Sed contra, me afecta el paradigmático y tenso pasaje del Profeta contra los monárquicos: I Sam 8 . La constitución de la primera monarquía de Israel sobre la preterición de Dios y su única realeza, resulta en ese texto tan cruda como desalentadora. Sed contra etiam, después del fracaso de los hombres, la gracia de Dios constituye un rey, David (Sal 78,70 y 89,4 y ss)., que siendo rey del mismo Israel, es distinto en tanto se establece entre Dios y él una relación de rey a Rey, de un rey al Rey. Desde esta nueva "constitución de la realeza", el rey que sirve al Rey es el verdadero (legítimo?) rey. Según este esquema, se juzgan en I y II Reyes y I y II Paralipómenos a cada rey y cada reinado. La Ley y la Alianza son el patrón, el metro de cada reino y su monarca.
La Cristiandad (que no la Iglesia) asumió pronto su versión, recreada desde la fundamentación mesiánica del Reino de Dios. Aparece tan fuerte en el comienzo, que hay que hacer malabarismos histórico-eclesiásticos para explicar la convocatoria del trascendental primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el 325, por Constantino Emperador, y no por voz de la Jerarquía Eclesiástica. Aunque hablaron y deliberaron y definieron los Padres Conciliares, Obispos del joven Orbe Católico, el que convoca y abre es el hijo de Constancio Cloro y Elena, Constantino. El cesaropapismo que corre por Bizancio, que emerge en Carlomagno, y resucita en los Otones, y va y viene por todo el Medievo del Sacro Imperio, y finiquitado el Imperio Sacro (?) Germánico re-surge quasi monstruosamente (pero con lógica explicable) en Napoleó, que destrona dinastías y entroniza a sus hermanos y cuñados y compadres (muy "mediterráneo", muy corso; racial: Sangre y genes al fin), y a él lo corona un Papa en París (bueno, uds. saben la historia).
Y al fin con Don Lotario Metternich - por mucho Santa que se le apellide - a la Alianza de trono y altar le restaban años como resuello a un tísico (romántico).
Romántica es mi filia monárquica, también. Un romántico monárquico que se despendola de tragicómica risa con los desechos de tienta que reinan en la Europa de las monarquías, las dinastías y las Casas Reales. Un panorama desolador desde los tronos nórdicos al Principado de Asturias. Un Principado con pseudo-princesa née asturiana cazurra y re-casada con un Felipe que, aunque de ínfimas cualidades monárquicas, reúne por padre y madre los más rancios genes de las más rancias sangres reales (excepción hecha de la veta sanguínea que mechó Doña Isabelona con la suya, que para eso era Reina y podía - y quería-).
A propósito: La risa se me vuelve floja estangúrrica cuando considero la causa de nuestro "tradicionalismo monárquico", que armó guerra civil por la causa de Borbones machos contra una Borbona hembra y su descendencia. Hasta para eso, España is different. Gloriosamente siempre, eso sí.
Los tradicionalistas franceses están más "diversificados", y salvo la excepción de los que se emocionan con el bisnieto del Caudillo y bisnieto de Alfonso XIII casado con criolla venezolana (risum teneatis!); salvos también los que queden adeptos a la Casa de Orleans y el Conde de París; salvos todos los demás con pretendiente real realmente pretendiente o ilusamente pretendido; salvas, decía, estas reales camarillas, los tradicionalistas más graves, consecuentes y conspícuos han optado por ser monárquicos sin rey, casi volviendo a los tiempos de Samuel y los jueces. Se espera (se alienta?) un juez estilo de la época de los Jueces ,que resuelva la premura del momento, que venza al filisteo de turno. Un Sansón, un Gedeón, hasta una Débora si se tercia. Pero no más.
No están los tiempos para reyes, ni para pedirlos, dado como están las Casas Rales que legitimarían, según la sangre, un rey.
¿Y qué hacemos con la monarquía, con nuestras monarquías? Lo tengo suficientemente claro, salvo detalles: Dejarlas (si nos dejan/si las dejan)donde están y como están, en barbecho, oreándose, pudriendo lo que les queda que pudrir (que son personas, que son ideas, que son cosas de las personas y de sus ideas). Troncos más podridos han rebrotado. Es mi sueño/ilusión de monárquico, aunque mi esencia y fundamento monárquico profundo no es de este mundo, ni tiene en este mundo su esperanza. Si me explico.
El yotube es emocionante: El Dios Salve al Rey que empieza sencilla, popular antífona en francés au temps du Roy Soleil; se vuelve solemne himno inglés de los Hannover parlamentaristas; retorna ferviente-patético otra vez popular para el Delfín, el hijo del decapitado Capeto, que no fue coronado rey; y se sublima casi místico-litúrgico en canto glorioso de los Romanov.
El yotube es emocionante: El Dios Salve al Rey que empieza sencilla, popular antífona en francés au temps du Roy Soleil; se vuelve solemne himno inglés de los Hannover parlamentaristas; retorna ferviente-patético otra vez popular para el Delfín, el hijo del decapitado Capeto, que no fue coronado rey; y se sublima casi místico-litúrgico en canto glorioso de los Romanov.
Es porque soy un monárquico-folklórico, moi même, aussí. Yes of course, sir. Hasta reconozco que me emocionan sobremanera las pompas fúnebres regias; quizá porque es lo más auténtico que les queda a los reyes y reinas que quedan. ¿N'est-ce pas?
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