recogen higos de los zarzas. Etc.
¿De dónde esta situación, cómo hemos llegado a estos límites? Aunque parezca mentira, remotamente, las raíces viciadas se encuentran en una institución creada por San Pio X, el Papa antimodernista fundador del Pontificio Instituto Bíblico, punto neurálgico de los estudios bíblicos católicos. Si el Bíblico está bien y forma bien, los biblistas católicos saldrán bien formados y formarán a su vez bien a los estudiantes de Sagrada Escritura, que a su vez podrán tener buenos conocimientos bíblicos a la hora de predicar y formar a los fieles. Esta es la cadena, una cadena viciada en su principio porque el Pontificio Instituto Bíblico padece una alarmante des-catolización.
El pontificado de Pio XII marca una frontera. Después del venerable Papa Pacelli, muchas cosas que estaban contenidas se desbordaron y siguieron un proceso de crisis/descomposición que el Vaticano IIº alentó y el post-concilio extremó. El Bíblico del P. Fonck, primer rector, bajo Pio X, no es ya la misma institución en tiempos del rector Agostino Bea, y mucho menos bajo Carlo María Martini. Siendo, desde el principio, un encargo encomendado por S. Pio X a los jesuitas, el centro de estudios bíblicos parece haber degenerado a la par que la Compañía. Pio X jamás pudo imaginar que antes que transcurriera un siglo desde su fundación, en el Bíblico sentaran cátedra las peores tesis y autores del modernismo que el Papa pretendía extinguir.
El difunto cardenal Martini podría sintetizar el perfil de los biblistas del Bíblico: Erudición y escepticismo, pasión por la Escritura y desapego dogmático. Una ambigua exégesis, dubitante, más afín a la arqueología bíblica y la metodología histórico-crítica que a la tradición exegética católica. El Bíblico de Martini y sus sucesores depuso a San Jerónimo y San Agustín y encumbró a los escrituristas protestantes y des-católicos. Ese congreso que empieza mañana en Sevilla sirve para hacerse una idea de la situación: Neta degeneración de una exégesis en manos de sacerdotes que dudan y de eruditos que no creen.
Sin identificarme en absoluto con los postulados del fundamentalismo de raíz protestante, tengo continuamente que confesar como sacerdote católico la fe en la Escritura, en la que creo, por encima de autores, metodólogos histórico-críticos y pseudo-comentaristas. Yo creo toda la Biblia, desde Adán a Juan Evangelista, tal y como la Palabra de Dios escrita ha sido transmitida y recibida por y en la Iglesia Católica, sin quitar una coma ni añadir un punto.
Por esto me repugnan sentencias como la acuñada por Martini: "Cada uno guarda en sí a un creyente y a un no creyente que se interrogan recíprocamente". No entiendo la fe como perpetua y sistemática oposición interior de fuerzas antagónicas. Tampoco comprendo que un exegeta que debe estudiar y exponer el Texto Sagrado para ilustrar y confirmar la fe de los fieles promueva la crítica como método y proponga la duda como virtud.
El Cardenal Martini, desde su currículum, se fue perfilando como una ambigua figura de nuestra Iglesia: Arrogante en la pose e inestable en sus guiños, sólido en su formación e inquietante en sus declaraciones, supuesto bastión de la cultura católica y acomodado contertulio de la post-modernidad, muy aplaudido.
La misma vanguardia des-católica que le alaba traza una sombra en torno suyo, porque hay luces que remarcan más lo oscuro que la claridad.
No tenía intención de hablar del difunto Cardenal Martini, que gloria haya, pero he aquí mi reflexión en vísperas de ese congreso bíblico que haría las delicias de Don Carlo María y que nos infunde profunda inquietud a los católicos conscientes, que no creemos en las biblias de los congresos sino en la Sagrada Escritura, que veneramos.
+T.
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