En otro plano de la actualidad, los muertos de hoy en Bagdad han sido más de 130, que no horrorizan ni al cretino envilecido que preside los EEUU, ni al mundo que se ha acostumbrado a los muertos de Bagdad.
Hasta que el mundo no vea sentados ante un tribunal a personajes tan poderosamente perversos, capaces de provocar una guerra amañada ante la opinión pública, el escándalo por las víctimas de un demente sólo será hipocresía teledirigida de una sociedad enferma que desvaría.
Siento casi un deber moral clamar por el horror de Oriente Medio y la guerra de Irak, para que conste. Y quizá recordarme a mí mismo que no existe una sangre con más derechos que otra para ser derramada en balde, sea el demente autor de la matanza un estudiante perturbado, o un degenerado político encumbrado a una poderosa e impune presidencia.
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