domingo, 25 de diciembre de 2011
José embala o Menino
Es una preciosa nana-villancico portuguesa, dulce e íntima. Canta Montserrat Figueras, con voz de cielo. Y acompañan Hespérion XX , tocando suavemente, como los Ángeles en el Pesebre.
Es un canto quedo, melodioso, cálido, mimoso. Para acompañar, durante toda la interpretación, tocan un sonajero que suena como los cascabeles de la mula, o del buey.
La estampa que han puesto al youtube, esa patética-fea maternidad de un infra-pintor (el que sabe pinta y el que no garabatea monigotes), desfavorece el efecto de la bella canción-nana de Navidad.
Esta es la letra:
José embala o menino
que a Senhora logo vem
foi lavar os cueirinhos
à fontinha de Belém
quem tem o nome de mar
nunca possa ser cantor
quantas vezes ela canta
com a vontade de chorar
vai-te embora passarinho
deixa a baga do loureiro
deixa dormir o menino
que vem no sonho primeiro
José embala o menino
que a Senhora logo vem
Para rezar, las tardes de Navidad, cuando anochece, es bueno recogerse en el Pesebre de Belén, en silencio: Entrar en una iglesia, acercarse al Sagrario, mirar y contemplar (no digo entender) el Misterio. Y rezar con el corazón, suavemente, con notas de alma, una nana al Niño.
Las nanas no son alegres, son extrañamente quejosas, dulces pero con un toque de dolencia, de latiente pena cantada en tono menor. Tienen la gracia de adormecer, y hubo un tiempo en que sirvieron para dormir dulcemente a Dios.
En el Cielo, en su Gloria, el Hijo recibe amoroso, con ternura de Niño, las nanas que le cantamos, si se las cantamos, así, al anochecer, con la cálida voz de un rezo íntimo.
También se deja mecer. También se deja acunar.
También se deja besar.
+T.
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