lunes, 11 de febrero de 2008

La Virgen del Gave

Como tantas veces tantos sitios, conocí Lourdes leyendo, y cuando estuve fué como volver. Como a tantos sitios tantas veces, puedo retornar tan agilmente porque es un hito que ha marcado mi alma. No es la gracia preternatural de la ubicuidad, pero algo parecido sí que es.

Sobre Lourdes había leído la novela de Franz Werfel, "La Chanson de Bernadette", más por Werfel que por Lourdes. Me atrajo la historia del escritor judío perseguido, escapando de la persecución nazi, que encontró refugio temporal en Lourdes y prometió escribir la historia de Lourdes si se salvaba y llegaba a América. Llegó y la escribió, y la novela sobre Bernadette y las apariciones sería su obra más popular, mil veces reeditada. Tiene la rara gracia del hombre sincero, que no es creyente, pero se deja impresionar de tal manera por el Misterio y su gracia, que lo que narra es tan fidedigno como creíble...para el que quiera creer. Supongo que Werfel, al final, entraría al Cielo por la gruta de Masabielle, que no es mal sitio.

En la Gruta he rezado esos ratos de Lourdes, tan sabrosos para rezar, por las mañanas, después de la Misa en la Gruta; o por las tardes, con el rumor del Gave a mi espalda y los primeros luceros sobre mí. La Gruta en Lourdes es un centro magnético; todo lo demás es quasi supérfluo, para ambientar o acoger o conducir...a la Gruta.

Otra huella de Lourdes es su silencio, con viento y lluvia suave, y Ave-Ave-Ave María!!! en la explanada, pero siempre un sereno silencio. De alba por la mañana, de Ángelus al mediodía, de rio por la tarde, y de velas encendidas por la noche: Un silencio oloroso, luminoso y con ecos de salmodia, de liturgia en plácida intimidad.

Lourdes es un Santuario. Werfel lo supo.

Me gusta rezar cada 11 de Febrero este poema, que aparece como Himno en la Liturgia de las Horas:


La pureza en ti, Virgen del Gave,
un pie desnudo con la rosa de oro
sobre la nieve de febrero,
suave como un pisar de tórtola.

La pureza es en ti, Virgen del Gave,
un ceñidor azul, que, en gesto de ave,
vuela sobre la nieve de la túnica.

La pureza es en ti, Virgen del Gave,
tu saludo cortés, tus manos juntas,
tu zureo en las rocas.

La pureza es en ti, Virgen de Gave,
un abrirse de brazos, como inmensa
azucena de luz, transfigurada,
que nos dice: Yo soy la Inmaculada.


Lourdes es un enclave especial, de esos señalados por el dedo de Dios. Ah! que no se me olvide: Lourdes es, también, Bernadette, tan limpia de corazón que la vió a Ella, que ve a Dios.





+T.