No me gusta la fiesta de San José Obrero, no por San José (¡¡viva!!) sino por el remoquete obrerista, tan desafortunado si con eso se pretendió dar una cobertura piadosa al movimiento obreril, que tantas desgracias causó y sigue causando. Al dia de hoy, los sindicatos y los sindicalistas son mafias y mafiosos de la peor especie, algo que piensa más de uno pero nadie dice. Son el brazo agitador de los residuos marxistas (demasiados) al servicio de los partidos filo-marxistóides (todos sobrantes, erradicables todos).
Por eso me gusta otra fiesta, otra memoria, que cae el 1 de Mayo, olvidada, desgraciadamente. Porque el calendario litúrgico moderno celebra a San José Artesano (mejor que "obrero"), el tradicional a los SS. Apóstoles Felipe y Santiago (minor), y nadie se acuerda del Santo Profeta Jeremías, tan profeta que es uno de los cuatro mayores. Pero ni por esas, ni por ser de la cuadrilla profética mayor, tiene quien le celebre, ¡oh San Jeremías!
A San Jeremías lo celebramos los católicos y los ortodoxos, porque los otros cristianos (herejes) no dan culto a los Santos; y los judíos, menos. Conque sólo quedamos los fieles cabales, que damos culto a los Santos que otros tienen proscritos de sus devociones.
El mejor Jeremías de los Jeremías todos está en el Vaticano, en la Sixtina, el imponente Jeremías de la bóveda magistral del Buonarrotti, tan parecido al Moisés de San Pietro in Víncoli, como si el modelo del Michelángelo se hubiera pasado del mármol al temple cambiado de postura, casi la misma figura, una, la de il Mosé, quasi tonante, y esta del hijo de Helcías, pateticamente reconcentrado en su melancólico dolor de profeta. Es el Jeremías por antonomasia, y es tan católico que está en el corazón del corazón de la Catolicidad, inmejorable sitio.
También es catoliquísima la Chiesa di San Geremía, en Venezia, muy retratada por estar al ladito de la estación de trenes, al borde del canal, donde se toma el vaporetto. Y más venerada que por San Geremía, por Santa Lucía, cuyo cuerpo se venera allí, en una urna regularcilla para una Santa tan especial. Es que la Santa tuvo iglesia propia, in illo témpore, pero los mamarrachos liberales del XIX la derribaron para no sé qué mamarrachada cívica, y tuvo que recogerse, de prestado, en San Geremía, donde sigue. La Serenísima perdió la mitad de su encanto cuando dejó de ser República Aristocrática y el Dux quedóse en personaje de cuadros de Bellini y Tiziano, solamente. Las grandes luces dejan grandes sombras.
Por cierto que es la única ciudad que conozco, Venezia, que no sólo tiene dedicada una iglesia al Profeta Jeremías, sino que tiene otra consagrada a San Moisés, más bella todavía, una preciosidad veneziana por fuera y por dentro. Y otra al Profeta Samuel, más discreta, junto al Palazzo Grassi, cerca del Palazzo Malipiero. En San Samuele, para delectación devota de los píos católicos, están las reliquias del Santo Profeta Samuel. Los venezianos arramblaron con todas las reliquias del viejo Oriente, y Venezia es un joyel, una Pala d'Oro con reliquias engastadas entre palazzi, chiese, campi e canali. Cuando Wagner escogío Venezia para morir, sabía lo que hacía, y Thomas Mann lo mismo, para su novela. Los alemanes disimulan, pero siempre se rinden, los sabios, ante la autenticidad.
Como me estoy dejando llevar por el frenesí primaveral, aunque sin perder la nota de piedad, retorno con más propiedad al Santo, a San Jeremías. Y no diré lo que está en la Escritura, que el que quiera empaparse de Jeremías que lea su libro, con Baruch y Lamentationes. Yo prefiero, para continuar, fuentes subalternas, que son tan interesantes como las fundamentales, muy complementarias. Por ejemplo lo que dice el Martirologio, el del 1 de Mayo, que dice:
"...San Jeremías profeta, el cual murió apedreado por el pueblo en Tapnas, en Egipto, donde fue enterrado; a su sepulcro, según refiere San Epifanio, acostumbraban a ir los fieles a hacer oración y a recoger aquel polvo, que cura las mordeduras de los áspides."
Obviamente, Cleopatra no era devota de San Jeremías, peor para ella. Era impía, pagana, fatalista y no iba de romería a San Jeremías. Y así remató, picada de aspid en la teta, sin remedio.
En fin, que repito que encuentro muy apropiado celebrar a San Jeremías Profeta el 1 de Mayo. Me pregunta mi fiel e impertinente Tente que será por la tragedia económica y el paro creciente, por lo que me gusta Jeremías como patrón del primero de Mayo. Yo le digo que sí, que eso mismo, para callar y contentar a mi Tente imprudente.
Pero por dentro, sin que lo oiga, me digo - '...Y por la Iglesia, Tente, tan desoladita, tan decadente quasi la Jerusalén de Jeremías, aquella en la que "...tanto el sacerdote como el profeta vagan sin sentido..."
oculi mei lacrimam per noctem et diem et non taceant
quoniam contritione magna contrita est
virgo filia populi mei plaga pessima vehementer
si egressus fuero ad agros ecce occisi gladio
et si introiero in civitatem ecce adtenuati fame
propheta quoque et sacerdos abierunt in terram quam ignorabant Jer 14, 17ss.
¿Exagero? Pues será un poco de síndrome de Jeremías, primaveral. Pero ahí está el Profeta, profetizando penas y sorbiendo lágrimas, tan reales como el dolor que las excita.
En fin, todo sea por Tente, que es inocente, aunque, que no le quiero aguar con lacrimaciones el 1 de Mayo, ¡vaya por Dios! Conque cierro Con Flores a María, que le gusta más:
En mi Parroquia, el cura, que es antiguo, como Dios manda, católico, ya la ha cantado esta mañana, y así se lleva hasta que acaba Mayo. Él dice que es una copla muy buena para los nervios, que entona mucho y rejuvenece. Algo de razón tiene, porque esta mañana, nada más empezó con el "Venid y vamos todos..." me dió un golpe de esos que te trasportan en un micro-segundo al parvulario, con cuatro años, el uniforme de corbatita con elástico y el babero de popelín, una rosa en la mano, delante del altarcillo de la Virgen, cantando "...con flores a porfía".
Yo he conocido un mundo mejor, más bueno, más feliz, cuando el primero de Mayo no necesitaba a San José disfrazando lo sindical porque antes, y más que nada, el dia 1 de Mayo era el dia que comenzaba el Mes de María, por encima de todo. Entonces yo no pensaba en los llantos Jeremías, no tenia edad, y lloraba sólo por cosas tan reales como una espina de rosa, de esas que llevábamos en un ramito para el Mes de María.
+T.