Un camelo. Y un sub-producto reciclado con desechos de tienta. En parecido sentido valoro y tengo a los gurús del "multiculturalismo". Algunos se han hecho auténticos profesionales del invento. Un invento que ellos (hay que reconocer que el estar bien situados y relacionados les dota de considerables ventajas) descubrieron y empezaron a pregonar en la barraca de la feria cultural hace varias décadas. Ahora están en pleno apogeo, aunque les pille algo mayores para disfrutarlo. Pero ellos siguen con su cacareo multicultural.
A los Pániker les conozco desde que tengo conciencia televidente, porque han sido unos mimados por el medio. Mestizos de hindú y catalana, han sabido moverse con discreto y bien aprovechado seny, y desde hace más de treintitantos años salen de vez en cuando en la tele y la prensa. Son dos: El cura (que yo nunca me he enterado bien si sigue o no en el clero militante-santificante) y el de la universidad.
El otro día hablaba desde su cátedra el de la universidad, diciendo que "tenemos que aprender a vivir sin verdades absolutas" . Que es, precisamente, lo que le ha permitido a él vivir tan acomodadamente bien. Lo que no dice es lo que quiere decir con lo que dice, que es, más o menos, que hay que dejar de lado la religión y sus dogmas, la moral y sus principios, la verdad y sus consecuencias. Seguro que sobre cada una de estas cosas el inteligente y dialéctico Pániker plantearía mil preguntas que supondrían mil dudas y proyectarían mil sombras sobre cada una de ellas. Es un experto en dudas y cócteles de críticas. Pero de dudas y preguntas todos (algunos, perdón) podríamos hacer un florilegio tan poliédrico como el del versátil Pániker. Estoy seguro.
En el fondo es consumar el NO a todo lo que nos hace seguir a los que seguimos. Que no somos tontos, sino que sabemos y nos mantenemos firmes en lo que sabemos. Que es poco para disipar todas las dudas del mundo, pero archi-suficiente para mantenernos en la expectación de lo que sabemos que es y que será.
Llegado a este punto, llega el momento en que lamento que no haya Inquisición (Santa y sana Inquisción). Pero me digo que es una comodidad que no merecemos, por nuestros pecados.
Pero me gustaría poderla disfrutar. Y veríanse cuántos maestros multiculturalistas anti-dogmáticos se convertían fervorosamente al más severo dogmatismo. Sin embargo es de temer que los de las habilidades que comento se salvarían de la quema tan airosamente como ahora se mecen en sus hamacas de la acomodación de todo a todo. Estoy quasi seguro que sería así.
Oh!