sábado, 1 de mayo de 2010

Entrada de Mayo, con Jeremías


M e gusta la fiesta de San José Obrero, por San José (¡¡viva!!). Pero también me gusta otra fiesta, otra memoria, que cae el 1 de Mayo, olvidada, desgraciadamente. Porque el calendario litúrgico moderno celebra a San José Artesano (mejor que "obrero"), el tradicional a los SS. Apóstoles Felipe y Santiago (minor), y nadie se acuerda del Santo Profeta Jeremías, tan profeta que es uno de los cuatro mayores.

A San Jeremías lo celebramos los católicos y los ortodoxos, porque los otros cristianos (herejes) no dan culto a los Santos; y los judíos, menos. Conque sólo quedamos los fieles cabales, que damos culto a los Santos que otros tienen proscritos de sus devociones.

El mejor Jeremías de los Jeremías está en el Vaticano, en la Sixtina, el imponente Jeremías de la bóveda magistral del Buonarrotti, tan parecido al Moisés de San Pietro in Víncoli, como si el modelo del Michelángelo se hubiera pasado del mármol al temple cambiado de postura, casi la misma figura, una, la de il Mosé, quasi tonante, y esta del hijo de Helcías, pateticamente reconcentrado en su melancólico dolor de profeta. Es el Jeremías por antonomasia, iconográficamente hablando.

También es muy católica la Chiesa di San Geremía, en Venezia, muy retratada por estar al ladito de la estación de trenes, al borde del canal, donde se toma el vaporetto. Y más venerada que por San Geremía, por Santa Lucía, cuyo cuerpo se venera allí, en una urna regularcilla para una Santa tan especial, que tuvo iglesia propia, illo témpore, pero los liberales del XIX la derribaron, y tuvieron que trasladar las reliquias de Stª Lucía a San Geremía, donde sigue. 

Por cierto que es la única ciudad que conozco, Venezia, que no sólo tiene dedicada una iglesia al Profeta Jeremías, sino que tiene otra consagrada a San Moisés, más bella todavía, una preciosidad veneziana por fuera y por dentro. Y otra al Profeta Samuel, más discreta, junto al Palazzo Grassi, cerca del Palazzo Malipiero. En San Samuele, para delectación devota de los píos católicos, están las reliquias del Santo Profeta Samuel. Los venezianos arramblaron con todas las reliquias del viejo Oriente, y Venezia es un joyel, una Pala d'Oro con reliquias engastadas entre palazzi, chiese, campi e canali. Cuando Wagner escogió Venezia para morir, sabía lo que hacía; y Thomas Mann lo mismo, para su novela. Los alemanes disimulan, pero siempre se rinden -los que son sabios- ante la autenticidad.

Dice el Martirologio del 1 de Mayo:

"...San Jeremías profeta, el cual murió apedreado por el pueblo en Tapnas, en Egipto, donde fue enterrado; a su sepulcro, según refiere San Epifanio, acostumbraban a ir los fieles a hacer oración y a recoger aquel polvo, que cura las mordeduras de los áspides."

Encuentro muy apropiado celebrar a San Jeremías Profeta el 1 de Mayo. Me pregunta mi fiel e impertinente Tente que será por la tragedia económica y el paro creciente, por lo que me gusta Jeremías como patrón del primero de Mayo. Yo le digo que sí, que eso mismo, para callar y contentar a mi Tente imprudente.

Pero por dentro, sin que lo oiga, me digo - '...Y por la Iglesia, Tente, tan desoladita, tan decadente quasi la Jerusalén de Jeremías, aquella en la que "...tanto el sacerdote como el profeta vagan sin sentido..."

oculi mei lacrimam per noctem et diem et non taceant
quoniam contritione magna contrita est
virgo filia populi mei plaga pessima vehementer
si egressus fuero ad agros ecce occisi gladio
et si introiero in civitatem ecce adtenuati fame
propheta quoque et sacerdos abierunt in terram quam ignorabant Jer 14, 17ss.


¿Exagero? Pero ahí está el Profeta, profetizando penas y sorbiendo lágrimas, tan reales como el dolor que las excita.

 Cierro Con Flores a María, que corresponde:




En mi Parroquia, el cura ya la ha cantado esta mañana, y así se lleva hasta que acaba Mayo. Él dice que es una copla muy buena para los nervios, que entona mucho y rejuvenece. Algo de razón tiene, porque esta mañana, nada más empezó con el "Venid y vamos todos..." me dió un golpe de esos que te trasportan en un micro-segundo al parvulario, con cuatro años, el uniforme de corbatita con elástico y el babero de popelín, una rosa en la mano, delante del altarcillo de la Virgen, cantando "...con flores a porfía".

Yo he conocido un mundo mejor, más bueno, más feliz, cuando el primero de Mayo de San José Obrero era el día que comenzaba el Mes de María, por encima de todo. Entonces yo no pensaba en los llantos de Jeremías, no tenia edad, y lloraba sólo por cosas tan reales como una espina de rosa, de esas que llevábamos en un ramito para el Mes de María.

+T.