Sueciam deinde ipsam longinquam consalutare Latino sermone cupimus cuius hodie "Schola Cathedralis Scarensis" adest cum linguae Latinae discipulis viginti septem ac magistro Ioanne Hjertén aliisque praeceptoribus. Volumus omnino eorum confirmare et incitare studia, dum hic Romae antiquitates degustant tum christianas tum etiam veterum Romanorum, ut inde magnopere augescat spiritalis illorum et humana haereditas.
Estaban en Roma, en viaje de estudios, y han querido estar en la audiencia papal. El Papa suele saludar a los grupos presentes, y a estos jóvenes suecos les ha hablado en latín, todo un detalle. Un detalle que deja muy bien, en un nivel muy alto, a estos alumnos y a sus profesores.
Hubo un tiempo en que la Europa nórdica y la mediterránea se entendian fluídamente en latín. Con tan buen entendimiento, que, por ejemplo, en 1203 Domingo de Guzman (todavía canónigo de Burgo de Osma) acompañó a su obispo, Don Pedro, a Dinamarca, a buscar novia en la corte danesa para un jovencísimo infante de Castilla, Don Fenando, por encargo del rey, su padre, Don Alfonso VIII el de Las Navas. Del corazón de la Vieja Castilla a la península de Jutlandia, cruzando toda esa Europa con el latín como lengua franca.
Completando su "lección", Benedicto XVI ha hablado en la alocución general de Boecio y de Casiodoro, para que no quepan dudas sobre su magisterial magisterio.
Así que en la audiencia de esta mañana, una semblanza de aquella Europa, como una fresca y vigorizante brisa, ha corrido por Piazza San Pietro: Benedicto XVI ha hablado en latín romano a unos chicos suecos que le han entendido, y que se habrán sentido orgullosos del Papa y de ellos mismos (y apostaría que hasta sabrán algo de Casiodoro y Boecio).
Con las perspectivas culturales-docentes de los cuatro añitos que nos quedan, sé que peco de iluso. Pero esta anécdota romana, me hace ilusión.
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