Acción Católica. Peregrinación de la Juventud de Acción Católica a Santiago de Compostela, Julio de 1948 |
Cuando nuestra Jerarquía no tiene ideas, siempre sale alguno que re-propone la Acción Católica. En mis treinta años de cura, he sido testigo de cuatro intentonas serias (?) de re-propuesta. Comprendo nostalgias, añoranzas, sentimientos y afectos por golondrinas que ya no volverán. Pero no me explico la insistencia, casi obcecación, en actualizar algo tan discutible en estructuras y frutos.
Al crearse, bajo Pio XI, la A.C. nace opuesta a los movimientos político-sociales de la Europa de entreguerras, pero, a la vez, lleva el sello, la impronta de aquellas formaciones con las que va a confrontarse. El estilo 'acción católica', siendo distinto y otra cosa en esencia, formalmente se parece a lo que ocupa el espacio socio-político del momento. Con banderas, con himno, con emblemas, la Acción Católica tendrá cierto troquel fascista en Italia, y en España, falangista. Sin ser, repito, ni una cosa ni otra. Pero se parecen como un cartel de propaganda de los rojos a otro cartel de propaganda fascista. Si me explico.
Después de aspirar y languidecer en los años cuarenta-cincuenta sin más éxitos que los de su reconocimiento en diócesis y parroquias como el 'movimiento oficial de la Iglesia', en los '60-70 pasa a ser una especie de estructura pastoral-política (o político-pastoral, según) que terminaría siendo la matriz de buena parte de la clase política de la 'España de la transición'.
De la Acción Católica General quedan aun los cuadros de viejas damas diocesanas que se aferran a un nombre-cargo-título, setentonas y nonagenarias, casi todas herederas de viejas glorias del nomenclátor de la A.C. De la rama masculina quizá todavía resuellen algunos trilobites y otros fósiles. De los 'movimientos especializados' sobreviven la H.O.A.C (hermandad obrera de acción católica), un reducto del marxismo sindicalista más rancio (ahora retocado con algunos perifollos estilo asambleario-podemos), con pocos socios pero aun reconocidos por nuestra CEE como el puntal de la utopía de la evangelización del mundo obrero, esa ilusión, ese espejismo, ese cuento sin, todavía, colorín colorado.
Otro sub-movimiento que subsiste, passim, es el 'Movimiento Junior', que, en teoría, sería el primer estadio de la A.C. dedicado a los niños y adolescentes. Precisamente es el M.J. quien me ha movido el presente articulete al recibir ayer en el mail de la Parroquia una reseña de sus actividades, un boletín de los grupos del Junior en Cáceres.
Esto parece ser una 'misa' celebrada en un encuentro (campamento o convivencia) del Movimiento Junior:
Y esto es un obispo visitando el lugar, encantado con lo que ve (y aprobando lo que no ve, supongo):
En nuestras diócesis conocemos sitios y personas, las parroquias y los curas del Junior de Acción Católica, que son de este estilo que ilustro con las imágenes supra.
Huelga de decir que nuestra resistencia a las poco católicas acciones de la poco atractiva A.C. no son caprichosas. Tenemos razones. Por ejemplo, estas razones.
Y somos realistas: No esperamos cambios a mejor.
Aspiramos, en todo caso, a su paulatina extinción, pro bono Ecclesiae.
Mientras, hacemos nuestra petición: Más re-propuestas de A.C. no.
Rogamus, audite nos!
+T.